lunes, 15 de noviembre de 2010

PIDO LA PALABRA / PITHECANTHROPUS POLITICUS... ANTONIO JOSÉ MONAGAS

A diferencia del homo erectus, que vivió entre 1,8 millones de años y 300.000 antes del presente, en el período del Pleistoceno inferior y medio, y que el holandés Eugène Dubois denominó Pithecanthropus Erectus para denotarlo como hombre-mono erguido, el pithecantrophus politicus habita en la actualidad y sus características sociales y económicas lo distinguen del resto de la población.

A diferencia del homo erectus, que vivió entre 1,8 millones de años y 300.000 antes del presente, en el período del Pleistoceno inferior y medio, y que el holandés Eugène Dubois denominó Pithecanthropus Erectus para denotarlo como hombre-mono erguido, el pithecantrophus politicus habita en la actualidad y sus características sociales y económicas lo distinguen del resto de la población. Pese a que sus actitudes han evolucionado respecto de las demostradas por sus antepasados, no dejan de ser elementales en cuanto al modo de acumular bienes. Bienes estos que luego permuta mediante perversos mecanismos financieros evitando así acusaciones que puedan evidenciar ilícitos manejos realizados al amparo de la oscuridad nocturnal.

Si bien debe reconocerse que del pithecantrophus politicus se han derivado distintas subespecies que igualmente desmorona todo lo que tiene ante su vista, con el propósito de justificar su presencia como nueva fuente de vida que a la postre ha dado por llamar: “socialismo del siglo XXI”, igualmente busca hacerse de las mayores riquezas de forma subrepticia. Precisamente, estas prácticas de añeja corrupción, aunque con variaciones de fondo, dan el toque de particularidad a esta especie humana que, desde Venezuela, se ha propagado por América Latina creyéndose –con absoluto desparpajo- la “espada de Bolívar”.

Todo lo que brilla, sin distingo de lo que pueda en efecto ser o contener, los cautiva de manera especial. Tanto los enloquece, que ello constituye una de las causas por las cuales llegan a agredirse sin importar consecuencia alguna. Es la razón que viene ocasionando su rechazo como extraña especie humana. Aunque el fuego, igualmente, los embriaga al extremo que sus recursos lo derrochan en armas de guerra militar, de guerra callejera y de guerra sucia.

Venezuela ha sido su mejor bastión pues ocupan importantes terrenos donde ponen a prueba sus habilidades para generar conflictos, instituir insidias, atropellar realidades y arruinar instituciones. La presencia del pithecantrophus politicus ha sido nefasta, cual invasión de langostas, para la preservación y fortalecimiento de la democracia que, aun cuando precaria, despuntó entre las mejores del continente. Actualmente, el país ha empobrecido no sólo en aspectos socioeconómicos.


También en cuanto a transparencia de procesos administrativos públicos. Asimismo, en el renglón de seguridad ciudadana tanto como de derechos humanos y libertades económicas. ¿Quién puede entonces decir que el país está mejor que ayer? Indiscutiblemente, el pithecantrophus politicus carcomió las bases de la moralidad cívica y de la ética pública. Ahora adoptaron el invertido criterio de premiar a quienes hacen las cosas al revés. Es decir, a quienes incumplen sus responsabilidades o destruyen la institucionalidad democrática y el ordenamiento jurídico constitucional. ¿Qué mejor demostración de los últimos eventos que han sacudido la vergüenza nacional? Todo como consecuencia de la catastrófica ocurrencia en el plano nacional, del pithecantrophus politicus.

VENTANA DE PAPEL

Improvisados y además indolentes

El gobierno venezolano continúa equivocadamente empeñado en imponer una ideología para mantenerse en el poder. Sin embargo, lejos de una ideología que exalte la vida y las libertades, su consigna sólo alude a la muerte. La ilusa pretensión de implantar un régimen totalitario, en­traña una ideología que únicamente puede sostenerse con propaganda, obscenidades y amenazas pues sus fundamentos giran alrededor del odio y del resentimiento que alberga el comandante y sus subordinados corruptos. Cada semana los venezolanos se sienten asqueados por las ofensas y vulgaridades que caracterizan toda declaración ante los medios de comunicación. Sobre todo, cuando los discursos presidenciales se convierten en momentos para despreciar la vida en nombre de su ideología. En medio de tan soez contradicción, cabe preguntarse ¿cómo aceptar que por orden de un alto funcionario se incite la muerte y no la vida? ¿O que la verborrea presidencial la violencia antes que la paz, las armas antes que los alimentos, las misiones antes que las Universidades, la energía nuclear antes que la electricidad generada por los caudales de los ríos venezolanos, la inseguridad antes que la salud física y men­tal del ciudadano, el militar antes que al trabajador, el militarismo ante que el civismo, el desorden antes que el desarrollo nacional, el empresariado extranjero antes que el nacionalista, los delincuentes antes que los estudiante?


Por otro lado, se exhiben personajes de gobierno con risitas de ironía, insolencias y torpezas. Cada día se utiliza para desmedrar la democracia con decisiones elaboradas con el sarcasmo de quien puede valerse de las circunstancias para acentuar toda posibilidad en provecho personal. Solamente por el egoísmo que radica en la consciencia de estas personas.

Responsabilidad social universitaria

En medio del problema que significa entender y atender los compromisos que atañen a la responsabilidad social que deben encarar las universidades, el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. Ha publicado un libro sobre tan determinante materia. Aunque la responsabilidad social es un área en construcción, tal como se reconoce, goza de un protagonismo que hace de su aplicación un importante recurso para responder a la sociedad a fin de coadyuvar eficaz y eficientemente a edificarla con mayor justicia social y demostrada solidaridad. No obstante hay muchas expectativas al respecto, aunque pocas referencias que permiten alumbrar el camino. Precisamente ante las preguntas de cómo comprender la responsabilidad social universitaria, y qué hacer para que las universidades asuman ciertamente su responsabilidad, es que se halla enfocado este importante libro. Aunque después de todo, no pretende ser una norma de responsabilidad social universitaria en tanto que modelo configurado aplicable a todos los casos. Nada de eso. Sin embargo este esfuerzo editorial del BID, busca ser una vía a través de la cual las universidades puedan plantearse esquemas de mejora continua. Puedan encontrar respuestas frente al hecho de responsabilizarse a cabalidad por sus vínculos e impactos sociales. A juicio del BID, este Manual de responsabilidad Social Universitaria, aporta una serie de herramientas pensadas “para que una Universidad pueda dialogar consigo misma, integrar sus diferentes áreas, funciones y personas, conocerse y colaborar mejor, en forma más solidaria y coherente”

Tener 60 en el siglo XXI

Mucha gente siente temor ante la edad. A medida que pasan los años, ciertamente, el organismo tiende a comportarse de manera diferente lo cual es obvio debido al agobio de distintas funciones. Pero ello no significa que la persona deba constreñirse socialmente cuando pasa de edades significativas. Por ejemplo, cuando se alcanza los sesenta. A pesar de que muchos son discriminados por el hecho de ser “sexagenarios”. Un texto anónimo, publicado por la Internet, señala que los de 60 “(…) no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… Ellos no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani; ni ellas sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso, saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente, o de una sonrisa iluminada por la experiencia. Hoy la gente de 60, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía no tiene nombre.


Antes, los de esa edad eran viejos. Hoy, ya no lo son. Hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias. Porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60 de hoy, celebra el sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo... Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben los de 60 del siglo XXI”
¿Servilismo? ¡Qué grosería!

Las declaraciones del mayor general Henry Rangel Silva, jefe del Comando Estratégico Operacional, son detestables. Dan vergüenza. Su opinión fue deleznable puesto que, frente a la grave crisis política que agobia al país, pretendió extender su ideología socialista por encima de la institucionalidad que compromete el devenir de factores tan determinantes para el futuro nacional como en efecto es la Fuerza Armada Nacional. Tan descarada expresión de sumisión que además peca de inconstitucional, coloca en posición de serio cuestionamiento a este militar quien también está duramente señalado por el gobierno norteamericano y referido por impugnaciones de Walid Makled, preso en Colombia y solicitado por EE.UU. Su ridícula amenaza de “usar la violencia de las FAN para desconocer una victoria de la oposición en 2012” por el hecho de que los “militares venezolanos están casados con la revolución socialista del presidente Chávez”, aparte de peligroso en el sentido institucional, resulta políticamente perjudicial para el sistema democrático.

Tanto que José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos, manifestó que si bien no opinaba sobre cosas que dicen altos funcionarios, hacía una excepción porque es muy delicado. Para él, “la Carta Democrática Inter-americana señala que todas las autoridades se subordinan al poder civil democrático, y las fuerzas armadas son un elemento central en esta materia. De manera que un comandante del ejército amenace con una insubordinación a priori es inaceptable. Correspondería a la autoridad civil venezolana, corregir eso”. ¿Qué buscaba Rangel Silva al anunciar tan degradante y peligrosa decisión? Nada menos que su ascenso militar. ¡Qué grosería!

Antonio José Monagas
amonagas@cantv.net

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