Hugo Chávez ha anunciado que se reunirá con el recién electo Juan Manuel Santos hoy mismo. El presidente le sigue otorgando a los espacios diplomáticos una flexibilidad que, en materia de decisiones, ya no le ofrece a los reductos de la política interna, endurecida hasta lo inconcebible por la terquedad ideológica.
La acumulación de frentes amenazantes a muy poco de las elecciones parlamentarias, y la relación política con grupos armados que, como las Farc y el Eln, no han hecho sino causarle inconvenientes, lo colocan ante esta circunstancia. Chávez tendrá que hilar muy fino en cortesía y modales con el presidente de Colombia. No importa que, hasta antier nomás, la relación con Santos alcanzara o superara en cotas de antipatías personales y diferencias políticas al mismo Alvaro Uribe.
No olvidemos que Santos es el protagonista del bombardeo en Ecuador que aniquilara a Raúl Reyes, del cual se ha manifestado muy orgulloso y que tanto hizo sulfurar al presidente venezolano.
Las denuncias de Uribe sobre la presencia de guerrilleros colombianos en la frontera podían escalarse; el aislamiento diplomático del país, lejano hasta hace poco como posibilidad, comenzaba a amenazar; el presidente ha sembrado en la política local suficientes frentes perturbadores faltando poco más de un mes para las elecciones.
Comprometer al enemigo a un pacto de no agresión hablando a nombre de la hermandad de los pueblos es una buena manera de neutralizar una crisis que puede complicarse. Mañana se sellará un pacto de no agresión cuya vigencia puede extenderse un tiempo. La ocasión ha sido propicia para producir el tibio pronunciamiento en contra de las actividades de las Farc y el Eln que tuvo lugar ayer en Aló Presidente. Tibio, tomando en cuenta que los desmanes de estos grupos irregulares, algunos de los cuales tienen lugar en suelo nacional, han producido un rechazo casi universal.
No va a durar mucho la luna de miel entre Chávez y Santos. Por mucho que haya intereses comerciales, y el lobby de los sectores económicos de Colombia estén presionando, se trata de presidentes antitéticos. Con estilos, agendas, orientaciones y objetivos contrapuestos y excluyentes.
Venezuela y Colombia son dos países obligados a extenderse. Pero la dinámica de la política interna de ambas naciones producirá en cualquier momento un nuevo altercado.
raulamiel@gmail.com
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