domingo, 31 de octubre de 2010

RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA Y EXCLUYENTE. OSWALDO ALVAREZ PAZ. DESDE EL PUENTE

La responsabilidad por la enorme tragedia venezolana de este tiempo es exclusiva y excluyente del Presidente. Doce años han transcurrido desde su elección. Tiempo más que suficiente para medirla y arribar a conclusiones como la que señalo. No será el único que deberá responder ante la justicia nacional e internacional. A su lado estarán en el banquillo bastantes de sus colaboradores, protagonistas conocidos del tiempo más ineficiente y corrompido de la historia, pero él es quien tendrá que responder hasta por haberlos elegido. No podrá desviarla. No encontrará burladero para el disimulo y la mentira tan característicos de esta gestión.

Pero no se agota aquí el tema. Todos tenemos que asumir lo que nos corresponde por haber llegado a este punto del camino. Unos por ignorancia, otros por cobardía, la mayoría por comodidad y, por supuesto, quienes se hicieron cómplices tempraneros o tardíos guiados por el afán de alcanzar poder y dinero por los atajos de la corrupción y del abuso.

Era previsible lo que sucede. Se veía venir y no pocas voces alertaron suficientemente. Sin éxito hasta ahora. Sin embargo, la toma de conciencia sobre la necesidad de salir de esto se extiende aceleradamente. Sobre todo en los sectores más humildes, donde existió el mayor grado de esperanza, hoy radica la mayor frustración. Rabia profunda por el fraude de que fueron víctimas, sentimientos acompañados por una disposición a luchar con todo para cambiar las cosas, para que la dignidad sea respetada y el ejercicio pleno de la libertad garantizado.

En tan cortas líneas no cabe un nuevo inventario al detal de la problemática nacional. Pero sí cabe la conclusión. Este régimen debe terminar lo antes posible. Hay que ponerle fin en los términos constitucionales existentes y provocando el menor trauma a la nación. El tiempo será el necesario para alcanzar el objetivo, sin descansar ni un segundo. Para esta tarea también existe una responsabilidad personal exclusiva y excluyente que todos debemos asumir para convertirla en una tarea nacional que unifique los distintos sectores políticos y sociales. Un gran frente para la construcción de una verdadera república democrática y federal que garantice la libertad, la propiedad, la seguridad de las personas y de los bienes y la autonomía de estados y municipios, por lo menos, es un reto que debemos asumir con grandeza y desprendimiento. Se trata de una tarea individual y colectiva.

La dirigencia tiene que actuar renunciando personalmente a los frutos de la acción como camino al éxito. Las ambiciones personales debilitan el coraje exigido para cumplir con el deber. El renunciamiento crea la paz interior que cada uno necesita para que los aportes sean perdurables.
Alguien dijo que es más difícil renunciar al YO que a los placeres y a la riqueza. Ahora hay que dejar de lado lo que interfiera con lo que se desea.


El régimen carece de todo sentimiento de decencia. Nosotros asumamos la responsabilidad que nos toca.
oalvarezpaz@gmail.com

Lunes, 1° de noviembre de 2010


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