Chavéz, extenuado por su enorme y variada actividad en la Presidencia, un hombre sumamente activo decidio pasar tres dias en un Monasterio, a fin de recomponer su sistema nervioso. Pero durante los tres dias, Chavéz no dejó de contarle todos los acontecimientos y actividades de su ajetreada vida a un paciente y hospitalario monje. Al anochecer de la tercer dia, el visitante de Sabaneta Barinas, sacó de su maleta una botella de vino y se tomó una copa de más. Medio ebrio, declamó:
Al pasar por San Juaquin, por el famosa Abadia, me instale tres dias y estuve hablando con uno de los monjes. Lejos de mi agitada existencia, gocé de horas de maravilloso reposo.
Y entonces el monje se echo a reir. Perplejo Hugo le pregunto:
-¿Por qué se rie asi?
El monje repuso:
-Porque sus maravillosas horas de reposo me han costato a mi tres dias de terrible agotamiento.
Reflexión.
Conviene ser cuidadoso para no abusar y explotar la paciencia de los demás. A veces estamos tan pendientes de nosotros mismos o tan obsesionados con nuestros intereses y apetencias, que no nos percatamos de los demás. Siempre están aquellos que con sus incontroladas palabras o abrumadora presencia atosigan o agobian a los otros y, sin medida, les imponen su versatilidad o su cansina presencia, lo cual es una actitud demasiado egoista. Estas personas, que no poseen el suficiente tacto como para saber cuánto están ya de más, pueden provocar, insensiblemente, fatiga a los otros; pero tambien es cierto (en el arte de transformar las adversidades) que en esos casos la persona que padece ese atosigamiento puede “nombrar” en su interior maestro de paciencia y ecuanimidad al individuo que tan atosigante resulta, y ello le ayudará a aumentar la resistencia mental y a fortalecer esa energia de equilibrio, sosiego y claridad que es la ecuanimidad, buena auxiliadora en toda circunstancia.
Pero como uno debe también velar y protegerse a si mismo, y no permitir que le confundan o estenúen, tampoco es inoportuno hacer saber a la otra persona o darle a entender que no se puede abusar de la paciencia ajena. Ciertamente, no son pocas las personas que ponen a prueba a menudo la paciencia de los demás. La indulgencia y la paciencia no son obstaculo para determinar en qué momento debe uno retirarse para hallar sosiego. En la vida diaria, de cualquier modo, siempre se ve uno obligado a tratar con personas que ponen a prueba la paciencia, sea por el agotamiento en el que incurren -como en el caso del Chávez abusando de la paciencia del monje- o porque se mustran desconsideradas, hostiles, groseras o exigentes.
Si la reacción ante estas personas es de ecuanimidad y equilibrio, nos ayudarán a desarrollar mucha energia. Sin embargo, ello no implica que no haya que ser firme con ellas llegado el caso, pero siempre desde la actitud equilibrada y sin reacciones internas desmesuradas, que perjudican siempre al que las padece. Ahora bien, es bueno protegerse un poco de las personas que nos roban la paz interior, nos arrastran con su ofuscación, nos conducen a la desidia y nos perturban animicamente de modo sistemático. Ese manual insuperable de ética y sabiduria que es el Dhammapada se muestra muy contundente en este sentido cuando declara. ” Si encontrais a un amigo inteligente (quien es apropiado) para acompañaros, de buena conducta y prudente, en tal caso vivid con él felizmente y vigilante, venciendo todos los obstáculos. Si no encontrais a un amigo inteligente para acompañaros, de buena conducta y sagaz, entonces vivid solos como el rey que ha renunciado al pais conquistado, o como el elefante que pasea a voluntad por el bosque”.
peatones.sin.barreras@gmail.com
arq_ivan_leon@cantv.net
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
Al pasar por San Juaquin, por el famosa Abadia, me instale tres dias y estuve hablando con uno de los monjes. Lejos de mi agitada existencia, gocé de horas de maravilloso reposo.
Y entonces el monje se echo a reir. Perplejo Hugo le pregunto:
-¿Por qué se rie asi?
El monje repuso:
-Porque sus maravillosas horas de reposo me han costato a mi tres dias de terrible agotamiento.
Reflexión.
Conviene ser cuidadoso para no abusar y explotar la paciencia de los demás. A veces estamos tan pendientes de nosotros mismos o tan obsesionados con nuestros intereses y apetencias, que no nos percatamos de los demás. Siempre están aquellos que con sus incontroladas palabras o abrumadora presencia atosigan o agobian a los otros y, sin medida, les imponen su versatilidad o su cansina presencia, lo cual es una actitud demasiado egoista. Estas personas, que no poseen el suficiente tacto como para saber cuánto están ya de más, pueden provocar, insensiblemente, fatiga a los otros; pero tambien es cierto (en el arte de transformar las adversidades) que en esos casos la persona que padece ese atosigamiento puede “nombrar” en su interior maestro de paciencia y ecuanimidad al individuo que tan atosigante resulta, y ello le ayudará a aumentar la resistencia mental y a fortalecer esa energia de equilibrio, sosiego y claridad que es la ecuanimidad, buena auxiliadora en toda circunstancia.
Pero como uno debe también velar y protegerse a si mismo, y no permitir que le confundan o estenúen, tampoco es inoportuno hacer saber a la otra persona o darle a entender que no se puede abusar de la paciencia ajena. Ciertamente, no son pocas las personas que ponen a prueba a menudo la paciencia de los demás. La indulgencia y la paciencia no son obstaculo para determinar en qué momento debe uno retirarse para hallar sosiego. En la vida diaria, de cualquier modo, siempre se ve uno obligado a tratar con personas que ponen a prueba la paciencia, sea por el agotamiento en el que incurren -como en el caso del Chávez abusando de la paciencia del monje- o porque se mustran desconsideradas, hostiles, groseras o exigentes.
Si la reacción ante estas personas es de ecuanimidad y equilibrio, nos ayudarán a desarrollar mucha energia. Sin embargo, ello no implica que no haya que ser firme con ellas llegado el caso, pero siempre desde la actitud equilibrada y sin reacciones internas desmesuradas, que perjudican siempre al que las padece. Ahora bien, es bueno protegerse un poco de las personas que nos roban la paz interior, nos arrastran con su ofuscación, nos conducen a la desidia y nos perturban animicamente de modo sistemático. Ese manual insuperable de ética y sabiduria que es el Dhammapada se muestra muy contundente en este sentido cuando declara. ” Si encontrais a un amigo inteligente (quien es apropiado) para acompañaros, de buena conducta y prudente, en tal caso vivid con él felizmente y vigilante, venciendo todos los obstáculos. Si no encontrais a un amigo inteligente para acompañaros, de buena conducta y sagaz, entonces vivid solos como el rey que ha renunciado al pais conquistado, o como el elefante que pasea a voluntad por el bosque”.
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