Este artículo está destinado a quienes, faltando menos de un mes para las elecciones parlamentarias, todavía no están seguros de lo que van a hacer. Yo, al igual que la gran mayoría de los Venezolanos, ya sé cómo votar.
Leí en la prensa que en la próxima elección presidencial los brasileros elegirán a “quien garantice mantener el buen momento económico”.
Las elecciones del 26-S no son presidenciales, pero el tenientecoronelpresidente nuevamente ha convertido el evento comicial en un plebiscito. Los candidatos del partido de gobierno no figuran en ninguna parte. El candidato es él. Toda la campaña oficialista se desenvuelve en torno a la figura del Júpiter que no solo es presidente de la Republica y presidente del PSUV, sino también el titiritero que maneja los demás poderes públicos comenzando por la Asamblea Nacional. Si aplicamos aquí la lógica que determina las preferencias electorales en Brasil, ¿quién está dispuesto a votar por quien no garantiza la continuidad del buen momento económico sino la del peor momento económico y social que vive Venezuela en toda su historia? Creo que la respuesta es tan obvia que no hace falta enunciarla.
Pero eso no es todo, los venezolanos que todavía no se han decidido deben tener en cuenta que las opciones en juego son igualmente claras.
Se trata de escoger entre repetir una Asamblea Nacional integrada en su mayoría por robots configurados para levantar el brazo cada vez que se lo exige su jefa Flores o si prefieren sustituir esos robots con diputados dignos que hagan del poder legislativo un ente verdaderamente autónomo e independiente.
Los venezolanos deberán decidir indecisos si están conformes con un parlamento que no legisla sino que sirve de estafeta y se limita a aprobar – la mayoría de las veces sin siquiera discutirlos – proyectos de textos legales que reciben de Miraflores, o si prefieren un cuerpo de legisladores que legisle de verdad, que elabore leyes respetuosas de los derechos individuales y colectivos consagrados en la Constitución – comenzando por el de la propiedad privada – para impulsar el progreso del país y elevar la calidad de vida de los ciudadanos.
Los que no están seguros de cómo votar deberán escoger si quieren una Asamblea Nacional que favorece la corrupción y la ineficiencia en la administración porque es incapaz de interpelar a un ministro o exigirle al jefe del Estado cuentas sobre el destino del billón de dólares que ha manejado en sus 11 años de gobierno, o si quieren una Asamblea que controle y vigile el desempeño de los altos funcionarios de la administración y, llegado el caso, les dé un voto de censura o exija sus renuncias, destitución y enjuiciamiento, comenzando por el mismo presidente.
Deberán decidir también si están dispuestos a elegir diputados que sigan haciéndose la vista gorda ante el comportamiento de un presidente violador de esa Constitución que él mismo se hizo fabricar a su gusto y medida, diputados cómplices del jefe del Estado sancionando leyes para implantar en Venezuela el fracasado sistema cubano castro-comunista, diputados que cierren los ojos cuando el tenientecoronelpresidente regale a otros países el dinero de los venezolanos en lugar de dedicarlo a resolver los graves problemas que aquejan al país.
Deben decidir si quieren que en lugar de defender al pueblo la defensoría siga defendiendo al gobierno, si quieren que la fiscalía general siga siendo una fábrica de imputaciones calumniosas y falsas contra ciudadanos honestos, si quieren que el tribunal supremo siga siendo mampara de todas las arbitrariedades, abusos y tropelías legales que cometen el mandante de Miraflores y su régimen, si quieren que el aparato judicial siga siendo instrumento de persecución de la disidencia.
En fin, deben decidir si quieren repetir una Asamblea sumisa, incapaz de poner freno a un Jefe de Estado sembrador de odios, que a diario discrimina, insulta, vilipendia, humilla al 70 % de venezolanos que lo adversan o simplemente no simpatizan con él.