Porque ya las cartas fueron echadas y no es mucho lo que ha de cambiar en la preferencia electoral de acá al 26-S, salvo otra excepción a la regla como en aquel 15-A de 2004.
Descartada esa hipótesis, es poco lo que restaría elucubrar. El régimen socialista en gobierno degradó en su gestión a niveles de no reversión, tanto que le resulta imposible motivar siquiera esperanzas, como durante aquel RR.
La situación ahora es distinta, pues si bien la mediocridad y corrupción gubernativa de otrora se mantiene y profundiza, sus consecuencias afligen ahora la casi totalidad nacional. Porque constituirse en la común referencia negativa para la generalidad de América Latina no es cualquier cosa, menos aún historia falaz.
Entonces ¿cuál es el problema demócrata para el 26 de septiembre? El de siempre, esa cuestión llamada carácter. Pretendemos designar así a aquella capacidad del pensamiento individual que nos permite a los seres humanos ejecutar las acciones debidas a pesar de la adversidad implícita. Tal seria el caso del jugador de balompié ante el "cobro" de un penalty. El éxito de su acción dependerá de común, más que su técnica y fuerza física, del autocontrol que logre alcanzar en medio del stress inherente al episodio, en fin, de su carácter.
En el caso que nos concierne, para septiembre nuestra dirigencia tendrá una nueva cita con la historia, otra ocasión para demostrar carácter. Asunto este donde a decir verdad ha venido saliendo mal parada. Porque más allá de las pruebas, constancias y certificaciones, tan esquivas siempre en política, el sentir popular continúa inclinado a estimar, que en los momentos de apremio nuestros dirigentes se rajan.
Al efecto, no puede ser casualidad que un régimen político absurdo como el hoy gobernante, se mantenga en el poder pasados los 11 años. A todo evento, por sobre la disquisición, importa más el hoy, ese que nos impone contar para el aciago septiembre con una dirigencia capaz no solo de ganar sino también de "cobrar".
En tal sentido, hagamos una revisión mental sobre nuestros más importantes dirigentes demócratas, los llamados a encabezar la jornada comicial del 26-S. Considerada como fuere la naturaleza preñada de antivalores, propia del socialismo en gobierno, cabe preguntarse si aquellos tendrán la capacidad para ejecutar las acciones debidas, a pesar de la adversidad implícita en tal fecha. Estamos a tiempo para oportunas sustituciones, sean estas voluntarias o para otras que no lo fueren tanto. ORA y LABORA.
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