martes, 24 de agosto de 2010

¡POURVU QUE ÇA DURE! ( ¡ OJALÁ QUE ESO DURE! ), BEATRIZ DE MAJO

La única respuesta que obtuvo el emisario que acudió raudo a informarle a María Letizia Ramolino, madre de Napoleón Bonaparte, que su tercer hijo se había convertido en el emperador de Francia fue: "¡Ojalá que dure!". La lapidaria frase se convirtió desde mayo de 1804 en una de las más recurridas expresiones de la lengua francesa: Pourvu que ça dure! Napoleón abdicaba al trono 10 años más tarde.

La misma actitud desconfiada es la que se observa tanto en Colombia como en Venezuela cuando los empresarios, los expertos, los políticos, la prensa y la sociedad civil examinan los pininos dados por los protagonistas de la recomposición de la binacionalidad. Un gesto desafortunado marcó los encuentros de la semana pasada cuando se instalaron las comisiones mixtas para el tratamiento de los temas definidos como prioritarios. La primera de las comisiones, la que debía funcionar y la que tiene un implícito sine qua non, la de asuntos comerciales, no contó con la presencia de un principalísimo actor: el sector empresarial venezolano que no fue requerido para la cita. Colombia ha dejado claro que solo si se resuelve el pago de la deuda de una suma cercana a los 800 millones de dólares que contablemente aún están registrados como "cuentas por cobrar" se avanzará con el resto.

El Gobierno colombiano se hizo intérprete del legítimo reclamo de sus empresarios y se los trajo a mirar de cerca las tratativas porque no aceptará ningún convenimiento de pago que los perjudique.

Mientras tanto, el venezolano parece no tener claro que el altísimo volumen de la interrelación comercial, cuyas cifras el Presidente se ufana constantemente de proclamar como un éxito de su gobierno, han sido materializadas por acción los empresarios, no de la revolución.

Pero mientras el Gobierno ignora olímpicamente al sector que motoriza los intercambios y de las inversiones de su país no le va a quedar otra que tomar en cuenta al de Colombia. El que no cuente con garantías de estabilidad, de trato equitativo y no discriminatorio y de predictibilidad económica no volverá a colocar sus productos en Venezuela ni aportará su tecnología ni se arriesgará con nuevas inversiones en esta tierra de gracia.

Sin empresas que produzcan y se arriesguen la integración cacareada no es sino una falacia, solo útil para fines demagógicos y electorales pero no para fines prácticos.

Recomponer una relación maltratada es mucho más difícil que iniciar una nueva.

Y la confianza empresarial es, de todas, la más exigente.

Por eso, quizá, es que retumba en todas partes la célebre, desconfiada y certera frase de la madre del emperador francés.

bdemajo@cantv.net

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.