jueves, 5 de agosto de 2010

LOS BOLIPODRIDOS, PERRARINA Y PDVAL, EDITORIAL DE EL NACIONAL 05.08.2010, ENVIADO POR RAUL AMIEL EN SU TRIBUNA LIBERTARIA

Como no hayan qué hacer con el escándalo de las miles de toneladas de alimentos podridos que importaron, no para satisfacer el hambre del pueblo sino para engordar sus bolsillos, los bolimilitares en el poder no hacen sino inventar líos y más líos con la Iglesia, con los empresarios, con Colombia, y anuncian una invasión de la hermana república que, por lo demás, comenzó hace 10 años cuando se establecieron las guerrillas paisas en nuestra frontera común.

El hecho de que el gobierno chavista no invite a los periodistas venezolanos independientes a recorrer las zonas que supuestamente habitan los narcoguerrilleros de las FARC y el ELN, indica que no se sienten seguros sobre sus verdades proclamadas y no están en capacidad de aguantar una exhaustiva inspección in situ con todas las de la ley. Desde luego, ya programarán una inspección propagandística de la zona con los escasos periodistas de la nómina pública que se presten a ello.

De manera que no pueden ocultar no sólo el escándalo de los guisos en los cuales Ramírez aparece como el gran pimentón rojo rojito, sino que para su desgracia siguen apareciendo cada día nuevas revelaciones nacionales e internacionales que complican al mandamás de Pdvsa y vicepresidente del PSUV. Pues, ¡ay Dios mío!, eso es lo que más les duele: que ese gran cacique petrolero, predicador incansable del socialismo del siglo XXI y financista mayor de los choretos planes sociales de Miraflores, termine siendo investigado por peculado.

Aunque a Ramírez le han quitado muchas de sus responsabilidades, como las hediondas e insumergibles de Pudreval, lo culpan de la crisis energética, que sigue restando votos en el interior del país. Pero ahora se le obliga a presentar un balance de la debacle de Pdvsa. En verdad no se trata de un balance sino de un protocolo de autopsia de la que fuera nuestra empresa más hermosa.

Aún así, ante este esplendoroso y rotundo fracaso de Pdval, hay quienes como el ministro de Alimentación, Carlos Osorio, pierden no sólo la dignidad sino la perspectiva al salir a quebrar lanzas por ese monumental escándalo de corrupción, de ineficiencia administrativa y de cobro de multimillonarias comisiones en dólares. Titubeante, no le ha quedado otro camino que ladrarle a la perrarina, un producto que si bien es bueno para los perros no lo es tanto para los seres humanos.

Insulta a la condición humana de los pobres cuando dice que ellos estaban comiendo harina para perros cuando llegó la revolución, pues reduce a esos venezolanos humildes a la condición de animales domésticos. Se ve que el ministro Osorio nunca ha ido a comprar perrarina porque seguramente la manda a buscar con sus guardaespaldas en grandes camionetotas, que son el emblema de los burócratas bolipodridos que ganan real que da miedo. Si fuera un venezolano normal y no un bolipodrido sabría que la perrarina es un artículo muy caro.

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