No es fácil hacerse la idea de que un exitoso gerente de la empresa privada pueda ser también un exitoso candidato presidencial. Ni siquiera el crédito de administrar una de las empresas más eficientes del continente pareciera ser suficiente para echar sobre los hombros de un inexperto de la política tamaña responsabilidad.
Este sería el juicio convencional, en un país convencional y en tiempos convencionales. No así en Venezuela donde ya nada es convencional. Y la prueba de que vivimos tiempos extraordinarios lo demuestra el hecho de que es precisamente el presidente Chávez quien hace pública esta posibilidad el domingo 30 de mayo del año en curso.
Si alguien tenía alguna duda del sentido de esta propuesta, independientemente de que sea cierta o no la disposición de Lorenzo Mendoza, el presidente Chávez la disipó el pasado domingo.
Aparte del pánico que le produjo la separación del general Raúl Isaías Baduel en noviembre de 2007, la cual contribuyó a la derrota de la reforma constitucional, nunca se había visto al presidente Chávez tan ostensiblemente dominado por las furias y presa de temores tan inquietantes. Virtualmente amenazó a Lorenzo Mendoza con despojarlo de la empresa Polar si se atrevía a desafiarlo.
No parece tampoco una coincidencia que la primera vez que el presidente Chávez anuncia la presunta intención de Lorenzo Mendoza, ese domingo 30 de mayo, ultraja de palabra a Raúl Isaías Baduel y a Oswaldo Álvarez Paz. Dos conspicuos disidentes que junto con Lorenzo Mendoza parecen sublevar hasta el paroxismo las interioridades del presidente Chávez.
Insinuar que no expropiaría a Polar a cambio de que Lorenzo Mendoza no se nomine como candidato presidencial puede verse como un chantaje o una amenaza, pero en realidad fue un acto supremo de debilidad.
¿Qué es lo que inspira este desasosiego?
Dinero
Cicerón solía decir que en las sinuosidades de todo conflicto está presente el dinero, mucho dinero. En el primer ciclo de esta era bolivariana los recursos del gobierno no fueron tan colosales como en los años posteriores al referendo revocatorio. El liderazgo opositor dividido e impotente no pudo enfrentar a Chávez.
Los años de abundancia fueron peores para la oposición. El ciclo de limitaciones se repite ahora y si bien el gobierno bolivariano se ha debilitado y la oposición ha instrumentado una fórmula unitaria, inherentemente frágil, no puede hacerse ilusiones. Incluso Hitler, a meses de su caída final, hizo retroceder en las Ardenas a los aliados que seis meses antes habían desembarcado en Normandía.
En virtud de una previsiva estructura internacionalizada, Polar no es tan vulnerable como pretende hacer creer el presidente Chávez. Lorenzo Mendoza, con la voluntad del que no tiene más alternativa y con el respaldo de la oposición unida podría desafiar al gobierno sin correr el riesgo de perder, como dice Chávez, “el chivo y el mecate”. Los partidos de oposición y el resto de los empresarios se encuentran también en un serio predicamento que se podría describir con otra expresión criolla: “Comen gallina o mueren arponeados”.
La confrontación
Todo poder absoluto, lo sabe cualquier estratega militar, padece de vulnerabilidades y puntos de quiebre. Ho Chi Minh y el astuto general Vo Nguyen Giap de Vietnam del Norte encontraron el punto de quiebre del incomparable poder militar y político de EE UU.
Paradójicamente una de las más grandes debilidades de la estrategia de Chávez es su poder absoluto. No comparte el ejercicio del poder con nadie y en consecuencia nadie se siente corresponsable de sus aciertos, mucho menos de sus colosales fracasos. Ya la población lo asocia con la colosal incompetencia que azota al país por los cuatro costados.
En este escenario, la estrategia polarizadora de Chávez parece devolverse como un tsunami. No existe estrategia válida sin un objetivo alterno y esta tesis “polarizada”, encabezada por Lorenzo Mendoza es digna de considerarse seriamente. El esfuerzo de desprendimiento y humildad que deben hacer los partidos para articular una estrategia unida alrededor de uno de los suyos exige una humildad tan franciscana que lo más conveniente es que no sea ninguno.
¿Lorenzo Mendoza, respaldado por los partidos, por el empresariado amenazado, la clase media y sectores populares frustrados exhibiendo como crédito a Polar, la empresa privada más exitosa de la historia de Venezuela y en conexión emocional con el pueblo? ¿Capitalismo democrático competente versus socialismo comunista fracasado? ¿Pasado versus modernidad?
La mano invisible del realismo político se encargaría de colocar las cosas en su sitio. Los alineamientos nacionales e internacionales se producirían automáticamente.
¿Serán estas las causas del desasosiego del presidente Chávez?
Este sería el juicio convencional, en un país convencional y en tiempos convencionales. No así en Venezuela donde ya nada es convencional. Y la prueba de que vivimos tiempos extraordinarios lo demuestra el hecho de que es precisamente el presidente Chávez quien hace pública esta posibilidad el domingo 30 de mayo del año en curso.
Si alguien tenía alguna duda del sentido de esta propuesta, independientemente de que sea cierta o no la disposición de Lorenzo Mendoza, el presidente Chávez la disipó el pasado domingo.
Aparte del pánico que le produjo la separación del general Raúl Isaías Baduel en noviembre de 2007, la cual contribuyó a la derrota de la reforma constitucional, nunca se había visto al presidente Chávez tan ostensiblemente dominado por las furias y presa de temores tan inquietantes. Virtualmente amenazó a Lorenzo Mendoza con despojarlo de la empresa Polar si se atrevía a desafiarlo.
No parece tampoco una coincidencia que la primera vez que el presidente Chávez anuncia la presunta intención de Lorenzo Mendoza, ese domingo 30 de mayo, ultraja de palabra a Raúl Isaías Baduel y a Oswaldo Álvarez Paz. Dos conspicuos disidentes que junto con Lorenzo Mendoza parecen sublevar hasta el paroxismo las interioridades del presidente Chávez.
Insinuar que no expropiaría a Polar a cambio de que Lorenzo Mendoza no se nomine como candidato presidencial puede verse como un chantaje o una amenaza, pero en realidad fue un acto supremo de debilidad.
¿Qué es lo que inspira este desasosiego?
Dinero
Cicerón solía decir que en las sinuosidades de todo conflicto está presente el dinero, mucho dinero. En el primer ciclo de esta era bolivariana los recursos del gobierno no fueron tan colosales como en los años posteriores al referendo revocatorio. El liderazgo opositor dividido e impotente no pudo enfrentar a Chávez.
Los años de abundancia fueron peores para la oposición. El ciclo de limitaciones se repite ahora y si bien el gobierno bolivariano se ha debilitado y la oposición ha instrumentado una fórmula unitaria, inherentemente frágil, no puede hacerse ilusiones. Incluso Hitler, a meses de su caída final, hizo retroceder en las Ardenas a los aliados que seis meses antes habían desembarcado en Normandía.
En virtud de una previsiva estructura internacionalizada, Polar no es tan vulnerable como pretende hacer creer el presidente Chávez. Lorenzo Mendoza, con la voluntad del que no tiene más alternativa y con el respaldo de la oposición unida podría desafiar al gobierno sin correr el riesgo de perder, como dice Chávez, “el chivo y el mecate”. Los partidos de oposición y el resto de los empresarios se encuentran también en un serio predicamento que se podría describir con otra expresión criolla: “Comen gallina o mueren arponeados”.
La confrontación
Todo poder absoluto, lo sabe cualquier estratega militar, padece de vulnerabilidades y puntos de quiebre. Ho Chi Minh y el astuto general Vo Nguyen Giap de Vietnam del Norte encontraron el punto de quiebre del incomparable poder militar y político de EE UU.
Paradójicamente una de las más grandes debilidades de la estrategia de Chávez es su poder absoluto. No comparte el ejercicio del poder con nadie y en consecuencia nadie se siente corresponsable de sus aciertos, mucho menos de sus colosales fracasos. Ya la población lo asocia con la colosal incompetencia que azota al país por los cuatro costados.
En este escenario, la estrategia polarizadora de Chávez parece devolverse como un tsunami. No existe estrategia válida sin un objetivo alterno y esta tesis “polarizada”, encabezada por Lorenzo Mendoza es digna de considerarse seriamente. El esfuerzo de desprendimiento y humildad que deben hacer los partidos para articular una estrategia unida alrededor de uno de los suyos exige una humildad tan franciscana que lo más conveniente es que no sea ninguno.
¿Lorenzo Mendoza, respaldado por los partidos, por el empresariado amenazado, la clase media y sectores populares frustrados exhibiendo como crédito a Polar, la empresa privada más exitosa de la historia de Venezuela y en conexión emocional con el pueblo? ¿Capitalismo democrático competente versus socialismo comunista fracasado? ¿Pasado versus modernidad?
La mano invisible del realismo político se encargaría de colocar las cosas en su sitio. Los alineamientos nacionales e internacionales se producirían automáticamente.
¿Serán estas las causas del desasosiego del presidente Chávez?
ochoa@diariodeamerica.com
o.ochoa@att.net
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