Se cansa uno de escuchar sandeces. Tal como los viejitos, te volviste repetitivo.
Año tras año y programa tras programa escuchando lo mismo, las mismas recalentadas historias de cuando eras niño, vendedor de arañas y pelotero flaquito. Se agotó la mágica capacidad de mantener a las personas pegadas de la pantalla por largas horas. Tú eres el mismo, pero la gente que te escucha ha cambiado.
Ya aprendimos por dónde vienes y eso le quita solemnidad a tu discurso. Ya sabemos de memoria que cuando se aproxima una elección, llenas las alforjas de promesas, de mucho futuro y de sonrisas forzadas. Ya aprendimos lo que significa cuando comienzas a apoyarte en la muletilla y a hacer muecas extrañas cuando hablas. Lo has hecho demasiadas veces y no nos produce lo que nos producía. No importa cuántas veces lo repitas.
Hace unas cuatro semanas niños prometiste culminar unas ciento cincuenta mil casas este año. Muchas personas que conocemos de construcción lo consideramos imposible. Durante estas cuatro semanas no lograste terminar las 12.000 mensuales que necesitas para cumplir la meta. Tú lo sabes, lo sabes mejor qué los que te escuchamos. Ahora nos vienes a vender otra vez futuro, una misión vivienda que promete dos millones en seis años. Estás en todo, esa promesa sólo se puede verificar en el 2017, así que pasarás liso por las elecciones de 2012, diciendo que todavía te faltan cinco años para cumplir tu promesa. Otra vez apelas al futuro para vendernos la revolución que viene pedaleando en el presente. Vives de eso, del pasado y del futuro.
Ayer un constructor me dijo: “estoy intervenido, pero no me han quitado la obra. Por supuesto que tengo atraso, pero debería recibir un camión y medio de cemento semanal y me está llegando uno mensual. Ellos saben que no tengo la culpa. La culpa es de ellos que acabaron con los materiales.”
Este gobierno no tiene capacidad de hacer lo que promete. Ni siquiera tiene el dinero para cumplir sus promesas, pero menos la capacidad gerencial para lograrlo. Pueden inventar las misiones que quieran y no lograrán avanzar en el objetivo, por más presión que le pongan a la banca, a los constructores y al país. Hacer que las cosas pasen –por la vía de trabajar en equipo con los venezolanos- no es su especialidad. Su postgrado lo hicieron en retaliación, odio, venganza, destrucción e intolerancia y con esos ingredientes, no se pone un país en marcha en torno a una meta. Esto no es una tropa que entiende de gritos y humillaciones.
Chávez pasó de ser un encantador de pueblos a un prometedor de oficio. No importa lo que diga, su revolución después de doce años, no ha logrado mejorar nuestras vidas. Se le acabaron los chances pues si lo reelegimos, para cuando termine habrá gobernado 20 años (doce que lleva, dos que le faltan y seis que pretende). Ni que fuera egipcio, tunecino, argelino o yemení.
Además… se puso muy aburrido.
@pereiralibre
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