viernes, 10 de diciembre de 2010

DESTRUYENDO EN SOCIALISMO. IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO

La medida más sabia para resolver la emergencia es suspender las clases. Si no hay clases escampa (Ramírez dixit)

En este país, desde que entramos a la era de la “revolución bonita pero armada” todo es diferente a como había venido ocurriendo en tiempos anteriores, pero además da la impresión que también es diferente a como ocurre en cualquier parte del globo terráqueo. Algo totalmente inédito pues. Cualquier evento, cualquier cosa, cualquier acto, acontecimiento, tragedia, alegría, se le da un tratamiento que sigue un patrón diseñado, según parece, por el teniente coronel que una vez fracasó en un golpe de Estado y que un “por ahora” lo catapultó a la fama. Todo es por primera vez y todo es a causa o como consecuencia de otros. Una docena de años de haber sido electo presidente por primera vez, casi dos períodos y medio de los anteriores, y todo es culpa del gobierno anterior. La simple inauguración de una pluma de agua (pila, chorro, grifo) en un cerro se hace en cadena nacional y en perorata de varias horas se anuncia que por primera vez ocurre este evento, lo de la pluma. Pero si por alguna casualidad, que en este régimen no es ninguna casualidad sino más bien en lo normal, de la tal pluma de gua no sale el preciado líquido, la culpa es del gobierno anterior, de los adecos y copeyanos, de los burgueses, de los escuálidos, del imperio, la CIA o los medios, dependiendo del lugar y la fecha y la cantidad de litio ingerido. Y así va pasando el tiempo y el país otrora trabajador, productivo, alegre, progresista, amplio, tolerante, se sumerge en un caos, en una especie de oscuro túnel donde nadie sabe para donde se va o si más bien se viene.

Lo último que nos ha acontecido es el aguatal que nos ha caído. Como es costumbre de este gobierno, después de dos semanas de palos de agua continuos (recordemos Vargas, 1999), tiempo durante el cual los gobernadores y alcaldes de oposición se mojaban hasta la cintura y Globovisión reflejaba en su pantalla las inundaciones, derrumbes y deslaves, que el canal de todos los venezolanos no veía, aparece el teniente coronel felón, cual Chapulín colorado, disfrazado de general norcoreano, en cadena nacional anunciando las medias de emergencia de su gobierno. Ministro mande la tropa, mueva los tanques, que salgan los sikoys, la milicia, la guardia, la marina. Después de cinco horas de repaso de las enseñanzas de Marx y el Che, los saludos a Fidel y Raul, las ventas de arañitas, los ponche que propinaba con su “rabo ’e cochino”, los relatos de cuando conspiraba en la academia, ascensos exprés, y demás anécdotas que toda Venezuela se sabe de memoria el gran anuncio: “Por primera vez un gobierno, y tenía que ser un gobierno socialista, revolucionario toma mediad de emergencia para subsanar este tipo de situaciones”. Exprópiese, ocúpese, invádase. “Allí, allí, en ese edificio de los ricos, metan a los damnificados”. Disculpe mi comandante en jefe allí precisamente viven algunos camaradas revolucionarios. Olvídalo. “En aquel otro metan otro grupo”. Disculpa mi comandante en jefe, ese no está terminado, no tiene ni agua ni luz. Joder. “Esas tierras ociosas que se ven allá exprópiense”. Mi comandante presidente esa es “La Chavera”. “Pajúo esas no, las otras”. “Ramírez, dame unos churupos para hacer unos apartamentos y casas, pero urgente, ya”. Sí, mi comandante en jefe, en qué lugares las quiere construir. “Bueno vale en Mali, Managua, La Paz y Santiago”. “Mire general que hace Capriles metido en esos changurriales, seguro que lo que está es haciendo política, dando dinero de los gringos, sáquemelo de allí”. “Ninguna ayuda puede llegar a los damnificados que no sea por la vía del PSUV y con mi retrato. Yo hice el decreto y yo lo violo”. “No se puede permitir que se politice esta tragedia nacional. Aquí el único que tiene ese derecho soy yo”.

Y así vemos como una tragedia que se pudo evitar si se hubiesen hecho las obras necesarias, si no se hubiesen dilapidado, robado, regalado, botado la gigante pelota de dólares que le han entrado al país en estos doce años. Si en vez de resolverle los problemas a los amiguitos del ALBA se hubiesen resuelto los problemas de Vargas, de los cerros de Caracas, de las represas del Zulia, de los ríos de Mérida y Táchira, del Lago de Valencia, de las autopistas y carreteras de todo el país. En verdad que este régimen, esta revolución socialista, todo lo que hace es inédito. Recibió un país y nos va a devolver un rastrojo. Así se destruye en socialismo.

Iolaizola@hotmail.com

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