Esta Venezuela de sempiternos verdes, ríos, mar, montañas, esteros, llanos, mèdanos y cantos remangados se escurre entre el rojo y el negro frente al dolor lastimoso y desgarrador de la gente que es víctima de la violencia, la delincuencia y la intimidación.
Continúa y seguirá persistiendo también la persecución descarnada a los disidentes honestos como el Dr. Zuluaga el Director de Globovisión, descalificándole e inventándole acusaciones y pruebas para enredarlo y de una vez por todas suspender al único canal de noticias que nos queda a todos los venezolanos y venezolanas, como lo hicieron con RCTV y sacar de una vez por todas de los zapatos del gobierno socialista comunista la piedra fastidiosa que no los deja caminar con tranquilidad.
Todavía en esta época de tanto discurso sobre derechos humanos, de tanta invitación a la reconciliación y a la reparación de daños, causa asombro la insistencia de algunos descontextualizados que no salen de la época de barbarie, sustentando con sus insultos y amenazas, su arrogancia, su prepotencia o en su silencio indiferente, pretendiendo desestimar lo que legítimamente ha venido constituyéndose como una posibilidad de avanzar desde la decencia en una nueva conciencia de época.
Es imperativo rechazar estos esquemas que quieren reaparecer y que sólo con la cooperación ciudadana podremos cerrarle el paso a toda esa recua de desadaptados, cobardes e indolentes, que vienen jugando con la moral y la decencia de una ciudadanía que tiene derecho a ser feliz. Los de actitudes belicosas a pesar de los errores cometidos, se niegan a reconocer un espacio de cambio. Ellos son los que esperado tener todo el poder y sembrarse de odio, para materializar todo lo que piensan y sienten cuando están ponderados.
Quienes pudieran ayudar al cambio insisten en vivir como en el viejo oeste, en actitud típica de bandidos, haciendo amenazas y descargas al aire e irrespetando la tranquilidad y la vida de los ciudadanos, bajo el amparo de un falso derecho a creerse los dueños de todas las ciudades y de los pueblos venezolanos e imponer sus conductas violentas sobre la salida lúcida y moderna del diálogo. Ellos, desde su intimidación expresan una resistencia al cambio, convertida en una marca profunda, arraigada al devenir histórico de las regiones, en la medida en que las mismas irregularidades del proceso socio histórico se explican por el modo como la razón en su forma ilustrada e instrumental se mezcló con esquemas religiosos y pre modernos que sentaron los primeros gérmenes de la intolerancia, la discriminación y la corrupción.
La indiferencia de la que tanto se ha hablado, surge del hecho de que las instituciones y los procesos sociales de las ciudades hayan marginado los valores ilustrados, dando pie a prácticas corruptas, injustas y de exclusión, pero que en contrasentido, se empieza a suscitar la respuesta de sectores que ya no resisten más la ignominia con la que se actúa sin ponderación alguna, pues ya es tiempo de vencer los miedos y atrevernos a protestar, a decidir el cambio y a proponer la vida como único fundamento de lo social.
Para esto se necesita solidaridad social y moral, ética para rodear a quienes encaran una posición de ruptura frente a los esquemas tradicionales de gobierno democrático y convivencia ciudadana.
Deberá insistirse en protestar públicamente contra cualquier asomo de violencia o irrespeto; salir a los medios o a las calles a marchar a favor de la decencia para que cada grito de paz que se una, lo haga con la convicción de estar haciendo lo correcto, como un querer general de los venezolanos (as) cansados de tantos abusos por parte de los fanáticos socialistas-comunistas, quienes desde su soberbia justifican sus acciones, injustificables desde cualquier mente sana. Aún así, ante tanta miseria humana, nuestra respuesta debe seguir siendo el vivir, el soñar una Venezuela mejor, democrática, con el respeto y la libertad fundando la vida, brillando sobre el caos, con un verde esperanza que supere los árboles, los ríos, el viento y la muerte, con un canto de triunfo vuelto grito más fuerte, melodía al viento, a los corazones y a las conciencias, para que más allá de las confabulaciones y los ardidos intolerantes que se ocultan tras las amenazas para sentirse fuertes y valientes, aún nos quede la posibilidad de perdón y reconciliación vuelta canción y gozo por la libertad y el respeto hacia los demás.
britozenair@gmail.com
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