Durante los siete años del régimen esta bandera, primero en la campaña electoral y posteriormente enarbolada y proclamada reiteradas veces, se fue diluyendo y desapareciendo desde casi los comienzos de la gestión del gobierno.
Hoy pese a que la presidente aún frecuentemente hace referencia a ella, la ciudadanía toda, inclusive el mismo oficialismo sabe que ya hace tiempo no queda el más leve vestigio de ello.
La escasa transparencia y honestidad han desaparecido totalmente en la gestión gubernamental y constituye una de las características más notables de este pernicioso gobierno, probablemente uno de los más corruptos desde el nacimiento de esta nueva etapa de la democracia argentina iniciada en el año 1983 y probablemente también del siglo anterior.
Desde el descarado falseamiento de las cifras de los parámetros socio económicos, la imposibilidad de acceso a la información pública hasta las alevosas mentiras oficiales, todo es engaño y ocultamiento.
Y sumándose a la larga lista de la corrupción oficial, ahora, el escándalo de la “cancillería paralela” en el grave affaire de las coimas a los negociados con Venezuela.
Y en este hecho emergen como protagonistas algunas de las principales figuras del gobierno de los Kirchner, entre ellas, al mismísimo matrimonio presidencial.
No creo necesario repetir los detalles de este nuevo mega escándalo de corrupción ya que está suficientemente tratado por los medios desde que el tema tomó estado público, hasta la declaración del ex jefe de la embajada en Venezuela, Eduardo Sadous, ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.
En la misma, Sadous simplemente confirmó los turbios e irregulares manejos entre el gobierno argentino, mediante los operadores del círculo más cercano del matrimonio presidencial y el dictador de Venezuela.
Confirmó lo que el grueso de los argentinos sospechaba, por la sola lectura de los periódicos desde esa época al presente, de las misteriosas y oscuras relaciones que comenzaron siete años atrás y que tuvieron su cenit en la valija de Antonini Wilson y otras llena de dólares que ingresaban al país provenientes de Venezuela.
Ante el estado público que había tomado el tema el gobierno dispuso una torpe e equivocada estrategia para minimizar y disimular la cuestión. Estrategia que fue cambiando a medida que sus maniobras al respecto iban fracasando una tras otra:
· Inicialmente el gobierno trató de evitar por todos los medios que el embajador se presentase en el Congreso Nacional y expusiera en el mismo.
· Al no lograrlo se buscó condicionarlo en su exposición.
· Ante el fracaso de esta maniobra y a efectos de que la exposición no trascendiera, pidió a la Cámara de Diputados que la presentación de Sadous tuviese carácter de secreta.
· La audiencia tuvo carácter de secreta como lo había solicitado el gobierno, pero al poco tiempo de finalizada la exposición del embajador, trascendieron detalles de la misma lo que originó justamente el efecto contrario al deseado por el oficialismo tomando amplia difusión pública en la mayoría de los medios.
· Ante el efecto ampliamente adverso de los sucesivos intentos del gobierno, este intentó deshacer su pedido de que la sesión fuera secreta y en consecuencia se levantara el secreto de la exposición. Actualmente se está estudiando en Diputados si es procedente la divulgación pública del testimonio confidencial del embajador.
· Paralelamente los operadores del gobierno, particularmente uno de los principales responsables del mega escándalo, el Ministro de Planificación, Julio De Vido, el conocido “cajero” de los Kirchner inició una fuerte y torpe, realmente burda y torpe, campaña de descalificación del embajador y de su gestión al frente de la embajada, durante el lapso que estuvo al frente de la misma.
· También durante su exposición ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados el embajador Sadous fue sutilmente intimidado por el diputado Kunkel quien le realizó preguntas de tipo personal que no tenían nada que ver con el tema que se trataba.
Todos estas fallidas y desesperadas maniobras del gobierno de minimizar y ocultar lo expuesto por Sadous, no hace más que reconfirmar plenamente que los Kirchner buscan ocultar esas turbias y oscuras relaciones.
¿Por qué ese empeño del oficialismo? Es simple y fácil de colegir. La conclusión a la cual arribaría cualquier persona con un mínimo sentido común es la fundada sospecha que se estaría ante un nuevo, colosal y descarado caso de corrupción gubernamental.
Finalmente Julio De Vido, ante el peso de las evidencias, no tuvo más remedio que admitir que efectivamente hubo una “diplomacia paralela” e intentó justificarla con argumentos absolutamente pueriles y absurdos, menospreciando la inteligencia de los argentinos o pensando que somos tontos o niños de pecho.
De Vido había viajado 24 veces a Venezuela en seis años ¿? conjuntamente con los ya conocidos Uberti, Victoria Bereziuk y el entonces vocero presidencial Alfredo Soccimarro. Muchos de estos viajes se realizaban sin conocimiento de la Embajada en Venezuela y en la mayoría de las reuniones sin participación del personal de esta.
Inicialmente eran viajes en aeronaves de línea y estadías normales para una delegación “comercial”, pero luego viajaron en aviones privados partiendo de la zona militar del aeroparque Jorge Newbery, alojamiento en hoteles de lujo, autos oficiales de la Casa Militar venezolana y paseos de compras en los shoppings más exclusivos.
En el día de ayer la presidente calificó, acertadamente, que el escándalo parecía una telenovela argentina-venezolana.
Es cierto, es una dramática, triste y tortuosa novela. Lamentablemente se olvidó de agregar que ella es una de las protagonistas principales de este culebrón.
Es de esperar que la Justicia argentina ponga coto, de una buena vez por todas, a este tipo de supuestas “novelas” que tanto daño le hace al país.
ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar
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