domingo, 17 de octubre de 2010

AUDITAR EL 100 % DE LAS CAJAS PÚBLICAMENTE. ALEJANDRO PIETRI

Las recientes elecciones parlamentarias nos llevan necesariamente a preguntarnos acerca del sistema electoral.

Es evidente que el “mejor sistema electoral del mundo” no llena ni en el más mínimo grado las exigencias que esta presidencial calificación debería significar. Ni en la simplicidad y transparencia que el acto de votación y escrutinios exigen, ni en la rapidez de producción de resultados, y muchísimo menos en la confiabilidad de los mismos.

La costosísima infraestructura técnica tanto para la producción de la información como en su transmisión y luego su totalización, no se justifican en forma alguna cuando sus resultados deben ser verificados con auditorías del 50% de las mesas de votación al final de todo el proceso. Sobre todo que con un simple proceso similar del 50% restante, simultáneo, es decir, sin involucrar más tiempo, se completaría el conteo total de los votos. Este proceso así llevado desvirtuaría de tajo toda esa parafernalia tecnológica que para la ciudadanía no es más que una caja negra que sólo se abre ante los ojos del poder y no ante los de la población electoral como democráticamente debería ser.

El sólo hecho de las auditorías post votación es una demostración concreta de que las máquinas necesitan del escrutinio o “auditoría” manual para convencer respecto a su eficiencia y credibilidad.

De tal manera que el “mejor sistema electoral del mundo” no constituye ninguna ventaja para las instituciones democráticas, sino que, al contrario, complica un proceso que debe ser simple y de transparencia absoluta: el elector toma un voto y lo deposita en una caja que a las pocas horas será abierta en su presencia y ante los medios de comunicación para ser contados a su entera e inmediata satisfacción.

El voto manual y el escrutinio público, conjuntamente con un registro electoral transparente a los ojos de la ciudadanía, son indispensables para un proceso electoral realmente democrático.

Mucha incertidumbre, mucha manipulación demagógica robolucionaria, mucha charlatanería politiquera, mucha perorata fascicomunista anacrónica y fracasada, mucha violencia y muertes se hubiesen podido evitar si la dirigencia política opositora hubiese interpretado realmente la enorme abstención que condujo a la integración de la actual Asamblea Nacional, roja rojita.

Los partidos realmente retiraron sus candidaturas atendiendo a la decisión de la ciudadanía de abstenerse de votar en esa oportunidad como protesta ante lo que consideró el gran fraude perpetrado durante el referéndum revocatorio presidencial sólo unos meses antes. Mantenerlas hubiese arrojado resultados que podrían haberlos eliminado del panorama electoral. Fue más fácil, luego, culpar a la ciudadanía del triste enrojecimiento parlamentario que liderar el rechazo a un sistema electoral que sólo conviene al régimen en su intención - en la más típica tradición comunista- de eternizarse en el poder.

Si bien no será fácil instaurar elecciones manuales dado todo lo que significaría en tiempo de presión pública y legal –sin ninguna significación en este país por ahora- y el poco restante para las elecciones presidenciales, además de la consabida y absolutamente vital resistencia de la robolución, sí sería posible exigir el escrutinio (o “auditoría”) manual y público del 100 % de las cajas ante los medios de comunicación locales e internacionales una vez terminado el acto de votación. Se eliminarían así todas las dudas respecto a los resultados y se evitaría la manipulación de los mismos en las siguientes 6 u 8 horas que tarda usualmente el CNE en publicarlos. Y por otra parte, se desafiaría al régimen a demostrar en un escrutinio absolutamente transparente, si es cierto que cuenta con el multitudinario apoyo popular del que tanto presume.

No debemos olvidar que el CNE que realizó los cambios tramposos que transformaron una mayoría de votos de la oposición en una minoría de diputados en la AN, es el mismo que maneja las máquinas y los sistemas de trasmisión y totalización, y que va a ser precisamente en las elecciones que decidirán la salida del poder de los comunistas, o su permanencia eterna en el mismo, que este sistema electoral opaco y manipulable deberá cumplir los objetivos que explicarían el interés del régimen de mantenerlo bajo su poder.

Alejandro Pietri C.

alejandropietri@gmail.com

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