Los venezolanos en este día nos acercamos por once años al Segundo Centenario de nuestra máxima gesta en aquella guerra de perfiles épicos, la batalla de Carabobo, que junto a la batalla de Ayacucho se estudian en las academias militares del mundo, ambas planificadas por el genio militar del Padre de la Patria, sus ejecutores fueron José Antonio Páez y Antonio José de Sucre.
Penetremos en el alma de estos dos próceres eminentes: el Gran Mariscal de Ayacucho con su espíritu noble y de suprema sencillez, sin ninguna malicia en sus procederes como admirable producto del pensamiento enciclopédico y el amor por su tierra, pureza en la ilusión de libertades sin ataduras con los vicios del poder; perteneciente al grupo social con acceso a buena formación intelectual que lo dotó de fuerte convicción de su destino para desempeñar un papel en aquella magna obra de la Emancipación. Su infame asesinato muestra la presencia entre nosotros del dolor de la tragedia griega como martirio de los héroes.
José Antonio Páez es la otra Venezuela sin cuya participación no hubiéramos podido acceder a la Independencia. El es el hombre humilde y sencillo que brilló con su lanza fulminante logrando ascender en su proceso de engrandecimiento; en aquellas sabanas sin límites, junto a la maestra que le enseñó las primeras letras tan solo alcanzó una precaria educación elemental, casi analfabeto, sin oportunidades para nutrir su mente, ajeno a las preocupaciones de los círculos intelectuales de Cumaná y Caracas. El proceso evolutivo de la guerra encajó en su personalidad, de peón simple, pasa a ayudante de mayordomos, las refriegas aparecen de pronto en aquellos parajes que esconden páginas culminantes de la historia, poco a poco este jinete audaz e inteligente gana la confianza de los superiores, pasa a comandar fuerzas de su autoría, presto a desplazar al sanguinario Boves y realizar el milagro de convertir aquella masa combativa en baluarte de la revolución.
Cuando se entrevista por primera vez con Bolívar en 1818, ya es un oficial veterano y jefe, a los dos los aproxima buena química, la cual les durará toda la vida, admiración y fuerte apoyo por parte de Bolívar, afecto, deslumbramiento y lealtad consagrada por Páez.
La presencia del Libertador catapultó a José Antonio Páez hacia las alturas para realizar tareas grandes como atender casi la totalidad de la logística para la campaña de Carabobo, cumplir las tareas tácticas, y en plena batalla, asumir una combatividad escalofriante frente al poderoso ejército realista, su bravura lo hizo ídolo frente a un sargento español que lo auxilió y regresó a filas republicanos cuando lo afectó un ataque epiléptico.
Es el general José Antonio Páez con esfuerzo autodidacta convertido en hombre culto, un guerrero transformado en admirable presidente civilista, depositario del recuerdo y la gloria de Bolívar, fue quien primero se alzó para reclamar para Venezuela su condición de república independiente.
Este 24 de junio: ¡Gloria a José Antonio Páez, héroe máximo de la batalla de Carabobo!, ¡Gloria al Libertador!
Gonzalo Villamizar
gonvillan@cantv.net
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