jueves, 24 de junio de 2010

"LA PERSECUCIÓN A ZULOAGA Y MEZERHANE MÁS QUE FORTALEZA REFLEJA TEMOR", CARLOS BLANCO // TIEMPO DE PALABRA

Horas sombrías

Cerrar Globovisión es el objetivo; pero el procedimiento es diferente al que se adoptó con RCTV porque les resultó en extremo costoso. No se procura el hachazo que fulmina sino el estrangulamiento por la vía de afectar directamente a sus accionistas. La hoja de parra que cubre la operación procura decapitar el canal para que quede, por unos minutos, un cuerpo sin rumbo que, al rato, se desplome. Después saldrá Chávez, con esa capacidad infinita para mentir, a anunciar que no sabía lo que le pasaba a Globovisión, que fue sorprendido una mañana porque la pantalla estaba negra; con idéntico cinismo al que empleó el miércoles pasado cuando dijo que no sabía que Nelson Mezerhane era accionista de ese canal.

La persecución a Guillermo Zuloaga y a Mezerhane más que revelar fortaleza del Gobierno refleja temor. Algo sabe el Gobierno que los demás mortales ignoran porque su reacción es de susto; algo grande, gordo, mofletudo y raro se siente en las soledades de "Palacio". ¿El 26S? ¿Algo más?

Formas de Persecución.

La persecución política abierta en un mundo globalizado no es fácil. Basta ver la reacción que se produjo con la detención de Oswaldo Álvarez Paz, que obligó al Gobierno a retroceder en toda la línea. La metida de pata con OAP fue monumental. Por estas razones, el método preferido es acusar de delitos comunes a los que se desea perseguir, callar y encarcelar. Los represores siempre señalan la comisión de delitos comunes para rodear de "razones" las cacerías en contra de sus enemigos. Primero, buscan desprestigiarlos; luego aislarlos; finalmente recluirlos o exiliarlos.

Curioso mecanismo el que emplean estos revolucionarios que antes clamaban por la libertad de los presos políticos, el cese a las persecuciones, y ahora, como venganza por sus complejos y resentimientos, usan mecanismos idénticos a los que denunciaban en el pasado. Solo que tienen las indecencias al aire; dentro y fuera de Venezuela se sabe que el Gobierno no persigue sino a quienes se le oponen. Los demás, los autores esenciales del nauseabundo espectáculo de la comida podrida, la mayoría de los boliburgueses criados y amamantados por el régimen, y los ruinosos directivos de las empresas públicas, gozan de buena salud.

Los Empresarios.

Como estamento social los empresarios han experimentado diferentes etapas bajo el régimen. Un sector contribuyó decisivamente a llevar a Chávez al gobierno, sea porque ayudaron a pavimentarle la vía con el derrocamiento de Carlos Andrés Pérez. Como se ha dicho varias veces desde esta esquina, Chávez llega a la Presidencia no de la mano de los pobres sino de los ricos -no de todos, pero de varios- que vieron en él un atajo para el poder sin las cargas de un sistema político ya cansado; finalmente demolido por las acciones de sus élites. Es famoso el memorándum que un empresario le entregó al candidato triunfante con sugerencias para los altos cargos. Fue un mariposeo mutuo.

Al comienzo el Presidente solo controlaba los nombramientos que estaban bajo su responsabilidad, pero las élites continuaban en su sitio. Fue un tiempo de amistades, coqueteos e influencias recíprocas. El caudillo no tenía "sus" empresarios y cortejaba a varios de los tradicionales. Los más prudentes guardaron distancia sin hacer olas. Más adelante, cuando a Chávez las uñas se le transformaron en garras con el paquete de las 49 leyes aprobadas en 2001 al amparo de la Ley Habilitante, el movimiento empresarial, unido a otros estamentos, se rebeló contra el Gobierno. Proceso que culminó en la crisis de 2002 y la renuncia presidencial en el fandango de Fuerte Tiuna, con coreografía de Lucas Rincón.

Pasados esos acontecimientos y con el recurso a la palanca pútrida de Pdvsa, Chávez decidió tener sus propios y desechables industriales, comerciantes y banqueros. Así se originó la boliburguesía. La idea era que nuevos grupos compitieran con los antiguos. Fue la época en la que Chávez inició su control total del poder y en la que su idea de socialismo era una especie de anzuelo para transmutarse de militar golpista en revolucionario apasionado. Codiciaba lograr empresarios "comprometidos con el socialismo" o, al menos, silentes. Varios de los empresarios preexistentes cambiaron de color: el blanco nacarado de la nobleza fue sustituido por el colorado de la revolución plebeya para poder continuar, mejor aun, crecer, con los negocios. Otros no cambiaron su color pero bajo el código del silencio permutaron el largo plazo por el corto plazo, el vivir por el sobrevivir, dentro de un tejido que no les gustaba pero era aquél en el cual debían y podían actuar.

Como es obvio, ese crecimiento voraz de la boliburguesía (la unión de los nuevos y atorados con varios de los más antiguos y expertos) entró en contradicción con eso que llama Chávez socialismo, que no es otra cosa que la estatificación de la sociedad, en la cual la propiedad privada está subordinada a la voluntad del tirano, transfigurado en la "voluntad del pueblo". Culminó esta etapa con la destrucción de un grupo de los boliburgueses, pero sobre todo con la ofensiva general hacia el sector privado. Los empresarios ahora están destinados, unos al silencio para resistir, otros a ser comparsas. Los que no obedezcan, están para ser destruidos.

La Nueva Etapa Empresarial.

La situación requiere sumisión total y el que no cuadre es hostigado. No solo requiere silencio sino control y más que control, dominio total. De Polar quiere que produzca lo que el régimen desea, a lo soviético; pero, más allá, busca desesperadamente una evidencia de fidelidad y rendición que Lorenzo Mendoza no ha estado dispuesto a entregar. Aspiró también a la sumisión de los dueños de Globovisión; no lo logró y por eso sus accionistas se convirtieron en irremediables objetivos a destruir. El canal es una deuda pendiente. ¿Podrá? No es fácil. Chávez no soporta mirarse en el espejo de ese medio porque le refleja su alma. ¡Aunque usted no lo crea!

Una expresión de lo que procura de los empresarios se tuvo en la rueda de prensa sobre la intervención del Banco Federal dada por los banqueros Víctor Vargas y Juan Carlos Escotet, que más que voceros de su sector lo fueron del Gobierno, obviando cuidadosamente mencionar la persecución política contra Mezerhane.

Nadie puede criticar la actitud de empresarios que con discreción protejan sus empresas, que es su derecho y su deber, incluido el deber con sus trabajadores, necesitados como nunca de sus empleos. Sin embargo, mientras se expanda la marea roja y putrefacta tienen que saber que son propietarios precarios en libertad provisional. Surfear la intolerancia oficial y proteger sus negocios es correcto; sobrevivir y tragar grueso puede ser necesario; pero es difícil que la sociedad democrática acepte a los que además se convierten en verdugos.

www.tiempodepalabra.com
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