Lejos de pretender subsanar con meridiana eficacia los efectos causados por los crudos temporales acontecidos en el país, particularmente sobre regiones como Miranda, Nueva Esparta, Mérida, Falcón, Anzoátegiui, Táchira, Zulia y Sucre, las realidades han tomado un desagradable matiz que, lógicamente, ha empeorado la condición de pobreza sobrevenida por miles de venezolanos directamente afectados por los embates de una naturaleza que pareciera estar respondiendo al maltrato de una grosera industrialización.
Las medidas asumidas como órdenes militares por el presidente Chávez, no han sido distintas de lo que pudiera significar una tragedia de decisiones cuyo nivel de exabrupto, ha estado alineado con una demagogia vinculada a un desenfrenado proselitismo arrastrado por el mordaz apetito de todo proceso político–eleccionario. Su afán por imponerse a costa de lo que sea, ha devenido en crasas equivocaciones traducidas en soluciones que sólo generarían mayores problemas de los que hasta ahora se han vivido. Su sentido de la emergencia tiene el ingrediente del populismo. Pero esta vez, de un populismo inyectado de resentimiento del cual se ha aprovechado su anillo de subordinados serviles para practicar el egoísmo como instrumento de destrucción de derechos humanos y garantías de obligatorio cumplimiento por los órganos del Poder Público de conformidad con la Constitución de la República.
En medio de este diluvio de rabia presidencial, tristemente coincidente con la borrasca desatada en el curso de las últimas semanas, cuya pluviosidad ha registrado niveles históricos insólitos, se perdió la condición de Nación. La carencia de una visión de planificación que pudiera demostrar el esfuerzo de hacia dónde dirigir al país, ha facilitado que Venezuela se parezca más a un cuartel comandado por oficiales de quinta categoría. Por militares con ínfulas de mercenarios cuya capacidad de resolver problemas llega sólo a considerar el parche como único recurso. Sin idea alguna de que la ingeniería que hoy se requiere para acometer propuestas ligadas al desarrollo social y económico, es de carácter ambiental determinada por criterios de sostenibilidad que puedan impulsar un ordenamiento urbano sustentable.
Sin conocimiento de la vulnerabilidad y de la amenaza ambiental que se ciernen ante las actuales realidades, será imposible controlar los desmanes que la naturaleza puede prodigar sobre cualquier espacio. Menos aún, evitarlos. Sobre todo, cuando la obstinación del poder político no advierte que la pobreza constituye la mayor vulnerabilidad. Entonces qué ha ocurrido. ¿Una lluvia de tragedias o de odios?
VENTANA DE PAPEL
Colapso roza lo absurdo
Pese a que los últimos días la naturaleza ha tendido a ser algo benevolente, la situación es infortunada por no decir desastrosa. Pero lo que sucede no es para menos si hay que dar cuenta del modo como el gobierno ha manejado la crisis que tiene al país en ascuas. Particularmente, en lo que concierne a la alcaldía Libertador dirigida por el psiquiatra Jorge Rodríguez. De acuerdo a información suministrada de buena fuente, los damnificados ubicados en los hoteles de Caracas recibieron su primer alimento después de 40 horas de ser trasladados. No hay coordinación, orden, prioridades, ni cabeza visible que responda por tales ejecutorias. Por ejemplo, en el Hotel Savoy desalojaron a los huéspedes sin mediar norma de educación alguna para meter a los damnificados.
En el Hotel President, funcionarios de la Alcaldía tomaron 200 habitaciones. ¿Pero pagar? No…eso no está contemplado. Un hotel en El Paraíso fue tomado todo de forma grosera. Y cero pago. A algunas fábricas de colchones llegó la Guardia Nacional y a brinco rabioso confiscó toda la mercancía. Y de paso, exige a los dueños que generen doble turno de producción. ¿Cuál es el detalle? Que los dueños corren con todos los gastos de materia prima, salarios y mercancía final. Pero los méritos, los cacareará el gobierno revolucionario como irónica respuesta del socialismo. En Catia la situación es más grave: los damnificados identificados con la oposición han sido objeto de exclusión, ataque y negación de ayuda. De esta manera es que el gobierno, al menos en Caracas, viene “resolviendo” la maltrecha situación. Como dice Oscar Yánez “no mejora el enfermo”.
Trapos sucios al sol
Wikileaks está estremeciendo a defensores de la libertad de prensa en todo el mundo. Aun cuando la feroz campaña de intimidación en su contra, ha puesto en jaque su portal Web. En todo caso, expertos legales han opinado que Wikileaks no ha vulnerado ninguna ley pues la información que asoma no es producto de violación alguna que evidencie un delito en específico. No obstante destacados políticos de países cuestionados por el tenor de sus mensajes, lo han tachado de grupo terrorista y se ha llegado a insinuar que habría que evitar la labor de miembros de su equipo. Indudablemente, la correspondiente organización está sufriendo un ataque masivo por parte de gobiernos y corporaciones.
En todo caso, WikiLeaks está limitándose a publicar información facilitada por confidentes, en colaboración con algunos de los periódicos más prominentes del mundo (New York Times, The Guardian, Spiegel, El País), quienes examinan cuidadosamente la información antes de publicarla. Esa gigantesca intimidación extra-judicial, constituye un ataque a la democracia misma. La escalofriante campaña de amenazas que gobiernos y corporaciones privadas están librando contra WikiLeaks, supone un ataque a la libertad de prensa y a la democracia. Se hace entonces necesario alzar voces en defensa de la libertad de prensa y expresión. Más cuando el problema no es el medio sino una diplomacia de hipocresía encubierta.
¡A mandíbula batiente!
Preocupados por conocer mejor la historia del desarrollo nacional, científicos caraqueños excavaron 50 metros bajo tierra y descubrieron pequeños hilos de cobre. Después de estudiar esos trozos de hilo por mucho tiempo, llegaron a la conclusión de que los antiguos pobladores de Caracas tenían una red nacional de teléfono hace 2.500 años. Pero a los maracuchos, dicho descubrimiento no les pareció nada del otro mundo. Le pidieron a sus propios científicos que excavaran más hondo. A 100 metros bajo tierra encontraron pequeños hilos de cristal que, según ellos, formaban parte del sistema de fibra óptica nacional que tenían los primeros maracuchos hace 3.500 años. Los Gochos (andinos) no dejaron impresionarse por ello. Sin embargo, la acción fue replicada. Esta vez en Mérida. Los científicos gochos excavaron más profundo. Llegaron hasta 150 metros bajo tierra pero no encontraron nada. Empeñados en eso, excavaron a 200 metros y aun nada. Entonces persistieron en excavar hasta 250 metros. Total, no encontraron ni un centímetro de hilo. Ni de cobre, ni de cristal, ni de ninguna otra cosa. Agotados por el trajín que la tarea les ocasionó, llegaron a la sabia conclusión (y con suma razón)... que los gochos hace más de 5.000 años ya utilizaban conexión inalámbrica (WI-FI). De modo que sólo queda decir y, sin duda alguna, que inteligentes han sido siempre. ¡¡ Vivan Los Gochos !!
Arrecia destrucción del país
Asustado por la declinación de su popularidad ante la cercanía de los comicios presidenciales en Diciembre de 2012, el jefe del Estado ha tomado la decisión de ordenar arreciar la destrucción de lo que queda de democracia para imponerse como caudillo y atornillarse en el máximo escaño del poder político nacional.
De ahí que los estamentos nacionales obedientes a sus despropósitos, comenzaron a estructurar una nación menguada entre las ruinas de una democracia consolidada como en su momento lo fue. Bajo la determinación de radicalizar la revolución socialista, al régimen le ha dado por acomodar el marco normativo de acuerdo a necesidades que sólo reflejan la avidez de seguir usurpando el mayor poder posible para comprar las actitudes de genuflexos ganados por la inmensa corrupción que hoy tiene al país en ascuas.
Pero también, de limitar al extremo las libertades de expresión, opinión, información y de prensa para de esa forma garantizarse que nadie podrá, en lo sucesivo, poner al descubierto las marramuncias de este régimen salpicado por la vulgaridad de una política de única voz y estancada en la prehistoria del pensamiento político, económico y social.
Antonio José Monagas
amonagas@cantv.net
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