miércoles, 3 de noviembre de 2010

¡EXPROPIESE!. JOSE TORO HARDY

El gobernante le está expropiando el nivel de vida a los venezolanos y sobre todo a los más pobres
Al grito de "¡Exprópiese!", el Gobierno venezolano está procediendo a la expropiación masiva de los sectores más débiles de nuestra población. No estoy hablando de las nacionalizaciones de Owens Illinois, de las industrias de Guayana, de las cementeras, de las petroleras, de Polar ni de Agroisleña, entre infinidad de otras empresas que se han visto afectadas por la irracional actitud de un gobernante que está desmontando el aparato productivo que con tanto esfuerzo se desarrolló en Venezuela. Ni siquiera estoy hablando de las casi tres millones de hectáreas que en el sector agrícola se han incorporado al cementerio de la improductividad después de haber sido confiscadas, en la mayoría de los casos en abierta violación de nuestra Constitución.

Me estoy refiriendo a un proceso de expropiación mucho más perverso y profundo que está afectando día a día a la totalidad de la población venezolana, pero que gravita con mucha mayor intensidad sobre los más desvalidos. Se trata de un fenómeno cuyo daño se manifiesta de manera inversamente proporcional al nivel de ingresos; es decir, mientras menor sea el nivel de ingresos, mayor será el perjuicio. Me refiero, por supuesto, a la inflación.

La inflación le está expropiando el nivel de vida a los venezolanos. Y sostengo que son los venezolanos más pobres los que mayor daño sufren, porque ellos son los que destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a atender la más elemental de las necesidades: la alimentación. En los alimentos es donde se concentran las mayores tasas de inflación y a la vez el mayor nivel de incapacidad gubernamental. Recordemos el caso de Pdval.

El gobernante es incapaz de entender que el problema no se resuelve con controles ni expropiaciones. La única forma de lograr que los precios bajen es produciendo más y eso no se logra apropiándose de empresas y fincas productivas. Ellas eran precisamente las más capaces de aumentar la oferta de los productos que con mayor urgencia requiere la población. Se trata de una incautación grotesca, porque una vez expropiadas, la mayoría de estas empresas han caído en el barril sin fondo de la ineficiencia gubernamental, privando a la sociedad no sólo de lo que ellas antes producían, sino afectando además a los trabajadores que en ellas laboraban. Para colmo -sin excepción- sus costos de producción se incrementan y, aunque en apariencia el oficialismo afirme que ofrece esos productos a menores precios, la realidad es que las pérdidas en que incurren las empresas incautadas las obliga a pagar menos impuestos que antes, o bien a requerir de recursos financieros del Estado para mantenerse en operación. En ambos casos se trata de recursos que antes se podían dedicar a la educación, a la salud, a la seguridad, a la justicia, a obras de infraestructura o a otros fines que la sociedad requiere con mayor prioridad.

En todo caso, el único responsable de la inflación es el Estado. Aunque en general la población no tiene porqué entenderlo, la realidad es que los precios aumentan básicamente como consecuencia de que la cantidad de dinero que circula aumenta más rápidamente que los bienes y servicios que se ofrecen. Eso ocurre en mayor grado cuando el gasto público se desboca o se torna más ineficiente. El fenómeno se agrava peligrosamente cuando los gobiernos deciden recurrir a sus Bancos Centrales para financiar su déficit fiscal. Eso por cierto es lo que se autorizó con las últimas modificaciones de la Ley del Banco Central de Venezuela que terminaron por liquidar la autonomía del instituto. Preparen las alpargatas que lo que viene es joropo.

Gracias a la acumulación de barbarie e ignorancia que exhiben con orgullo nuestras autoridades, Venezuela ha alcanzado el dudoso honor de ser el país con mayor nivel de inflación en el mundo entero:

1° Venezuela: 29,7%

2° Congo: 26,6%

3° Eritrea: 20,5%

4° Argentina: 20%

5° Guinea: 16,6%

6° Sierra Leona: 15,5%

Bajo la consigna de "¡Exprópiese!", el gobernante venezolano le está expropiando el nivel de vida a los venezolanos y sobre todo a los más pobres. Las cifras trucadas que muestra el oficialismo no son sino el resultado de manejos estadísticos.

Cuando los ingresos petroleros alcanzaban para encubrir cualquier dislate, el oficialismo pudo cometerlos sin consecuencias. Pero ahora el costo político de sus acciones lo arrastrará hacia el abismo de la impopularidad. La historia se apresta.

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