Acaba de realizarse la XVLII Asamblea Anual de la Federación Nacional de Ganaderos. Fue en la sede de los ganaderos del Táchira en San Cristóbal, ASOGATA. Con ambas organizaciones me unen antiguos vínculos de solidaridad por la actividad que desarrollan y de fraterna amistad, desde hace varias décadas, con los directivos del gremio a todos los niveles. Se trata de parte importante de los protagonistas de las actividades primarias de la economía, fundamentales para que el aparato productivo funcione y la economía nacional reciba el impulso necesario para crecer, generar riqueza, ampliar las oportunidades de trabajo y estar a la altura de las necesidades crecientes de una población que está sufriendo las consecuencias de una política estatista, comunistoide, inconstitucional, ineficiente y bastante corrompida.
Los productores agropecuarios son verdaderos héroes de la patria. Quienes aún se mantienen activos en el campo, resistiendo la tentación de irse total o parcialmente, buscando oportunidades que este régimen les niega, lo cual no crítico, lo hacen sometidos a un ambiente tan hostil que no vacilo en calificar como de guerra. En el insólito afán de estatizar todo, obligan a los productores a soportar violaciones a sus derechos fundamentales. Uno de ellos, la propiedad de la tierra y la legítima posesión de la misma ha desaparecido progresivamente por la vía de decretos y reformas legales contrarias a expresas disposiciones constitucionales, y ya rechazadas por el pueblo en el referéndum de 2007. Pero no es sólo la tenencia de la tierra. Se trata también de la inseguridad de las personas y de los bienes que se vive en el campo. La impunidad existente para un hampa politizada y las actuaciones abiertas de las estructuras del crimen organizado, se corresponden con una política de estado que busca paralizar la protesta popular y la disidencia política y gremial, generando además el ambiente de corrupción existente. La libertad de trabajo, la libertad de empresa, el derecho de toda persona, natural o jurídica, de disponer libremente de lo suyo está interferido, eliminado de hecho, violentando el derecho, los usos y las costumbres del sector.
Hay atropellos contra grandes productores, unos altamente productivos y otros no tanto, pero todos vulnerados en elementales derechos. Pero lo más grave son las apropiaciones indebidas calificadas, verdaderos robos, que a mano armada bandas de inescrupulosos cometen a diario contra pequeños y medianos fundos, despojando a esos productores de la tierra, las bienechurìas y objetos personales. Despojan a hijos y nietos de un buen futuro en la actividad familiar, muchas veces de varias generaciones.
Ya basta. Hay que hacer valer la Constitución Nacional y reivindicar los principios y valores que allí están consagrados. Este país no es ni nunca será comunista. Todos juramos sostener y defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución y Leyes de la República.
Los productores agropecuarios son verdaderos héroes de la patria. Quienes aún se mantienen activos en el campo, resistiendo la tentación de irse total o parcialmente, buscando oportunidades que este régimen les niega, lo cual no crítico, lo hacen sometidos a un ambiente tan hostil que no vacilo en calificar como de guerra. En el insólito afán de estatizar todo, obligan a los productores a soportar violaciones a sus derechos fundamentales. Uno de ellos, la propiedad de la tierra y la legítima posesión de la misma ha desaparecido progresivamente por la vía de decretos y reformas legales contrarias a expresas disposiciones constitucionales, y ya rechazadas por el pueblo en el referéndum de 2007. Pero no es sólo la tenencia de la tierra. Se trata también de la inseguridad de las personas y de los bienes que se vive en el campo. La impunidad existente para un hampa politizada y las actuaciones abiertas de las estructuras del crimen organizado, se corresponden con una política de estado que busca paralizar la protesta popular y la disidencia política y gremial, generando además el ambiente de corrupción existente. La libertad de trabajo, la libertad de empresa, el derecho de toda persona, natural o jurídica, de disponer libremente de lo suyo está interferido, eliminado de hecho, violentando el derecho, los usos y las costumbres del sector.
Hay atropellos contra grandes productores, unos altamente productivos y otros no tanto, pero todos vulnerados en elementales derechos. Pero lo más grave son las apropiaciones indebidas calificadas, verdaderos robos, que a mano armada bandas de inescrupulosos cometen a diario contra pequeños y medianos fundos, despojando a esos productores de la tierra, las bienechurìas y objetos personales. Despojan a hijos y nietos de un buen futuro en la actividad familiar, muchas veces de varias generaciones.
Ya basta. Hay que hacer valer la Constitución Nacional y reivindicar los principios y valores que allí están consagrados. Este país no es ni nunca será comunista. Todos juramos sostener y defender, cumplir y hacer cumplir la Constitución y Leyes de la República.
oalvarez@gmail.com Lunes,
5 de julio de 2010
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