Entre gallos y medianoche, la Asamblea Nacional retomó el jueves pasado el tema de la reforma de la LOCTI. Sin que mediaran las formalidades de rigor, como el respeto al texto aprobado en 1ª discusión o la consulta popular, se presentó un nuevo texto. Lo único que tienen en común la ley vigente, la propuesta de reforma aprobada en enero pasado y esta contrarreforma, es la firma de Hugo Chávez.
La contrarreforma elimina el art. 5 que definía el ámbito de acción de la ciencia y la técnica. Ahora no sabemos ni qué hacemos ni para qué lo hacemos. Se crea una nueva entelequia administrativa denominada Autoridad Nacional con Competencia en Ciencia y Tecnología que deberá convivir con el Fonacit y el ONCTI, al cual le perdonaron la vida.
La reforma del madrugonazo tiene por objeto que el gobierno se apropie de todo lo relativo a ciencia, técnica e innovación, que son declaradas (art. 2) como de "interés público". Saca del juego al sector privado, mete a las Comunas (?) y reduce a los actores tradicionales a meros guarismos estadísticos. En ninguna de las instancias administrativas promovidas en la Ley, tienen representación los centros y laboratorios de investigación o su personal científico calificado.
La contrarreforma limita severamente la posibilidad de que las empresas privadas realicen desarrollos tecnológicos o promuevan investigación científica, dentro de sí o en entes externos. El art. 23 establece que "Todos los aportes (léase tributo o impuesto a la CyT) deberán ser consignados ante el Fonacit, mientras que el art. 27 especifica qué "actividades (son) consideradas como factibles de ser llevadas a cabo" con esos aportes. A partir de la promulgación de la Ley, todo lo que pretenda hacer una empresa en ciencia y técnica, deberá contar con el visto bueno del Estado y estar enmarcado en el Plan Nacional Socialista etc., etc.
Inicialmente, la LOCTI fue concebida como un instrumento para alinear los magros esfuerzos de investigación científica y desarrollo tecnológico del sector privado con los muy importantes del sector público. Toda una belleza de programa de cambio socio-político. Si bien tuvo errores, en la contrarreforma no sólo no se corrigen, sino que se introducen males peores. Entre los errores no atendidos está, por ejemplo, la naturaleza acumulativa del tributo o la pobre fiscalización del accionar investigativo o de desarrollo. Esas dos pifias nos llevan a ser la nación que más invierte en ciencia y tecnología en el globo, pero la sociedad que menos investigación y desarrollo ejecuta sus científicos y tecnólogos.
A partir de su entrada en vigencia, la nueva LOCTI permitirá que más del 3% del PIB vaya a parar a las arcas de un Fondo carente de control ciudadano. Un impuesto que no entra dentro del rubro de ingresos del Estado. Peor, se trata de una importantísima cantidad de dinero que no se sabe cómo se desembolsa. Si no lo creen, traten de averiguar qué se hizo con los fondos LOCTI entre los años 2008 y el 2010 en los informes ministeriales correspondientes.
conciencia.talcual@gmail.com
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La reforma del madrugonazo tiene por objeto que el gobierno se apropie de todo lo relativo a ciencia, técnica e innovación, que son declaradas (art. 2) como de "interés público". Saca del juego al sector privado, mete a las Comunas (?) y reduce a los actores tradicionales a meros guarismos estadísticos. En ninguna de las instancias administrativas promovidas en la Ley, tienen representación los centros y laboratorios de investigación o su personal científico calificado.
La contrarreforma limita severamente la posibilidad de que las empresas privadas realicen desarrollos tecnológicos o promuevan investigación científica, dentro de sí o en entes externos. El art. 23 establece que "Todos los aportes (léase tributo o impuesto a la CyT) deberán ser consignados ante el Fonacit, mientras que el art. 27 especifica qué "actividades (son) consideradas como factibles de ser llevadas a cabo" con esos aportes. A partir de la promulgación de la Ley, todo lo que pretenda hacer una empresa en ciencia y técnica, deberá contar con el visto bueno del Estado y estar enmarcado en el Plan Nacional Socialista etc., etc.
Inicialmente, la LOCTI fue concebida como un instrumento para alinear los magros esfuerzos de investigación científica y desarrollo tecnológico del sector privado con los muy importantes del sector público. Toda una belleza de programa de cambio socio-político. Si bien tuvo errores, en la contrarreforma no sólo no se corrigen, sino que se introducen males peores. Entre los errores no atendidos está, por ejemplo, la naturaleza acumulativa del tributo o la pobre fiscalización del accionar investigativo o de desarrollo. Esas dos pifias nos llevan a ser la nación que más invierte en ciencia y tecnología en el globo, pero la sociedad que menos investigación y desarrollo ejecuta sus científicos y tecnólogos.
A partir de su entrada en vigencia, la nueva LOCTI permitirá que más del 3% del PIB vaya a parar a las arcas de un Fondo carente de control ciudadano. Un impuesto que no entra dentro del rubro de ingresos del Estado. Peor, se trata de una importantísima cantidad de dinero que no se sabe cómo se desembolsa. Si no lo creen, traten de averiguar qué se hizo con los fondos LOCTI entre los años 2008 y el 2010 en los informes ministeriales correspondientes.
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