Urbanista “Honoris Causa”. El desespero lo obliga.
Escuchar a Hugo Chávez prometiendo cincuenta mil viviendas en Fuerte Tiuna, sólo me hace recordar que esta es una más de las promesas que emite al volado, sin medir con profundidad las consecuencias de sus promesas, la envergadura y lo que es necesario para cumplirlas.
Voy a comenzar por recordarle que sumando las viviendas construidas entre el sector privado y el público en los últimos años, no ha sido posible acercarse a esa cifra. 50.000 viviendas, del tamaño y configuración que hace el gobierno, albergan a unos 210.000 habitantes.
Todo Guarenas, con una superficie de 14.200 hectáreas, alberga unos doscientos cuarenta mil habitantes. Todo Fuerte Tiuna tiene 5.600 hectáreas y la parte plana y fácilmente desarrollable está ocupada por las instalaciones militares. Queda la montaña por ocupar. Digamos, para ser generoso, que queda tan sólo la mitad de la superficie por desarrollar. Un urbanismo de esa magnitud, con sus centros educacionales, deportivos, comerciales, industrias, iglesias, centros médicos y demás instituciones y servicios, no cabe en esa pequeña superficie. El municipio el Hatillo, con 70.000 habitantes, está asentado en 143.000 hectáreas.
Pensar en un núcleo urbano de esa magnitud requiere de grandes inversiones preliminares para organizar los recursos hídricos, eléctricos, de vías de comunicación, telefonía y de manejo de aguas servidas que se requieren para darle servicio a esa comunidad. Hugo no sabe de lo que habla, Hugo no sabe lo que promete.
Un desarrollo de 50.000 unidades de vivienda no se hace en un año, ni en un quinquenio, en un país donde los dos principales elementos de construcción: acero y cemento, están en manos del gobierno, con una producción decreciente y una distribución desastrosa. Los tiempos de construcción de hoy se han extendido, pues ya no se puede contar con una tolva de concreto para el día en que se necesita.
Haber sacado del negocio de construcción a los promotores privados, por la vía de acabar con el financiamiento al comprador, la indexación de valor y permitir invasiones en obras a punto de concluir, se pagará en nuevas reducciones de nuestra capacidad de construir nuevas viviendas. Aquí el secreto es sumar voluntades, cosa que el gobierno parece no saber hacer.
También Hugo nos prometió 50.000 viviendas por año con el sistema de las Petrocasas y allí ha estado enterrando nuestro dinero sin que esa promesa se cumpla. Improvisación tras improvisación. Ahora amenaza con expropiar tierras urbanas para construir viviendas, cuando si se dedicare a reconstruir los edificios invadidos, los que son propiedad de Fogade y las tierras urbanas sin uso, que le pertenecen al estado, tendría trabajo para los próximos diez años.
Hugo promete mucho y hace poco. Gasta a mansalva nuestro dinero sin resultado alguno. Le queda poco dinero y poco tiempo para seguir equivocándose.
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