El comunismo se mantiene en el poder gracias a una estrategia de sobrevivencia desde la dirigencia democrática convencional. La visión tiene que ser la libertad.
El comunismo vive a pesar de que niega la naturaleza humana porque hay sociedades que pierden la noción del bien y del mal y reniegan su historia, sus valores y su cultura. La moral, la civilidad y la racionalidad quedan relegadas y se impone por la fuerza la “Ley Roja” con el apoyo de los que han creído en los Stalin, Mao, Castro, etc. En este contexto unos niegan la realidad, otros pretenden salvarse manteniéndose al margen y otros se rebelan y luchan por sus valores.
Si durante la construcción paulatina del comunismo, la estrategia del adversario no es la libertad, la mayoría termina adaptándose por una esperanza de conservar y adornar su pedacito de cárcel.
Aquí, la mayoría, encasillada por el discurso convencional de cierta dirigencia democrática, ha ido acogiendo el “nuevo orden”, la “nueva estructura de control social” –consejos comunales, contralorías sociales, etc.-; el discurso de la jefatura, el cambio del significado de las palabras –demócrata es quien se cala la arbitrariedad y vota sin condiciones-; la descalificación de la disidencia – derecha, escuálidos, etc-. Se acatan las “leyes” y la injustica roja a pesar de su ilegitimidad y de que conculcan los derechos humanos. La iniciativa y la propiedad privada ha menguado en la medida de la resistencia… y el lavado de cerebro se va alcanzando mediante una colosal guerra sucia de propaganda y hegemonía comunicacional. La gente ha llegado a negarse y a despreciar su pasado –por ej. la desprestigiada cuarta, en la que se construyó un clima de libertad y paz en el que se vivió durante 40 años; negado por las corrientes progresistas y anti política y que hoy se reconoce con la frase “cuando éramos felices y no lo sabíamos”-.
En el comunismo la gente se convierte en cómplice de su propia destrucción. Los rojos aplauden, la escoria es la primera en actuar pues no tiene impedimentos morales para dañar a quien ordene la jefatura y con los no rojos el miedo, por el ejercicio arbitrario del poder, va logrando la adhesión de la mayoría a las políticas rojas, así la gente termina aplastada por una sofisticada banda de delincuentes que se apropia de todo: territorio, instituciones, bienes públicos y privados, y gente. Llega un punto en el que no se cuestiona el sistema porque ello implica cuestionarse a si mismo por haber participado de la organización de control social y del sistema electoral viciado, por haber comprado los productos y/o haber trabajado en las empresas robadas por los rojos, por no haber defendido suficientemente sus derechos humanos, etc.
Para quienes el poder es el fin sin importar los medios el tiempo les favorece, pero para quien sufre las consecuencias del mal rojo el cambio es urgente.
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El comunismo vive a pesar de que niega la naturaleza humana porque hay sociedades que pierden la noción del bien y del mal y reniegan su historia, sus valores y su cultura. La moral, la civilidad y la racionalidad quedan relegadas y se impone por la fuerza la “Ley Roja” con el apoyo de los que han creído en los Stalin, Mao, Castro, etc. En este contexto unos niegan la realidad, otros pretenden salvarse manteniéndose al margen y otros se rebelan y luchan por sus valores.
Si durante la construcción paulatina del comunismo, la estrategia del adversario no es la libertad, la mayoría termina adaptándose por una esperanza de conservar y adornar su pedacito de cárcel.
Aquí, la mayoría, encasillada por el discurso convencional de cierta dirigencia democrática, ha ido acogiendo el “nuevo orden”, la “nueva estructura de control social” –consejos comunales, contralorías sociales, etc.-; el discurso de la jefatura, el cambio del significado de las palabras –demócrata es quien se cala la arbitrariedad y vota sin condiciones-; la descalificación de la disidencia – derecha, escuálidos, etc-. Se acatan las “leyes” y la injustica roja a pesar de su ilegitimidad y de que conculcan los derechos humanos. La iniciativa y la propiedad privada ha menguado en la medida de la resistencia… y el lavado de cerebro se va alcanzando mediante una colosal guerra sucia de propaganda y hegemonía comunicacional. La gente ha llegado a negarse y a despreciar su pasado –por ej. la desprestigiada cuarta, en la que se construyó un clima de libertad y paz en el que se vivió durante 40 años; negado por las corrientes progresistas y anti política y que hoy se reconoce con la frase “cuando éramos felices y no lo sabíamos”-.
En el comunismo la gente se convierte en cómplice de su propia destrucción. Los rojos aplauden, la escoria es la primera en actuar pues no tiene impedimentos morales para dañar a quien ordene la jefatura y con los no rojos el miedo, por el ejercicio arbitrario del poder, va logrando la adhesión de la mayoría a las políticas rojas, así la gente termina aplastada por una sofisticada banda de delincuentes que se apropia de todo: territorio, instituciones, bienes públicos y privados, y gente. Llega un punto en el que no se cuestiona el sistema porque ello implica cuestionarse a si mismo por haber participado de la organización de control social y del sistema electoral viciado, por haber comprado los productos y/o haber trabajado en las empresas robadas por los rojos, por no haber defendido suficientemente sus derechos humanos, etc.
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