Destruir la intelectualidad y abatir la calidad de la educación es un claro objetivo político
Hace unos días escuché por radio la reposición de un programa de Úslar Pietri. Aquellos en los que hizo esfuerzos por educar masivamente de modo entretenido. Señalaba que para llegar a ser un "país de primera" era indispensable tener "universidades de primera". Es decir centros de educación superior donde se combina la docencia con la investigación, en las que se respira un clima académico y la calidad permite la formación de profesionales competitivos, críticos, con sensibilidad social y conocimientos actualizados.
Calidad significa que además de excelentes profesores, formados al más alto nivel, deben tener bibliotecas, campos deportivos, comedores, edificaciones, laboratorios y jardines que inspiren y fijen en el joven estudiante, desde el primer día, nuevos horizontes y metas superiores de vida.
No conocemos país alguno que haya abandonado su pertenencia al tercer o cuarto mundo sin semilleros de calidad: Harvard, Oxford, La Sorbona, Montpellier, Salamanca, para citar algunas universidades, fueron y son símbolos del progreso mundial. Gobiernos y empresarios, egresados y hasta donantes anónimos cuidan que estas organizaciones persistan y preserven su gran capital humano ya que del conocimiento generado y de los profesionales allí formados, depende que su nación siga siendo miembro del primer mundo.
Aquí está ocurriendo todo lo contrario: nuestras mejores universidades y los centros de investigación de excelencia, son estrangulados tanto en lo económico como en lo ideológico, mientras se dirigen importantes recursos a instituciones masificadas en las que cosas como la libertad y la calidad están ausentes.
Los bajísimos salarios y el deterioro causado por el acoso contra las universidades, produce atroz fuga de talento y abatimiento de la calidad. Tan sólo en el año 2009, el número de publicaciones científicas de Venezuela de acuerdo al ISI disminuyó 14% (ver Requena, 29 de junio en TalCual). Caída cónsona con el deterioro de la industria, la agricultura, el comercio y los servicios.
Se van del país
Abandonan el país docentes, investigadores y jóvenes profesionales, a contrapelo de lo usual, es decir, la fuga de los más pobres y con menor capacitación. España, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, Estados Unidos, Canadá y Australia figuran entre los que han recibido el producto de millones de horas-hombre de estudio, formación y en algunos casos, también de una larga experiencia. A realazos -la política vigente- se pueden reponer los alimentos descompuestos de los famosos contenedores, pero no se puede reponer el capital humano perdido. Seremos fatalmente un país de cuarta categoría.
Esto no es casual, no son torpezas. Destruir la intelectualidad y abatir la calidad de la educación es un claro objetivo político. Un gobierno como el nuestro no necesita talento o libertad, necesita seguidores fieles y sumisos. Ya tiene sus generales, ahora sólo requiere milicianos que cumplan órdenes sin cuestionar.
cemacallison@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, CARLOS MACHADO ALLISON, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
Calidad significa que además de excelentes profesores, formados al más alto nivel, deben tener bibliotecas, campos deportivos, comedores, edificaciones, laboratorios y jardines que inspiren y fijen en el joven estudiante, desde el primer día, nuevos horizontes y metas superiores de vida.
No conocemos país alguno que haya abandonado su pertenencia al tercer o cuarto mundo sin semilleros de calidad: Harvard, Oxford, La Sorbona, Montpellier, Salamanca, para citar algunas universidades, fueron y son símbolos del progreso mundial. Gobiernos y empresarios, egresados y hasta donantes anónimos cuidan que estas organizaciones persistan y preserven su gran capital humano ya que del conocimiento generado y de los profesionales allí formados, depende que su nación siga siendo miembro del primer mundo.
Aquí está ocurriendo todo lo contrario: nuestras mejores universidades y los centros de investigación de excelencia, son estrangulados tanto en lo económico como en lo ideológico, mientras se dirigen importantes recursos a instituciones masificadas en las que cosas como la libertad y la calidad están ausentes.
Los bajísimos salarios y el deterioro causado por el acoso contra las universidades, produce atroz fuga de talento y abatimiento de la calidad. Tan sólo en el año 2009, el número de publicaciones científicas de Venezuela de acuerdo al ISI disminuyó 14% (ver Requena, 29 de junio en TalCual). Caída cónsona con el deterioro de la industria, la agricultura, el comercio y los servicios.
Se van del país
Abandonan el país docentes, investigadores y jóvenes profesionales, a contrapelo de lo usual, es decir, la fuga de los más pobres y con menor capacitación. España, México, Colombia, Costa Rica, Panamá, Estados Unidos, Canadá y Australia figuran entre los que han recibido el producto de millones de horas-hombre de estudio, formación y en algunos casos, también de una larga experiencia. A realazos -la política vigente- se pueden reponer los alimentos descompuestos de los famosos contenedores, pero no se puede reponer el capital humano perdido. Seremos fatalmente un país de cuarta categoría.
Esto no es casual, no son torpezas. Destruir la intelectualidad y abatir la calidad de la educación es un claro objetivo político. Un gobierno como el nuestro no necesita talento o libertad, necesita seguidores fieles y sumisos. Ya tiene sus generales, ahora sólo requiere milicianos que cumplan órdenes sin cuestionar.
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