"No basta tener buen ingenio; lo principal es aplicarlo bien." René Descartes
Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 761 dìas. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel
América Latina: El alivio de Wikileaks. Alvaro Vargas Llosa
Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 761 dìas. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel
América Latina: El alivio de Wikileaks. Alvaro Vargas Llosa
Lo que revelan los documentos oficiales de Estados Unidos divulgados hasta ahora por Wikileaks sobre América Latina es más o menos reconfortante. Resulta que Washington, la centro-izquierda latinoamericana y el gobierno socialista de España eran menos ingenuos de lo que se pensaba acerca de la naturaleza del populismo autoritario en el hemisferio occidental.
La información más importante corresponde a la penetración generalizada del Estado venezolano por los servicios de inteligencia cubanos. Su acceso a Hugo Chávez es mayor que el de los venezolanos y que tienen carta blanca para actuar contra los críticos internos, reales o imaginarios. También constituyen el grueso de la custodia militar del autócrata. De acuerdo al cable 51158 fechado en enero de 2006, proporcionan a Hugo Chávez “informes de inteligencia no corroborados por los oficiales venezolanos”. El cable 246071 de 2010 indica que la Dirección de Inteligencia Militar y el Servicio Bolivariano de Inteligencia “son controlados por el Servicio de Inteligencia Cubano que opera en Venezuela”.
Durante años, los críticos venezolanos han denunciado que la antiimperialista república bolivariana ha permitido a la inteligencia cubana establecer allí un muy imperialista “Estado dentro del Estado”. Nadie parecía prestarle mayor atención fuera de Venezuela. A juzgar por los cables intercambiados entre diplomáticos estadounidenses y el Departamento de Estado, Washington y varios gobiernos latinoamericanos conocían todos los detalles. Lo que importa aquí no es que lo sabían sino que había una alarma generalizada y un esfuerzo diplomático para frenar el empeño conjunto de Chávez y los hermanos Castro en extender su revolución a otras partes del continente.
Es sorprendente que, de acuerdo a los cables enviados por la Embajada norteamericana en Buenos Aires, incluso dentro del gobierno argentino hubiera funcionarios preocupados por el peligro de que Cristina y Néstor Kirchner llevasen a ese país al campo revolucionario. Las expresiones de funcionarios argentinos salientes que critican a los Kirchner a sus espaldas en diálogo con diplomáticos extranjeros confirman esta preocupación y dejan constancia de las fuerzas activas que conjuran dicho riesgo de una chavización argentina. De acuerdo al cable de 235941, Sergio Massa, ex Jefe de Gabinete del presidente Kirchner, aseguró que “la Argentina no permitirá a los Kirchner consolidar su poder con más gobierno autocrático”. A su ex jefe lo llama “psicópata”.
Aún más significativa es la opinión transmitida en 2008 a un alto diplomático estadounidense por Bernardino León, Secretario General de la Presidencia del gobierno español, en Madrid respecto a la amenaza contra la inversión extranjera representada por Kirchner, cuya corrupción y populismo condena, y el boliviano Evo Morales, cuya impopularidad sobreestima. El gobierno español era percibido en esa época como amigo de Chávez, a quien había vendido armas; de Argentina, donde los inversores españoles no obstante eran sometidos de forma rutinaria a chantajes mafiosos, y de Bolivia, cuyo autoproclamado líder indígena era objeto de adulación.
Incluso la izquierda bien pensante de América Latina andaba horrorizada, en privado, con la orgía de populismo que tenía lugar en Argentina. La ex Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, que gobernó con pragmatismo en casa pero que fue complaciente con los revolucionarios latinoamericanos, es citada en el cable 243823 fechado en Santiago. Se le atribuye haber expresado una profunda desconfianza hacia Cristina Kirchner e incluso haber aludido a su “inestabilidad” (presumiblemente emocional).
Todo esto sugiere que el esfuerzo norteamericano por trabajar con los latinoamericanos para aislar diplomáticamente a las manzanas podridas del continente era más consistente de lo que las blandas declaraciones a menudo emitidas por las cancillerías sugerían. Hasta cierto punto, esto reivindica a Tom Shannon, el Secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental en tiempos de Bush, que empujó a Washington a llevar a cabo una diplomacia más inteligente y “aislacionista” contra la izquierda carnívora de la región, por oposición a las actitudes reflejas de vieja estirpe que han tendido por lo general a fortalecer el antiamericanismo. También parece, a juzgar por los fragmentos de información que hasta ahora han circulado, que los crecientes lazos de Brasil con Irán no fueron tomados tan despreocupadamente como alguna vez se pensó por la región.
Esto es relativamente tranquilizador. Pero también pone de relieve la impotencia del hemisferio para llevar a cabo políticas capaces de hacer un uso eficaz de la valiosa información y de las agudas percepciones que muchas de estas cancillerías tienen con respecto a la amenaza del populismo autoritario y la autodenominada revolución bolivariana. La inoperancia de la Organización de Estados Americanos, en la que todos estos gobiernos se encuentran representados, a la hora de defender el Estado de Derecho en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua marca un pavoroso contraste con la aguda conciencia del peligro que suponen esos regímenes para el futuro de la democracia liberal y la prosperidad económica de la región.
Wikileaks: el consenso equivocado. Moisés Naím
1. Wikileaks ha debilitado a Estados Unidos. Para un país que gasta 50.000 millones de dólares al año en inteligencia es una vergüenza que le hayan robado todos estos secretos. Y es obvio que muchos de sus aliados están furiosos con los estadounidenses. Pero los cables difundidos hasta ahora muestran que Estados Unidos tiene el Gobierno con mayor coherencia entre lo que dice en público y lo que hace en privado. Aún no se nos ha revelado una hipocresía estadounidense comparable con las flagrantes mentiras de algunos de los jefes de Estado que aparecen en los cables. Por ahora parece claro que las filtraciones de Wikileaks han dañado más a otros países que a Estados Unidos.
2. La diplomacia estadounidense sale muy mal parada. No. Más bien todo lo contrario. Sorprendentemente, hasta ahora nadie ha encontrado errores garrafales en las informaciones o en los pronósticos contenidos en los cables. Hay chismes y aseveraciones temerarias. También se destapan actos bochornosos como las preguntas sobre el estado mental de Cristina Kirchner o el espionaje a Ban Ki-moon, el jefe de la ONU. Pero estos no son errores. En el mundo de la diplomacia, el error hubiese sido no haberlo hecho. "¡Para eso les pagamos!", exclama Leslie Gelb, el presidente emérito del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, un think tank privado. Según Gelb, los cables muestran al Gobierno estadounidense tratando de resolver seria y profesionalmente los problemas más acuciantes del mundo sin realmente tener el poder para imponerles a otros las soluciones. "Lo que veo en los cables", escribe Gelb, "es a diplomáticos sonsacando información sensible de líderes extranjeros, buscando caminos para la acción común y luchando por aplicar la dosis adecuada de presión a otros países. ¡Y ese es su trabajo!". Y añade: "El villano que claramente emerge de los cables no es Washington; son los líderes de otros países, que eluden tomar decisiones difíciles y se refugian en la hipocresía, la cobardía y las mentiras que les dicen a sus pueblos".
3. Wikileaks ha sido manipulado por servicios de inteligencia. Según esta perspectiva, es lógico suponer que la CIA está detrás de esto. O el Mosad. O ambos. Puesto que los cables revelan que los países árabes mantienen en privado un rechazo a un Irán nuclear tanto o más furibundo que el sostenido públicamente por Israel y Estados Unidos, entonces, dicen algunos, es natural suponer que sus espías hayan adulterado los cables. Lo mismo ha insinuado Vladímir Putin con respecto a las revelaciones sobre Rusia: "Alguien está engañando a Wikileaks por motivos políticos", ha dicho. En el mundo del espionaje todo es posible. Pero lo que ya sabemos sobre los objetivos y la manera de operar de Wikileaks y su jefe, Julian Assange, no permite darle mucho crédito a esta visión de una conspiración encajada dentro de una ?o varias? más.
4. Ningún alto funcionario compartirá información con los estadounidenses. Así es. Pero esto no durará mucho. Ningún país se puede dar el lujo de mantener truncadas sus vías de comunicación con Estados Unidos. Habrá intereses, emergencias y necesidades que obligarán a restablecer intercambios diplomáticos más fluidos. Y Washington ya está trabajando activamente en crear nuevas tecnologías, canales de comunicación y procedimientos que le permitan ofrecer garantías creíbles y recuperar la confianza que le han perdido sus interlocutores foráneos.
5. La absoluta transparencia gubernamental es lo mejor para la sociedad. No. El problema es que las democracias son más vulnerables a la presión en este sentido que las dictaduras. Esta asimetría lleva a que, en la arena internacional, las democracias se ven obligadas a competir en desventaja con las tiranías, los terroristas y redes criminales que son sociedades secretas. Otro efecto indeseado de filtraciones como las de Wikileaks es que la lucha por un mundo transparente, donde forzamos a los Gobiernos a revelarlo todo, puede conducir a que, sin quererlo, le hagamos más fácil la vida a los tiranos.
Wikileaks en Miraflores. Fernando Luis Egaña
Fidel Castro escribe que lo de WikiLeaks es un escándalo colosal. Y de seguro que al afirmarlo no estaría pensando en los cables que se refieren al grado de control que la revolución cubana tiene sobre su par venezolana. De eso comenta muy poco el prolijo comandante.
Y es que según la documentación estadounidense revelada al respecto, las manos de los hermanos Castro Ruz están en todas las masas gubernativas de nuestro país, comenzando por las operaciones básicas en el centro del poder o el palacio de Miraflores. En cualquier caso se confirma o reitera una realidad relativamente conocida.
Pero ni de lejos en su completa dimensión. Por ello, ojalá y el equipo de Julian Paul Assange contara con informantes en las entrañas del “alto gobierno” nacional. Y quién quita que sea así, porque lo que saldría a la luz de seguro que dejaría boquiabiertos a la abrumadora mayoría de los venezolanos, incluyendo a buena parte de los partidarios rojos.
A lo mejor la satrapía quedaría tan al descubierto, como cuando se dieron a conocer las video-grabaciones de Montesinos al final del fujimorato. Se presume, por ende, que el grueso de la información sobre las imbricaciones políticas, militares y financieras entre el Estado cubano y el venezolano, no conoce el espacio público. Si ello ocurriera, ¿en dónde quedaría la retórica nacionalista y soberana?
Hasta ahora WikiLeaks se ha concentrado en publicar data confidencial o reservada del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado de EUA, pero bien podría ampliar su radio de acción a otros gobiernos, y no sólo a grandes y comprometidas corporaciones privadas, tal y como se viene anunciado.
No debe ser tan complicada la tarea, en particular porque en los más encumbrados niveles de poder, siempre hay quien esté dispuesto a suministrar material por debajo de cuerda. Y el saco de gatos de la “revolución bolivarista” no debe ser la excepción, sino acaso todo lo contrario. Candidatos a wiki-informantes no deberían faltar entre los caídos o menospreciados del entorno principal.
En medio de la opacidad informativa que tipifica su proceder, sería justo que la población en verdad conociera, por ejemplo, cuáles son los alcances de los nexos oficiales con otros gobiernos y con grupos políticos legales e irregulares del extranjero...
Pero además, a cuánto monta la transferencia de recursos nacionales al financiamiento político foráneo, y sobre todo cuál es la dimensión de la dependencia vernácula a las directrices y operaciones del Estado cubano. En pocas palabras, cómo se traduce en el pormenor documentado de los hechos la aseveración de Raúl Castro sobre que “Venezuela y Cuba son la misma cosa”.
El WikiLeaks miraflorino no tendría desperdicio y contribuiría a calibrar la estafa continuada y onerosa a la que ha sido sometida la nación venezolana por el régimen imperante.
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