Maradona y Manuelita: dos infames homenajes
No pienso hacer leña del árbol caído; entre otras cosas sería indecente que me pusiese a opinar sobre fútbol, yo que siempre había creído que OFF-SIDE era un helado, algo así como un SUNDAE. Lo que a todos resulta alarmante es la recepción de héroe que se le dio a Maradona al regresar de Sudáfrica con el rabo entre las piernas. Es que siempre molesta la comprobación fáctica de aquel viejo aserto según el cual el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra: los argentinos repiten con Maradona lo que durante toda su vida y desde su muerte han hecho con Perón. El demagogo argentino desdeñó la advertencia de Lincoln según la cual se puede engañar a unos pocos pocas veces, y a muchos alguna vez, pero que no se puede engañar a todos todo el tiempo. Y como sucede con todos los estafadores, nadie le reclamó, nadie lo acusó, nadie quiso meterlo preso: le rogaban, simplemente, que volviese a engañarlos.
La sífilis militar
El resultado es la triste Argentina de hoy. Aquel orgullo de la latinidad, que al fin de la Segunda Guerra muchos veían, junto a Canadá y Australia, como una gran potencia emergente, no resistió el virus de la sífilis militar que a partir de 1945, con el peronismo, entró en su fase de parálisis general progresiva. Y como en los casos de violencia doméstica, los argentinos han reaccionado como aquella mujer que Máximo Gorki intentó salvar una vez de las manos de su marido que la estaba matando a golpes: se unió a su salvaje torturador para caerle a palos a su defensor. Es lo que le pasa a los argentinos con Maradona: él puede ser lo peor de lo peorcito, capaz de darle una paliza a la propia viejita como regalo del Día de las Madres, para ellos siempre será "el Pelusa". Hasta tuvieron el tupé de pretender que la FIFA lo declarase el jugador del siglo, por encima del rey "Pelé". Con gran cobardía, la FIFA quiso actuar salomónicamente, dividiendo la distinción. El genio de nuestra inmensa Rayma caracterizó así el despropósito: "PELÉ es el Rey y MARADONA el trono".
Bueno, cuando alguien decide suicidarse, es libre de escoger el arma que lo enviará AD PATRES, y los argentinos de escoger a un "trono", un adicto irredimible, como modelo.
Mal que les pese
Pero que no se esté poniendo como ejemplo a sus vecinos. Y peor aún, que encuentre quien, en ese vecindario, lo ponga como ejemplo a la juventud, como ese gobernante que luego de mascar coca en público y pedir STATUS de beligerante para los narcos de las FARC, exaltaba al "camarada Maradona, mal que le pese a los escuálidos".
Por cierto, ese mismo "camarada" de "Metadona" (como hoy llaman los chuscos al antiguo "Pelusa") es quien ha organizado, el cinco de julio del 2010, la mayor ofensa que a nadie se le haya ocurrido infligirle a una de las glorias de la Independencia latinoamericana, la quiteña Manuelita Sáenz. Si en el caso de Maradona se trataba de subir a los altares a un compendio de todos los vicios, en el de Manuelita Sáenz se trata de todo lo contrario: de abajar aquella gran republicana extrayéndola del ámbito inmenso de la revolución de independencia capitaneada por el Libertador, para reducirla a las cuatro paredes de la alcoba de Simón Bolívar.
Antes de conocer a Bolívar
Me explico: nadie que conozca la historia de la América del Sur y de la revolución de Independencia, puede molestarse porque se le rinda homenaje a una Manuela Sáenz que a partir de 1919, instalada en Lima con su esposo, se convierte en miembro activo de la conspiración contra el virrey del Perú; y que al declararse la independencia del Perú (1821) se confiesa admiradora de José de San Martín y de Simón Bolívar. En este ambiente, Manuela contribuyó decididamente en el cambio del Batallón Numancia, del cual formaba parte su hermano José María, hacia las filas patriotas. Ese batallón será después el famoso VOLTÍGEROS, bajo el comando de Antonio José de Sucre. Los servicios de Manuela a la causa de emancipación fueron reconocidos al otorgársele la condecoración llamada "Caballeresa del Sol" (una medalla cuya inscripción decía "Al patriotismo de las más sensibles"). No es ocioso recordar que todo eso lo obtuvo ella en 1821, es decir, antes de conocer al Libertador Bolívar.
Bolívar vino después
La forma como está redactada la última frase del párrafo anterior no es casual ni podía haber sido redactada de otra forma. Manuela Sáenz conoce al Libertador que entra triunfante en su ciudad, antes de conocer a Simón Bolívar: la atrae primero su gloria de republicano liberal, y sólo más tarde sus atributos viriles.
Es más, el propio Bolívar vio así sus relaciones. Hembras y de las más sumisas y concupiscentes no le faltaban en su cama. Pero lo de "Libertadora del Libertador" no lo dijo él como una cursi declaración de amor, sino como un reconocimiento a quien le salvó la vida cuando el atentado septembrino.
Pero el gobernante venezolano nada habló de eso: él no podía rendir homenaje a una mujer que jamás lloriqueó, ni buscó el refugio de un Museo Militar. Prefirió referirse a ella como "la amante" (sic) del guerrero Bolívar. Es decir, no a la "Libertadora del Libertador", sino a "la querida" de Simón Bolívar.
HEMEZE@CANTV.NET
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