Qué atormentado debe estar el personaje en cuestión cuando no le ha quedado más remedio que recurrir a los manidos expedientes de los supuestos ataques bélicos, invasiones y magnicidios para tratar de desviar la atención sobre lo que hasta ahora cada vez le es más difícil explicar: pudrición alimentaria, administrativa, moral y este largo etcétera que aún no ha logrado sacar de los grandes titulares y que ya no sólo se queda en una comida que se dejó descomponer en un puerto, sino que tiene nuevos y nauseabundos capítulos de mercancía que se reempaqueta como si fuera nueva, o que tal vez nunca llega aunque se haya pagado, por cierto a empresas fantasmas registradas en el exterior por compatriotas socialistas, marxistas y sobre todo rolitrancos de vivos. Hace dos semanas, el personaje recurrió al expediente CSI con la jurungadera de muertos apelando al mecanismo patriotero-mágico-religioso, pero más allá del comentario de desagrado colectivo ante tanta profanación inútil y ociosa, el asunto no pasó de un taquito en los periódicos y un "ayayay qué locura sin sentido" en la expresión de la gente.
La semana que recién concluye nos deja un sabor de anhelo de un día "D" con fecha y todo (antes del 8 de agosto) que afortunadamente nunca llegará. Y es que parece que el único que desea con todo fervor la posibilidad de aunque sea un tirito en la frontera es el actual régimen ya que le pondría una tapita a la olla podrida y, de paso, podría servir como una maravillosa excusa para decir por ejemplo: "¿saben qué? No hay, por ahora ambiente electoral, la seguridad de la Patria está en juego". Un combito escandaloso y tal vez muy oportuno si al sumar la intención de votos en estos días previos al 26 -S no le llegaran a cuadrar los números para el próximo Parlamento.
Pero si ese expediente de la guerra buscada (y afortunadamente no encontrada) no les funciona, tienen el escándalo marca Acmé número dos: pelea con la Iglesia. Resulta demasiado capcioso que el luego de "la cordialidad" del encuentro entre el Cardenal y los parlamentarios, en la que entre otras cosas le sacaron la factura un poco anacrónica del exterminio indígena en la conquista, pero que terminó con una Cilia Flores hablando de tolerancia, democracia y libertad de expresión, dos días después retomaron la agresividad contra el Cardenal poco más o menos que exigiéndole al Vaticano que le quitaran dicha investidura. ¿Será que ese mismo día se publicó una nueva parte del informe Pdval? ¿O que quizás el personaje consideró que luego del encuentro idílico en el Parlamento lo que vendría sería una etapa de diálogo y conciliación? (cosa a la que está negado).
Hay que tapar a Pudreval. Esa parece ser la orden. El fin justifica los medios. ¡Imagínense ustedes todo lo que aún nos falta por ver!
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