Rojas las cuentas, que antes compraban las conciencias de los necesitados. Ahora los discursos no llenan estómagos.
El estado, manejado por este ineficiente gobierno, se comportó como un nuevo rico, destrozando ingresos sin una sola mirada en el futuro. Ahora, con los saldos en rojo, le echan mano a todo lo que tienen a su alrededor para detener la estrepitosa caída que sigue a su descontrolado accionar.
Roja la cuenta petrolera, que paulatinamente endeudó financieramente y con pasivos rondando los veinticinco mil millones de dólares, ve comprometido su futuro, al tiempo que necesita volúmenes importantes de dinero para financiar proyectos que puedan tan siquiera sostener sus niveles de producción. Las ventas bajo programas de subsidio no traen dinero fresco y el consumo interno se lleva un tercio de la producción. Ramirez nos engaño con múltiples promesas de que en 2011 produciríamos cinco millones de barriles diarios.
Roja la producción agropecuaria. Cada nuevo arrebato de tierras compromete nuevos centros de producción y desestimula a los valientes que aun continúan enterrando su fe en las tierras de la nación. La producción de todos los rubros –repito- todos los rubros agropecuarios está por el piso y nuestra comida se paga en dólares, para hacerla venir por los puertos de la nación. La soberanía alimentaria ha sido un cuento de caminos revolucionario.
Roja la producción de Guayana. Acero, aluminio y los rubros conexos que soportaban la industria pesada de Guayana y sus miles de obreros, desapareció bajo el mandato ineficiente de este socialismo de pacotilla. Tardaron más tiempo pintar de rojo las instalaciones que en acabar con su producción. Las nóminas ahora vienen de la administración central, mientras corren esa gran arruga, que intentan esconder para llegar a dos mil doce.
Roja la industria de la construcción que en un par de semanas y con un par de malas decisiones logró desmantelar sin posibilidades cercanas de que vuelva a recuperar su ritmo. Ahora un estado sin dinero, sin gerencia y sin materiales de construcción, seguirá arrastrando un déficit de viviendas imposible de equilibrar. Los obreros que quedaron sin trabajo, se incorporarán a la plantilla de informales.
Roja la chequera que paga expropiaciones y demandas. Las cuentas por pagar a las compañías que expropiaron y las demandas pendientes que cursan por las confiscaciones de activos petroleros rebasan cualquier magnitud que usted pueda imaginar.
Por último, más importante aún, roja la chequera emocional, que vaciaron a punta de promesas incumplidas y mentiras acumuladas. La fila de los que cobrarán sus impagados cheques, es demasiado larga e incontenible.
Los gobiernos sólo tienen dos opciones: lo hacen bien para producir números en las encuestas o tapan sus errores con dinero. El dinero se acabó. Revolucionario limpio no dura.
Enrique Pereira
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