Las enfermedades del espíritu pueden ser peores que las del cuerpo: la esquizofrenia o el alzhéimer, por ejemplo. Nos anulan la razón, la diferencia con los otros animales, nos deshumanizan. Mucho nos quejamos de los innúmerables males materiales que nos asesta este infame gobierno y que no voy a enumerar por falta de espacio.
Pero creo que hablamos menos de la cantidad de materia gris que hemos venido perdiendo en acelerada progresión. Y no voy a referirme a la demencia que emana desde arriba y que todo lo envuelve, aun a los contrarios a esos desafueros sin tregua. Es otro tema.
Nos queremos referir a algo más tangible y hasta cuantificable, la pérdida de masa cerebral que está sufriendo el país y que es una de las maneras más deplorables y eficaces de negarnos un futuro.
En días pasados leí varias noticias aullantes en el sentido apuntado: la Unesco ha determinado que el 60% de la investigación científica y tecnológica que se hace en América latina se realiza en Brasil. Pero hay más que esa superioridad del hermano mayor: el 90% lo realizan cuatro países, Brasil junto a México, Chile y Argentina. Nosotros entramos en ese 10% con el resto de los países de la región. Y decía Jaime Requena, especialista en valorar la actividad científica, en una entrevista reciente, que en los años noventa estábamos entre los primeros países latinoamericanos en cantidad y calidad de nuestra investigación.
La Unesco, por supuesto, considera la muy insuficiente labor en el campo del conocimiento una de las rémoras mayores para alcanzar el desarrollo.
En otra noticia se informa que el poder adquisitivo del venezolano, según el Banco Central, descendió en un año en un 4,9%. Pero "el grupo ocupacional de profesionales, científicos e intelectuales" observó como su capacidad de compra se desplomó en 18,5%. Le pedimos que trate de pensar en conjunto los dos tópicos y los que siguen.
Hace unos días El Nacional tuvo como primer titular la aseveración de la Academia de Medicina de que 10.000 galenos se han ido del país en esta década de felicidad. El antetítulo indicaba quizás algo peor: miles de médicos express se incorporan a los hospitales. También leímos recién sobre el sablazo que le dieron al PPI, uno de los pocos apoyos a nuestros investigadores, que sacó del proyecto a más de dos mil investigadores. No se sabe con qué criterio ni con qué fines. Uno siempre prejuiciado los supone tenebrosos.
Si ese palo de agua, ese deslave reciente, lo encuadramos en los 25.OOO científicos que Requena calcula han emigrado (no pasan de 5.000 los que quedan en el país) y los centenares de miles de universitarios que se sabe afuera, la cosa parece apocalíptica. Y si le agregamos la persecución financiera y a bombazos de las universidades y prácticamente el desmantelamiento de las instituciones culturales podemos concluir que el cerebro patrio ha sufrido una catástrofe de notables proporciones y quién sabe cuánto tiempo costará recuperarlo. A lo mejor varias generaciones. FR.
conciencia.talcual@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
Pero creo que hablamos menos de la cantidad de materia gris que hemos venido perdiendo en acelerada progresión. Y no voy a referirme a la demencia que emana desde arriba y que todo lo envuelve, aun a los contrarios a esos desafueros sin tregua. Es otro tema.
Nos queremos referir a algo más tangible y hasta cuantificable, la pérdida de masa cerebral que está sufriendo el país y que es una de las maneras más deplorables y eficaces de negarnos un futuro.
En días pasados leí varias noticias aullantes en el sentido apuntado: la Unesco ha determinado que el 60% de la investigación científica y tecnológica que se hace en América latina se realiza en Brasil. Pero hay más que esa superioridad del hermano mayor: el 90% lo realizan cuatro países, Brasil junto a México, Chile y Argentina. Nosotros entramos en ese 10% con el resto de los países de la región. Y decía Jaime Requena, especialista en valorar la actividad científica, en una entrevista reciente, que en los años noventa estábamos entre los primeros países latinoamericanos en cantidad y calidad de nuestra investigación.
La Unesco, por supuesto, considera la muy insuficiente labor en el campo del conocimiento una de las rémoras mayores para alcanzar el desarrollo.
En otra noticia se informa que el poder adquisitivo del venezolano, según el Banco Central, descendió en un año en un 4,9%. Pero "el grupo ocupacional de profesionales, científicos e intelectuales" observó como su capacidad de compra se desplomó en 18,5%. Le pedimos que trate de pensar en conjunto los dos tópicos y los que siguen.
Hace unos días El Nacional tuvo como primer titular la aseveración de la Academia de Medicina de que 10.000 galenos se han ido del país en esta década de felicidad. El antetítulo indicaba quizás algo peor: miles de médicos express se incorporan a los hospitales. También leímos recién sobre el sablazo que le dieron al PPI, uno de los pocos apoyos a nuestros investigadores, que sacó del proyecto a más de dos mil investigadores. No se sabe con qué criterio ni con qué fines. Uno siempre prejuiciado los supone tenebrosos.
Si ese palo de agua, ese deslave reciente, lo encuadramos en los 25.OOO científicos que Requena calcula han emigrado (no pasan de 5.000 los que quedan en el país) y los centenares de miles de universitarios que se sabe afuera, la cosa parece apocalíptica. Y si le agregamos la persecución financiera y a bombazos de las universidades y prácticamente el desmantelamiento de las instituciones culturales podemos concluir que el cerebro patrio ha sufrido una catástrofe de notables proporciones y quién sabe cuánto tiempo costará recuperarlo. A lo mejor varias generaciones. FR.
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