lunes, 19 de abril de 2010

BOLÍVAR DECAPITADO, PAULINA GAMUS, MARTES, 13 DE ABRIL DE 2010

Pocos cristianos se percatan de que la última cena de Jesús de Nazaret con sus discípulos, antes de la crucifixión, fue un séder de Pésaj la festividad judía que celebra el Éxodo.

Ningún acontecimiento tiene en el antiguo Testamento y en la liturgia judía, el peso e importancia del Éxodo, es decir la liberación de los judíos de la esclavitud a que eran sometidos en Egipto, gracias al liderazgo de Moisés. Y su peregrinación de cuatro décadas por el desierto hacia Israel, la tierra de sus ancestros.

No es entonces casualidad que el calendario judío y el cristiano coincidan siempre en la celebración de ambas festividades: el Pésaj y la Semana Santa. En los hogares judíos se inicia el séder de Pesaj con la lectura de la Hagadá, el relato bíblico de los sucesos que precedieron la salida de los judíos de Misrayim, Egipto en hebreo.

Uno de los capítulos más sobrecogedores es el de las diez plagas que el Dios de Israel hizo caer sobre los egipcios y que obligaron al Faraón a permitirles partir: el agua convertida en sangre, ranas, mosquitos, moscas, peste que aniquiló a los animales, sarna, pedrisco, oscuridad absoluta durante tres días, invasión de langostas y -la más terrible- muerte de los primogénitos.


Cuando mis hermanos y yo éramos niños, mi papá mencionaba solemnemente cada plaga con su nombre en hebreo, mientras arrojaba chorritos de vino sacramental mezclado con chorritos de agua en una vasija sostenida por mi mamá. Todos los niños debíamos voltear la mirada hacia otro lado para no ver ese ritual. Era una superstición que seguíamos al dedillo por miedo a eso de que vuelan, vuelan. ¿Quién quitaba que si mirábamos, algunas plagas como aquellas nos pudieran alcanzar incluso en un país como Venezuela, donde los judíos vivíamos libres y sin miedo?

Alguno de nosotros no le hizo caso a mi papá, las plagas tardaron mucho en alcanzarnos pero llegaron y no sólo para los judíos. El agua convertida en sangre es una alegoría al color rojo que inunda ofensivamente todo nuestro entorno y al color del agua que sale por las tuberías después de cada día de racionamiento. Ranas quizá no veamos en cantidad, pero ratas a millones por la suciedad y la basura que nos ahogan. Mosquitos y moscas sobran por razones similares. Y como enfermedades derivadas de su proliferación sufrimos epidemias de dengue y gastroenteritis. La peste que ha caído sobre los animales que sirven para alimentarnos: vacas, ovejas, cerdos y aves de corral, se llama INTI (Instituto Nacional de Tierras) y se concreta mediante invasiones de fincas en plena producción y su posterior destrucción hasta convertirlas en eriales. ¿Sarna? Quién sabe la cantidad de enfermos de este mal provocado por la falta de higiene y ésta a su vez porque no hay agua para bañarse. ¿Pedrisco? El granizo al que se refiere la narración bíblica aquí ha mutado en los desechos que se acumulan en alcantarillas y quebradas para provocar verdaderas catástrofes humanitarias cada año, al llegar las lluvias.

La oscuridad absoluta durante tres días es, en esta era de plagas revolucionarias posmodernas, el racionamiento de electricidad que por más de tres meses sufre la provincia venezolana y la oscuridad total que amenaza a todo el país.

Las únicas y reales causas son la ineptitud y el latrocinio de los responsables de desarrollar nuevas fuentes de energía para la Venezuela de casi 30 millones de habitantes. En once años han sido incapaces de construir una obra que le llegara a los talones a la represa de El Guri y a otras similares de los gobiernos democráticos.

La langosta, ese animalito volador de color verde que pasa por sembradíos arrasando con todo lo que encuentra, no tiene presencia en Venezuela, al menos que yo sepa. Pero para hacer sus veces tenemos unos animalitos rojos que devoran y aniquilan todo lo que sea productivo y próspero, unas veces sólo por afán de destrucción nacido del resentimiento y la envidia. Otras, para engordar sus cuentas bancarias.

Y llegamos a la más terrible, injusta y cruel: muerte de los primogénitos. Ya el Faraón había condenado a la muerte a los primogénitos judíos, de manera que se trataba de una revancha que -apenas se inició- aterró de tal manera a los egipcios que el Faraón cedió a los reclamos de Moisés para que dejara salir a su pueblo. En Venezuela, por efecto del malandrismo protegido desde las alturas con la absoluta impunidad, mueren primogénitos, primogénitas, hijos e hijas del medio, benjamines (as), padres, madres, esposas y esposos, abuelos, abuelas, tíos, primos, sobrinos, novios, novias, compadres, vecinos, vecinas, amigos y amigas. No hay un solo venezolano de cualquier clase social y económica, del credo que sea y de la militancia política que prefiera, que no esté incluido en la interminable lista de espera del crimen. Ni los países asolados por el terrorismo como Irak, Afganistán y Pakistán viven esa rutina macabra de asesinatos diarios que sufre Venezuela.

Creer que son sólo diez las plagas reconvertidas por el socialismo del siglo XXI, es ser demasiado optimistas. Son muchas más y de entre ellas destacan el odio, el irrespeto, la grosería, la vulgaridad, la chabacanería, el abuso y el vandalismo generalizados que se inspiran en el discurso presidencial. Es lo que lleva a jóvenes alumnos de un liceo de El Valle, en Caracas, a destruir expedientes, muebles y materiales de enseñanza en su propia casa de estudios y a rematar su obra cercenando la cabeza a un busto de El Libertador Simón Bolívar. Esa undécima plaga es el símbolo de la Venezuela chavista. La duodécima ¿para que aclararlo? es -igual que en Egipto- el origen de todas las demás: el Faraón.

paugamus@intercable.net.ve
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EDUCACIÓN "CAMBURERA" DE LA VENEZUELA RENTISTA, HAY QUE ENTERRAR NUESTRA EDUCACIÓN ACTUAL Y CREAR UNA EDUCACIÓN MODERNA, JOSÉ LUIS CORDEIRO

La educación venezolana se ha caracterizado por ser una educación "camburera", es decir, una educación no productiva sino rentista. Algo similar ocurre con la economía venezolana que vive de la renta petrolera, aunque cada día menor, en vez de producir más allá del facilismo petrolero.

En nuestro país la educación no enseña a ser empresarios sino a ser simples empleados. Nuestra educación sólo prepara a jóvenes "castrados" intelectualmente que sobreviven sin utilizar su enorme potencial humano. Estudiantes que se conforman con un 10 para pasar una clase y que luego son trabajadores sin sueños ni aspiraciones. Jóvenes que, desafortunadamente, no saben el enorme tesoro que llevan dentro de ellos mismos. Venezolanos "cambureros" sólo han aprendido a vivir recibiendo cambures en vez de sembrar nuevas plantas.

Las personas realmente educadas son siempre productivas, pues quieren hacer cada vez más con lo que saben y con lo que siguen aprendiendo día a día. Una persona educada no es empleada sino empresaria, emprendedora de nuevas ideas generadoras de más y mejores oportunidades. Hay que enterrar nuestra educación actual que sólo enseña a pedir cambures y crear una educación moderna que enseñe a sembrar nuevas matas de cambures.

Hay un viejo adagio indoamericano que dice lo mismo pero no sembrando cambures sino sembrando maíz:

SI LE DAS MAÍZ A UN HOMBRE, ÉSTE SE ALIMENTARÁ UNA VEZ. SI LE DAS MUCHO MAÍZ, SE ALIMENTARÁ VARIOS DÍAS. SI LE ENSEÑAS A SEMBRAR, SE ALIMENTARÁ TODA LA VIDA.

Simón Bolívar también estaba consciente de que para tener una nación realmente libre y democrática hacía falta una educación creadora, una educación fundada en el trabajo y en el saber para hacer que la gente sea igual ante la ley:

"LA NATURALEZA HACE A LOS HOMBRES DESIGUALES, EN GENIO, TEMPERAMENTO, FUERZAS Y CARACTERES. LAS LEYES CORRIGEN ESTA DIFERENCIA PORQUE COLOCAN AL INDIVIDUO EN LA SOCIEDAD PARA QUE LA EDUCACIÓN, LA INDUSTRIA, LAS ARTES, LOS SERVICIOS, LAS VIRTUDES, LE DEN UNA IGUALDAD FICTICIA, PROPIAMENTE LLAMADA POLÍTICA Y SOCIAL.

LA EDUCACIÓN POPULAR DEBE SER EL CUIDADO PRIMOGÉNITO DEL AMOR PATERNAL DEL CONGRESO. MORAL Y LUCES SON LOS POLOS DE UNA REPÚBLICA, MORAL Y LUCES SON NUESTRAS PRIMERAS NECESIDADES... RENOVEMOS EN EL MUNDO LA IDEA DE UN PUEBLO QUE NO SE CONTENTA CON SER LIBRE Y FUERTE, SINO QUE QUIERE SER VIRTUOSO.

He pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más difícil entre los hombres: hacerlos honrados y felices".

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HABLAR CONTRA ISRAEL, PILAR RAHOLA*

Lunes por la noche, en Barcelona. En el restaurante, un centenar de abogados y jueces. Se han reunido para oír mis opiniones sobre el conflicto de Oriente Medio. Saben que soy un barco heterodoxo, en el naufragio del pensamiento único que impera en mi país, sobre Israel. Quieren escucharme. Alguien razonable como yo, dicen, ¿por qué se arriesga a perder la credibilidad, defendiendo a los malos, a los culpables? Les digo que la verdad es un espejo roto, y que todos tenemos algún fragmento. Y provoco su reacción: “Todos ustedes se creen expertos en política internacional cuando hablan de Israel, pero en realidad no saben nada”.

¿Se atreverían a hablar del conflicto de Ruanda, de Cachemira, de Chechenia? No. Son juristas; su terreno no es la geopolítica. Pero con Israel se atreven. Se atreve todo el mundo. ¿Por qué? Porque Israel está bajo la permanente lupa mediática y su imagen distorsionada, contamina los cerebros del mundo. Y por qué forma parte de lo políticamente correcto, por qué parece solidario, por qué sale gratis hablar contra Israel. Y así, personas cultas, cuando leen sobre Israel están dispuestas a creerse que los judíos tienen seis brazos, como en la Edad Media creían todo tipo de barbaridades. Sobre los judíos de antaño y los israelíes de hoy, todo vale. La primera pregunta, pues, es por qué tanta gente inteligente, cuando habla sobre Israel, se vuelve idiota.
El problema que tenemos quienes no demonizamos a Israel, es que no existe el debate sobre el conflicto, existe la pancarta; no nos cruzamos ideas, nos pegamos con consignas; no gozamos de informaciones serias, sufrimos periodismo de hamburguesa, fast food, lleno de prejuicios, propaganda y simplismo.

El pensamiento intelectual y el periodismo internacional, ha dimitido en Israel. No existe. Es por ello que cuando se intenta ir más allá del pensamiento único pasa a ser sospechoso y reaccionario, y es inmediatamente segregado. ¿Por qué? Hace años que intento responder a esta pregunta: ¿por qué? ¿Por qué de todos los conflictos del mundo, solo interesa éste? ¿Por qué se criminaliza un pequeño país, que lucha por su supervivencia? ¿Por qué triunfa la mentira y la manipulación informativa, con tanta facilidad? ¿Por qué todo es reducido a una simple masa de imperialistas asesinos? ¿Por qué las razones de Israel nunca existen? ¿Por qué nunca existen culpas palestinas? ¿Por qué Arafat es un héroe, y Sharón un monstruo? En definitiva, ¿por qué, siendo el único país del mundo amenazado con la destrucción, es el único al que nadie considera víctima? No creo que exista una única respuesta a estas preguntas. Al igual que es imposible explicar completamente la maldad histórica del antisemitismo, tampoco resulta posible explicar la imbecilidad actual del anti israelismo. Ambas beben de las fuentes de la intolerancia, la mentira y el prejuicio. Si, además, aceptamos que el anti israelismo es la nueva forma de antisemitismo, concluimos que han cambiado las contingencias, pero se mantienen intactos los mitos más profundos, tanto del antisemitismo cristiano medieval, como del antisemitismo político moderno.
Y esos mitos han desembocado en el relato sobre Israel. Por ejemplo, el judío medieval que mataba niños cristianos para beber su sangre, conecta directamente con el judío israelí que mata niños palestinos, para quedarse sus tierras. Siempre son niños inocentes y judíos oscuros. Por ejemplo, los banqueros judíos que querían dominar el mudo a través de la banca europea, según el mito de los Protocolos, conecta directamente con la idea de que los judíos de Wall Street dominan el mundo a través de la Casa Blanca.

El dominio de la prensa, el dominio de las finanzas, la conspiración universal, todo aquello que configuró el odio histórico contra los judíos, desemboca hoy en el odio a los israelíes. En el subconsciente, pues, late el ADN antisemita occidental, que crea un eficaz caldo de cultivo. Pero, ¿qué late en el consciente? ¿Por qué hoy surge con tanta virulencia una renovada intolerancia, ahora centrada, no en el pueblo judío, sino en el Estado judío?

Desde mi punto de vista, ello tiene motivos históricos y geopolíticos, entre otros el cruento papel soviético durante décadas, los intereses árabes, el anti americanismo europeo, la dependencia energética de Occidente y el creciente fenómeno islámico. Pero también surge de un conjunto de derrotas que sufrimos como sociedades libres y que desemboca en un fuerte relativismo ético. Derrota moral de la izquierda. Durante décadas, la izquierda levantó la bandera de la libertad, allí donde existía la injusticia, y fue la depositaria de las esperanzas utópicas de la sociedad. Fue la gran constructora de futuro'

A pesar de que la maldad asesina del estalinismo hundió esas utopías y dejó a la izquierda como el rey desnudo, despojada de atuendos, ha conservado intacta su aureola de lucha, y aún marca las pautas de los buenos y los malos del mundo. Incluso aquellos que nunca votarían posiciones de la izquierda, otorgan un gran prestigio a los intelectuales de izquierda, y permiten que sean ellos los que monopolicen el concepto de solidaridad.

Esa traición histórica a la libertad se reproduce, en el momento actual, con precisión matemática. También hoy, como ayer, esa izquierda perdona ideologías totalitarias, se enamora de dictadores y, en su ofensiva contra Israel, ignora la destrucción de derechos fundamentales. Odia a los rabinos, pero se enamora de los imanes; grita contra Tzáhal, pero aplaude a los terroristas de Hamás; llora por las víctimas palestinas, pero desprecia a las víctimas judías; y cuando se conmueve por los niños palestinos, solamente lo hace si puede culpar a los israelíes. Nunca denunciará la cultura del odio, o su preparación para la muerte, o la esclavitud que sufren sus madres.
Y mientras alza la bandera de Palestina, quema la bandera de Israel. Hace un año, en el Congreso de AIPAC en Washington, hice las siguientes preguntas: “¿Qué patologías profundas alejan a la izquierda de su compromiso moral? ¿Por qué no vemos manifestaciones en París, o en Barcelona en contra de las dictaduras islámicas? ¿Por qué no hay manifestaciones, en contra de la esclavitud de millones de mujeres musulmanas? ¿Por qué no manifiestan en contra del uso de niños bombas, en los conflictos donde el Islam está implicado? ¿por qué la izquierda sólo está obsesionada en luchar contra dos de las democracias más sólidas del planeta, y las que han sufrido atentados más sangrantes: Estados Unidos e Israel?”…
Por qué la izquierda que soñó utopías ha dejado de soñar, quebrada en el Muro de Berlín de su propio fracaso. Ya no tiene ideas, sino consignas. Ya no defiende derechos, sino prejuicios. Y el mayor prejuicio de todos es el que tiene contra Israel. Acuso, pues, de forma clara: la principal responsabilidad del nuevo odio antisemita, disfrazado de anti israelismo, proviene de aquellos que tendrían que defender la libertad, la solidaridad y el progreso. Lejos de ello, defienden a déspotas, olvidan a sus víctimas y callan ante las ideologías medievales que quieren destruir la civilización.

La traición de la izquierda es una auténtica traición a la modernidad. Derrota del periodismo. Tenemos un mundo más informado que nunca, pero no tenemos un mundo mejor informado. Al contrario, las autopistas de la información nos conectan con cualquier punto del planeta, pero no nos conectan ni con la verdad, ni con los hechos.

Los periodistas actuales no necesitan mapas porque tienen Google Earth, no necesitan saber historia porque tienen Wikipedia. Los históricos periodistas que conocían las raíces de un conflicto aún existen, pero son una especie en vías de extinción, devorados por este periodismo de hamburguesa que ofrece noticias fast-food, a lectores que desean información fast-food.

Israel es el lugar del mundo más vigilado y, sin embargo, el lugar del mundo menos comprendido. Por supuesto, también influye la presión de los grandes lobbys del petrodólar, cuya influencia en el periodismo es sutil pero profunda.

Cualquier mass media sabe que si habla contra Israel, no tendrá problemas. Pero ¿qué ocurrirá si critica a un país islámico? Sin duda, entonces, se complicará la vida. No nos confundamos. Parte de la prensa que escribe contra Israel, se vería reflejada en una aguda frase de Goethe: “Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre, sin serlo”. O también en otra, más cínica, de Mark Twain: “Conoce primero los hechos y luego distorsiónalos cuanto quieras”. El Código Penal Romano. Y la Carta de Derechos Humanos. Y con estos tres textos, volveríamos a empezar. Estos principios, que nos avalan como sociedad, son relativizados, incluso por aquellos que dicen defenderlos. “No matarás”…, depende de quien sea el objetivo…, piensan aquellos que, por ejemplo en Barcelona, se manifestaron con gritos a favor de Hamás.

“Vivan los derechos humanos”…, depende de a quien se aplican, y por ello no preocupan a millones de mujeres esclavas. “No mentirás”…, depende de si la información es un arma de guerra a favor de una causa. La masa crítica social se ha adelgazado y, al mismo tiempo, ha engordado el dogmatismo ideológico. En ese doble viraje, los valores fuertes de la modernidad han sido sustituidos por un pensamiento débil, vulnerable a la manipulación y al maniqueísmo.
La ONU sólo sirve para que islamofascistas como Ahmadineyad, o demagogos peligrosos como Hugo Chávez, tengan un altavoz planetario desde donde escupir su odio. Y, por supuesto, para atacar sistemáticamente a Israel. También contra Israel, la ONU vive mejor.

Finalmente, derrota del Islam. El Islam de las luces sufre hoy el violento ataque de un virus totalitario que intenta frenar su desarrollo ético. Este virus usa el nombre de Dios para perpetrar los horrores más inimaginables: lapidar mujeres, esclavizarlas, usar embarazadas y jóvenes con retraso mental como bombas humanas, adiestrar en el odio, y declarar la guerra a la libertad. No olvidemos, por ejemplo, que nos matan con móviles vía satélite conectados… con la Edad Media.
Si el estalinismo destruyó a la izquierda, y el nazismo destruyó a Europa, el fundamentalismo islámico está destruyendo al Islam. Y también tiene, como las otras ideologías totalitarias, un ADN antisemita. Quizás el anti isemitismo islámico es el fenómeno intolerante más serio de la actualidad, no en vano afecta a más de 1.300 millones de personas educadas, masivamente, en el odio al judío.

En la encrucijada de estas derrotas, se encuentra Israel. Huérfano de una izquierda razonable, huérfano de un periodismo serio y de una ONU digna, y huérfano de un Islam tolerante, Israel sufre el violento paradigma del siglo XXI: la falta de compromiso sólido con los valores de la libertad.

Nada resulta extraño. La cultura judía encarna, como ninguna, la metáfora de un concepto de civilización que hoy sufre ataques por todos los flancos. Ustedes son el termómetro de la salud del mundo. Siempre que el mundo ha tenido fiebre totalitaria, ustedes han sufrido. En la Edad Media española, en las persecuciones cristianas, en los progroms rusos, en el fascismo europeo, en el fundamentalismo islámico. Siempre, el primer enemigo del totalitarismo ha sido el judío. Y en estos tiempos de dependencia energética y desconcierto social, Israel encarna, en propia carne, al judío de siempre.Una nación paria entre las naciones, para un pueblo paria entre los pueblos. Es por ello que el antisemitismo del siglo XXI se ha vestido con el eficaz disfraz del anti israelismo.

¿Toda la crítica contra Israel es antisemita? No. Pero, todo el antisemitismo actual se ha volcado en el prejuicio y la demonización contra el Estado judío. Un nuevo vestido para un viejo odio. Dijo Benjamin Franklin: “Donde mora la libertad, allí está mi patria”. Y añadió Albert Einstein: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Este es el doble compromiso aquí y hoy: no sentarse nunca a ver pasar el mal y defender siempre las patrias de la libertad.

*Texto de la conferencia ofrecida en el Global Forum for Combating Antisemitism, que se celebró días atrás en Jerusalem.

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LIBERTAD PARA VENEZUELA, DESDE EL PUENTE, OSWALDO ÁLVAREZ PAZ

La ruta hacia la independencia de Venezuela fue impulsada por un procerato civil consciente de la responsabilidad que asumía, aunque en su propio mundo hubo fuertes dosis de incomprensión. No olvidemos que se trataba defender los derechos de Fernando VII, derrocado por la onda expansiva del bonapartismo para entregar la corona al hermano del Emperador.


Sin embargo, la decisión de los patricios de rebelarse ante tal situación, se extendería hacia el anhelo de independencia plena. La Sociedad Patriótica, Miranda, Bolívar y “el millón de grandes”, el coraje sin límites de aquella generación auroral empujaron la historia hacia el 5 de julio de 1811, hacia la declaración formal de la Independencia y la firma del acta respectiva. La guerra empezaba bajo grandes incertidumbres.

Las dolorosas derrotas que siguieron a tímidas victorias iniciales templaron el espíritu de los Libertadores. Los llamamos así porque, si bien es cierto que se luchaba por la independencia de la Corona, también es cierto que la razón final envolvía una lucha por la Libertad en su contenido más amplio. Venezuela tenía que ser una república libre para siempre, una nación integrada por personas libres, cuya dignidad debería encontrar instituciones para concretarse.

Los hechos y las circunstancias que rodearon aquella jornada han sido analizados a fondo. No todos los analistas lo hacen desde las mismas perspectivas. El afán oficialista del régimen actual continúa en el malsano empeño de distorsionar la historia y presentarla como una lucha de clases y, lo que es peor e imperdonable, dándole una orientación militarista para proyectarla sobre la Venezuela actual.

Hugo Chávez profundiza la división del país. La siembra de odios y de resentimientos que ha venido sembrando desde 1999, la militarización de la vida civil y la administración pública, la legalización de una suerte de paramilitarismo mercenario –milicias uniformadas o no- para atemorizar a la población y solaparlo en las fuerzas regulares, la desvergonzada carrera armamentista que escandaliza al continente, la inseguridad de las personas y los bienes como política de estado, la criminal intentona para ideologizar a los niños y jóvenes sobre la base de mentiras pero con propósitos definidos relativos a la prédica “revolucionaria”, la entrega de la soberanía al gobierno cubano y la impunidad con la que es violada la integridad territorial por parte del narcoterrorismo guerrillero del vecindario, la violación sistemática del orden jurídico que ha hecho ineficiente la Constitución y las leyes fundamentales, para solo mencionar algunos aspectos de la Venezuela actual nos llevan a la conclusión de que la Libertad está herida de muerte, tanto para el país como para el ciudadano común.

El socialismo a la cubana, derrotado electoralmente en 2007, es enemigo de la Libertad. La asfixia, la ahoga, es el verdadero enemigo. La lucha es irreversible contra la tiranía. ¡Ya basta!

oalvarezpaz@gmail.com
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EL YUGO MILITARISTA, DANIEL SANTOLO, LUNES 19 DE ABRIL DE 2010

Los últimos acontecimientos que han ocurrido en el ámbito nacional, nos indican el camino que nos espera por recorrer. Cuando vemos al Presidente, en sus interminables y extensos discursos, que de más está decir se tornan algunas veces entretenidos por lo variopinto e imaginativos, no debemos descuidarnos, pues hay que estar atentos a los mensajes gestuales, entre ellos el que considero más repetitivo y peligroso: el Presidente, al hablar de sus “enemigos”, suele golpear con el puño su otra mano, gesto éste que a todas luces indica que hay que agredir y golpear a los contendientes en cualquier plano. “No hay que darles tregua”, grita, mientras golpea con su puño con odio, como si la sociedad algo le debiera.

Sólo basta con ver los hechos que se desarrollan a lo largo y ancho del territorio para darse cuenta que el mensaje está llegando a ciertos sectores de la población. En la actualidad el índice de robos y asesinatos es preocupante, se ha generalizado un estado de violencia tal, que no es suficiente para el agresor despojarte de tus bienes, debe eliminarte físicamente sin contemplación.

Tal vez podrán decir algunos que esto es producto de años de descomposición social, podría ser cierto, pero lo que sí es cierto es que las invasiones de tierras y propiedades en la actualidad son provocadas en gran parte por ese discurso agresivo y por enfrentar a todos contra todos, a pobres contra ricos.

El asesinato como vía de resolución de conflictos, se está legitimando en la sociedad, o mejor dicho, en un Estado de cómplices, entre ellos, los Poderes Públicos.

En estos momentos hay que recordar a los grandes pensadores, entre ellos al filósofo ingles del siglo XVI, Thomas Hobbes, quien en una de sus obras de mayor relevancia, Leviatán, nos plantea la situación en que vivían los hombres en los primeros momentos de la Historia. El autor nos describe el comportamiento que movía a los hombres, nos cuenta que el hombre, con sus más bajos instintos y en procura de lo necesario para su subsistencia, no tenía límites. La actitud que prevalecía era la del comportamiento animal. Hobbes denomina a esta situación “estado de naturaleza” y califica esta relación del hombre con una frase que lo encierra todo: “el hombre es lobo del hombre”.

El presidente y sus asesores cubanos saben bien hacia donde dirigen el discurso: hacia los sentimientos más bajos, el revanchismo, el odio social, la diferencia de clases, y uno de los más peligrosos, el militarismo. El gobierno sistemáticamente ha venido acabando con los símbolos civilistas, el discurso militarista plena todos a los sectores, al educativo, al laboral y al de los mass media.
Un 19 de abril, jueves santo de 1810, el Cabildo de Caracas, con el apoyo de parte del pueblo, depuso al Gobernador y Capitán General Vicente Emparan y demás altos funcionarios españoles, enviándolos al exilio. Hoy, el presidente vestido con traje militar nos pretende vender la idea de que la lucha por la independencia fue la lucha de unos militares que pretendían liberar la naciente república del yugo español, cosa que es falsa. Fueron los civiles que de forma muy audaz dieron los primeros pasos para ello, pero lamentablemente el resultado fue otro. Cayeron en el yugo militarista que por casi doscientos años, que hoy se cumplen, se ha apoderado del poder político en nuestra historia, con salvadas excepciones, las cuales por cierto hoy no se recuerdan.

danielsantolo@gmail.com
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