sábado, 25 de septiembre de 2010

LOS RETOS MAYORES. OSWALDO ÁLVAREZ PAZ.

El próximo domingo será el más importante de gestión castro-chavista. No es una simple concesión a la retórica. Llegamos al llegadero. Los dilemas están claros. Democracia o comunismo, libertad o tiranía, progreso o atraso, federación o centralismo, militarismo primitivo o responsabilidad civil, honradez o amoralidad, dignidad personal y familiar o totalitarismo comunal, justicia social y bien común o, en fin, sometimiento perruno de la sociedad civil a un régimen con pretensiones de perpetuarse hasta el infinito, liquidando el pluralismo y la alternatividad. Pudiéramos continuar planteando alternativas contrapuestas, pero siento que es innecesario. Todos sabemos de qué se trata y también sabemos que en Venezuela hay quienes las representan hasta con ardorosa pasión. La confrontación trasciende lo electoral.

Estamos concluyendo un recorrido por de Venezuela. Ha sido más intenso en los estados, municipios y chavistas, al menos en aquellos donde han obtenido sus victorias más importantes aunque de permanente factura dudosa algunos de ellos. Soy testigo del enorme sentimiento de rechazo contra el régimen existente. En muchas regiones y en todos los estratos sociales y económicos. Además de la visión nacional sobre el desastre actual, está el fracaso de gobernadores y alcaldes ineficientes, acusados de corruptelas espantosas y la ausencia de parlamentarios que velen por sus representados. Una terrible sensación de orfandad frente a los peligros se apodera de un ciudadano común que sufre los mismos problemas en todas partes. Especialmente inseguridad, desempleo y pérdida progresiva de la libertad para trabajar y producir, ausencia de ley y orden e impotencia ante una justicia inexistente.

La oposición al gobierno es mayoría sólida. Lo importante no es hacer malabarismos con los números, sino las tendencias negativas que hacen irreversible el apoyo hacia los candidatos de oposición, postulados por la Mesa de Unidad Democrática garantizando un triunfo seguro en condiciones de normalidad democrática.

Los retos son definitivos para la oposición. Convertir la tendencia favorable en votos para ganar y, en consecuencia, los votos mayoritarios en diputados que garanticen el control de la próxima Asamblea Nacional. Tener mayoría de votos y minoría de diputados elegidos sería algo contranatura e ilegítimo, claramente inconstitucional. La unidad electoral alcanzada por la mesa, tiene que transformarse en combativa unidad nacional para unificar objetivos, diseñar estrategias comunes y provocar el cambio que anhelamos.


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