Nuestra moneda, el bolívar, tienen una mínima participación en cuanto a su uso como medio de pago, que apenas llega al 0,4% del volumen de transacciones a nivel mundial. Lejos quedó de ser un ejemplo de estabilidad, perdiendo en menos de 30 años mil veces su valor.
Para muchos la moneda es un símbolo de soberanía, pero en realidad bajo la ejecución de políticas económicas erradas contar con una moneda propia puede convertirse en una trampa que empobrece a la población, afectando más a aquellos que menos tienen, por efecto de la inflación.
Una moneda propia que solo nosotros utilizamos carece hoy de sentido. Basta mirar alrededor para darnos cuenta que no existe el marco alemán, ni el franco francés, ni la lira italiana, sin que se registrara ningún efecto negativo sobre la soberanía de los correspondientes países. La integración en una moneda común ha permitido a los países que forman parte del euro, no solamente ahorros en los costos de las transacciones entre ellos, sino además y mucho más importante, alcanzar una mayor estabilidad al vincularse a una moneda fuerte, con mayor demanda mundial y liberada de las arbitrariedades y descontroles de los gobiernos.
Compartir una moneda que ofrezca suficiente confianza hace que los ciudadanos ahorren en ella, permitiendo por esto que se acumulen capitales para financiar a las actividades empresariales y a los hogares, con préstamos a largo plazo y a bajas tasas de interés.
¿Qué ventajas nos ofrece contar con una moneda propia? La incertidumbre que ha caracterizado al país en los últimos 30 años y que ha llegado a extremos en los últimos 10 años, conlleva la pérdida de confianza en el país y en su moneda, haciendo imposible la generación de una masa de ahorro que supla las necesidades de financiación, lo cual impide el otorgamiento de préstamos ni siquiera a mediano plazo y encarece el crédito a niveles de interés que superan el 20%, monto que sería absurdo para cualquier país desarrollado. La incertidumbre y la desconfianza en la moneda hacen que ésta pierda su valor y la inflación producida termina por empobrecer a todo el país.
No se puede pensar en una pronta integración latinoamericana en una moneda única, claro que esto sería positivo, pero las condiciones para ello posiblemente tardarán años o décadas en lograrse. La alternativa más inmediata es la adopción del dólar como moneda de curso legal. Ya lo proponía en clases Ricardo Hausmann, todo un lujo de ministro de Cordiplan que ahora dicta cátedra en la Universidad de Harvard.
Panamá adopto el dólar como moneda de curso legal a principios del siglo XX. Por eso este país es capaz de ofrecer a sus empresas y ciudadanos préstamos a largo plazo y a bajas tasas de interés e incluso, le ha permitido lograr tasas de inflación menores a las registradas en Estados Unidos.
Si algún día logramos entender que nuestra moneda en vez de otorgarnos soberanía puede estar contribuyendo a nuestra pobreza, quizás lleguemos al consenso necesario para pensar seriamente adoptar el dólar como moneda. Casi inmediatamente Venezuela eliminaría el grave problema de inflación y progresivamente iría acumulando ahorros y se captarían capitales que permitieran financiar a las empresas y a los hogares. Claro esto no sería gratis. Perderemos la capacidad de que gobiernos irresponsables puedan emitir arbitrariamente moneda para cubrir artificialmente sus déficits. Pero creo que esta pequeña pérdida de autonomía del país estaría más que justificada.
jmnunezgorrin@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.