Se aproxima el país a un evento en el cual puede estar comprendida una de sus inflexiones más pronunciadas, una de las coyunturas más agudas de los próximos años. Las venideras elecciones parlamentarias, luego de diez años del vigente régimen, podrían reorientar el proceso actual en torno a la vigencia de la Constitución promulgada en 1999 o hacer cristalizar los once años de predominio político de Hugo Chávez en el país.
¿Es absolutamente imposible que se produzca en los comicios algún evento fraudulento, alguna irregularidad decisiva que se burle de la voluntad popular?
Hablemos como adultos: es muy difícil, tomando en cuenta las previsiones, lo acaecido en las anteriores consultas, que han sido suficientes, la presencia de observadores y de determinados actores institucionales. Imposible, sin embargo, no es.
Toda la nación concurrirá a votar ante una cita comicial que, disfraza de rutinaria, es absolutamente decisiva, diríase que cardinal en la vida republicana. La ciudadanía debe hacerse partícipe y garante de que su voluntad ha quedado reflejada en las urnas. Gobierno y oposición participan en estas elecciones en paridad de fuerzas, pero no necesariamente en paridad de condiciones. Uno de los dos bandos está desde hace rato encaramado en los dominios del poder político, y a causa de ello tiene una panorámica del desarrollo de los hechos que le permite obrar con cierta ventaja.
Ha quedado reiteradamente demostrado que el voto es secreto; las máquinas fueron auditadas hasta la saciedad; los rectores del CNE, si bien permisivos hasta lo inaceptable de los abusos de la campaña, han observado una conducta correcta en el aspecto técnico y en situaciones delicadas de los últimos años. Los vericuetos del ejercicio del poder y lo intricada que estás las pasiones, sin embargo, nos indican que no estamos vacunados de algún imprevisto desagradable.
Personalmente, en este trance sugiero estar pendientes de la actitud de algunos actores claves de éste proceso. En primer lugar, por supuesto, de los invitados internacionales. Estos actores llegaron acá con límites, en calidad de mirones, y ofrecerán un informe confidencial que no es vinculante. Sin embargo harán una comparecencia pública: de lo que se desprenda sobre lo afirmado, más allá de los detalles y de las tensiones, tendremos elementos de juicio claros sobre la transparencia de lo sucedido.
En segundo lugar, pienso que lo que diga o haga el rector Vicente Díaz es fundamental para quien quiera orientarse. La conducta de todos los rectores es importantísima, pero debemos observar que Díaz uno de los pocos actores institucionales, prácticamente el único, que no es controlado, subsidiario o tributario del gobierno y su causa. La lealtad observada en el pasado hacia lo sucedido en otras elecciones lo libera de cualquier sospecha de complot. Es cierto que ha observado en el pasado reciente una actitud crítica ante los excesos de la campaña, pero tengamos presente que Díaz tiene una buena relación personal con el resto de los rectores y ha convalidado lo sucedido en todos los comicios anteriores elecciones. Si Vicente Díaz hace alguna denuncia especialmente grave o un señalamiento inusual podemos concluir que estamos frente a una circunstancia inesperada.
Por último, en lo tocante a la oposición, pues por supuesto que cuenta lo dicho o afirmado por su dirigencia. La dirigencia opositora, pese a las irresponsables afirmaciones que han lanzado algunos periodistas y jerarcas amigos del gobierno, no sólo no es la misma del 2002, sino que ha sido, en general, bastante prudente en el manejo del tema institucional en esta campaña. Es una fuerza que siente que puede ganar y que tiene mucho interés en la fluidez y la transparencia de los comicios.
Si a mi me apuran, diría que puedo usar las opiniones de Teodoro Petkoff y Ramón Guillermo Aveledo como referencia. Ambos son dos convencidos de la necesidad de participar, alejados de cualquier aventura previa, promotores del reconocimiento en derrotas anteriores, con un papel fundamental en el desenlace de entuertos previos.
Con lo sugerido, cualquiera puede tener una idea de lo que estará sucediendo. Con todo, soy de los que piensa que nada grave sucederá, como ha sido casi siempre, y la voluntad de la gente quedará expresada en las urnas.
ENVIADO A NUESTROS CORREOS POR RAUL AMIEL EN SU TRIBUNA LIBERTARIA
raulamiel@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
¿Es absolutamente imposible que se produzca en los comicios algún evento fraudulento, alguna irregularidad decisiva que se burle de la voluntad popular?
Hablemos como adultos: es muy difícil, tomando en cuenta las previsiones, lo acaecido en las anteriores consultas, que han sido suficientes, la presencia de observadores y de determinados actores institucionales. Imposible, sin embargo, no es.
Toda la nación concurrirá a votar ante una cita comicial que, disfraza de rutinaria, es absolutamente decisiva, diríase que cardinal en la vida republicana. La ciudadanía debe hacerse partícipe y garante de que su voluntad ha quedado reflejada en las urnas. Gobierno y oposición participan en estas elecciones en paridad de fuerzas, pero no necesariamente en paridad de condiciones. Uno de los dos bandos está desde hace rato encaramado en los dominios del poder político, y a causa de ello tiene una panorámica del desarrollo de los hechos que le permite obrar con cierta ventaja.
Ha quedado reiteradamente demostrado que el voto es secreto; las máquinas fueron auditadas hasta la saciedad; los rectores del CNE, si bien permisivos hasta lo inaceptable de los abusos de la campaña, han observado una conducta correcta en el aspecto técnico y en situaciones delicadas de los últimos años. Los vericuetos del ejercicio del poder y lo intricada que estás las pasiones, sin embargo, nos indican que no estamos vacunados de algún imprevisto desagradable.
Personalmente, en este trance sugiero estar pendientes de la actitud de algunos actores claves de éste proceso. En primer lugar, por supuesto, de los invitados internacionales. Estos actores llegaron acá con límites, en calidad de mirones, y ofrecerán un informe confidencial que no es vinculante. Sin embargo harán una comparecencia pública: de lo que se desprenda sobre lo afirmado, más allá de los detalles y de las tensiones, tendremos elementos de juicio claros sobre la transparencia de lo sucedido.
En segundo lugar, pienso que lo que diga o haga el rector Vicente Díaz es fundamental para quien quiera orientarse. La conducta de todos los rectores es importantísima, pero debemos observar que Díaz uno de los pocos actores institucionales, prácticamente el único, que no es controlado, subsidiario o tributario del gobierno y su causa. La lealtad observada en el pasado hacia lo sucedido en otras elecciones lo libera de cualquier sospecha de complot. Es cierto que ha observado en el pasado reciente una actitud crítica ante los excesos de la campaña, pero tengamos presente que Díaz tiene una buena relación personal con el resto de los rectores y ha convalidado lo sucedido en todos los comicios anteriores elecciones. Si Vicente Díaz hace alguna denuncia especialmente grave o un señalamiento inusual podemos concluir que estamos frente a una circunstancia inesperada.
Por último, en lo tocante a la oposición, pues por supuesto que cuenta lo dicho o afirmado por su dirigencia. La dirigencia opositora, pese a las irresponsables afirmaciones que han lanzado algunos periodistas y jerarcas amigos del gobierno, no sólo no es la misma del 2002, sino que ha sido, en general, bastante prudente en el manejo del tema institucional en esta campaña. Es una fuerza que siente que puede ganar y que tiene mucho interés en la fluidez y la transparencia de los comicios.
Si a mi me apuran, diría que puedo usar las opiniones de Teodoro Petkoff y Ramón Guillermo Aveledo como referencia. Ambos son dos convencidos de la necesidad de participar, alejados de cualquier aventura previa, promotores del reconocimiento en derrotas anteriores, con un papel fundamental en el desenlace de entuertos previos.
Con lo sugerido, cualquiera puede tener una idea de lo que estará sucediendo. Con todo, soy de los que piensa que nada grave sucederá, como ha sido casi siempre, y la voluntad de la gente quedará expresada en las urnas.
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