Hay coincidencias macabras. El mismo fin de semana en que Rigoberto Lanz declaraba a la prensa que a él le parecía muy bien que el gobierno decidiera lo que era pertinente o no investigar en el país, salió un reportaje sobre los estragos que está haciendo la tuberculosis en la población venezolana más vulnerable. El concepto de "ciencia pertinente" es un reciclaje de un viejo paradigma que generaliza y diaboliza toda la producción científica sin distinciones ni matices.
Cierto es que la investigación biomédica responde muchas veces a lo pautado por la industria farmacéutica. Cierto es que hay enfermedades huérfanas que nadie estudia porque no le interesa a ningún laboratorio. Pero cierto también es que con políticas acertadas de patentes y de difusión del conocimiento biomédico se previenen enfermedades y muertes. Suena a perogrullada pero por lo visto Rigoberto Lanz no conoce la trágica situación de la investigación venezolana en microbiología y en biomedicina, por ejemplo. Que los pocos científicos que trabajan sobre la tuberculosis cada vez son menos financiados.
Sería importante decirle a Lanz que en este tipo de áreas los científicos nunca han sido muchos en Venezuela. Y que una gran parte de los mejores expertos del IVIC en la materia se han tenido que ir del país porque sus jefes rojo-rojitos siguen pautas obtusas que impiden colaboraciones y convenios de cooperación internacional. El resultado de ello es que Venezuela se ha quedado sin expertos en la materia porque detrás del conocimiento hay gente que tiene familias y carreras a las cuales no van a sacrificar por una política castradora que les impida avanzar en sus proyectos profesionales.
Científicos que terminarán yéndose al exterior a trabajar en laboratorios y centros de investigación donde sean respetados como profesionales y como personas. Así que aun si declaran que, y sólo por poner un ejemplo, investigar en tuberculosis es "ciencia pertinente", de todas maneras se quedarán sin científicos que la hagan. Y ese es el caso de muchísimas áreas que además son "totalmente pertinentes".
Rigoberto Lanz, con su discurso trillado anticiencia lo que revela es una gran impostura porque siempre se benefició a sus anchas de los fondos de ciencia y tecnología. Él mismo es el mejor ejemplo de lo que llama "las viejas estructuras de la actividad científica en el país". De aquellos "investigadores" que iban a congresos para recoger el certificado de asistencia después de haber disfrutado de los viáticos (antes de Cadivi, por supuesto) y raramente publicaban sus ponencias.
Lo que le queda pues es fingir que es un gran "intelectual" cuando en realidad está justificando una política de y para mediocres. Al descalificar a todas las publicaciones científicas justifica que los científicos venezolanos cada vez tengan menos acceso a ellas, cada vez publiquen menos y que no se les incentive a hacerlo.
conciencia.talcual@gmail.com
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