Es de suponer que la condición de socios estratégicos que han construido los mandatarios de Brasil y Venezuela se afianzará si en la primera vuelta de las elecciones brasileñas (o en la posible segunda vuelta por la reciente baja de intención de votos de la oficialista) se impone la candidata de Lula da Silva, Dilma Rousseff. Y no solo porque la favorita presidencial y de la izquierda latinoamericana ha prometido continuidad ideológica y en la política interna y externa del actual gobierno, sino también porque no ha escondido sus simpatías por el presidente venezolano, así como tampoco éste por aquélla.
La preferencia de Hugo Chávez por Rousseff, que ha pregonado desde que ésta fue postulada candidata por el Partido de los Trabajadores, la reiteró frente a ella y su mentor en su visita a Brasil, en julio pasado, al expresar que "mi corazón está con Dilma ", y al alabarla por su pasado guerrillero, por haber secuestrado junto a su esposo a un "embajador yanqui", y por ser de "línea dura". Para Chávez, es una gran patriota, una mujer revolucionaria. Es pues su candidata.
Ahora bien, la Rousseff -como Lula- es ante todo pragmática y responderá fundamentalmente a sus intereses personales y nacionales. Así que su apoyo al "amigo Chávez" no será incondicional y dependerá del nivel de influencia y prestigio que el comandante tenga en el escenario político regional. Dudo mucho que la camarada Rousseff, quien ahora se presenta como una mujer moderada, defensora del "equilibrio macroeconómico doméstico" y de la reducción de las "vulnerabilidades externas", se raye por un mandatario que va en picada política y que ha ganado desprestigio internacional.
El propio Lula ha cuestionado la actuación de Chávez en los últimos meses. Durante la visita a Brasil de Juan Manuel Santos, Rousseff -quien calificó como "excepcional" su reunión con el nuevo mandatario colombiano- afirmó que su país tiene una clara posición de rechazo al narcotráfico y a las guerrillas y que está dispuesta a mediar en una posible negociación de paz con las FARC en caso de que Santos lo solicite.
En fin, una Rousseff en la Presidencia de una potencia emergente, seguramente afianzará las fructíferas relaciones comerciales con Venezuela, pero no necesariamente su alianza política. Dilma manejará a Chávez según su conveniencia.
mteresa100@hotmail.com
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