Ineficiente y colapsado, reflejo fiel de lo que este gobierno hace y deja de hacer.
Al tiempo que nuestro presidente sigue llenando páginas de protocolos que sólo sirven para llenar los estantes de los ministerios, nuestro sistema de transporte público llega a límites cercanos al colapso. La imprevisión, la falta de mirar al futuro y la ausencia de planificación del crecimiento –entre otras causas- lo está llevando a extremos invivibles.
Este caso es exactamente igual al que sucede con la energía eléctrica. Una docena de años de gobierno, sin hacer un aporte a las previsiones necesarias, está colocando a millones de venezolanos en un trance diario que acaba con sus nervios, con su paciencia y con su calidad de vida. Estos improvisados gerentes, no manejan conceptos de pensamiento estratégico, ni de planificación de futuro. Su tiempo se dedicó a comprar gorras y franelas, para llenar los eventos de esta revolución de trasnochados. Bien hecho en socialismo.
Los acalorados e indispuestos usuarios de esos trenes y andenes colapsados jamás podrán entender porqué usamos el dinero en plantas nucleares, satélites de comunicación, aviones caza, tanques de guerra y en regalos a las naciones vecinas. Cada persona que transita por ese subterráneo mundo, en silencio reflexivo, se debe preguntar si socialismo es sinónimo de ineficiencia. Pronto acusarán a la cuarta republica de no haber invertido en el sistema, como única causa del colapso que hoy presenta. Los socialistas de closet deben estar pensando en el negocito que puede representar, comprar en emergencia unos millardos de autobuses, para mejorar el transporte superficial, como remedio al colapso inminente del transporte subterráneo. Siempre pensando en el pueblo mismo.
Allá enterrada quedó la Venezuela de los ejes del desarrollo, la de la edad de plata, oro y platino, la gran potencia continental, la patria bonita y cuanta vaina se le ocurrió al presidente en aquellos discursos llenos de energía y de mucho verbo vacio. Difícil puede una sarta de inútiles, que todavía no ha aprendido a recoger y procesar la basura que producimos, proveer soluciones para contener el desastre inminente que está por suceder en el Metro de Caracas.
Sidor, Venalum, Carbonorca, Venepal, Metro de Caracas, Instituto Nacional de Puertos, Conviasa, Pdval, Mercal, Electricidad de Caracas y otras tantas empresas, forman parte de los “muertos vivos” que el estado tiene que mantener en pie, corriendo las arrugas de los desastres cometidos. Los errores y la ineficiencia de sus decisiones han acabado con la factibilidad de esos conglomerados. Faltan muertos por aparecer, todavía faltan muchos.
Cada vagón del Metro de Caracas, lleva un cargamento de ira en su interior. Es la ira que se genera en la mente de un ciudadano que aspira un mundo mejor, más seguro, más cómodo y más llevadero. Para eso le dimos un mandato, no para pasear en el avioncito, repartiendo nuestro futuro en otras latitudes. En el Metro se transportan los votos del 2012.
Enrique Pereira @pereiralibre
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