Cuando yo tenía diez años, en el muelle de San Francisco, en California, participé en una carrera de conejos mecánicos contra seis o siete adultos, entre ellos mi padre, y como pensé que no tendría el más mínimo chance, cerré los ojos y me concentré en hacer girar lo más rápido posible la manivela que impulsaba el conejo. Cuando abrí los ojos, para mi gran sorpresa, había ganado. Y con una ventaja que dejó a todos con los ojos abiertos. Simplemente, me concentré de tal manera en lo que estaba haciendo, que vencí al miedo y superé con creces la ventaja que, físicamente, me llevaban los demás.
Hoy, sesenta años después, pienso que es lo que debemos hacer todos los venezolanos que creemos en la democracia y queremos que salgan del poder los que tanto han dañado al pueblo venezolano y a Venezuela en general: hay que concentrarse, reconcentrarse, en vencer en las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010. Hasta el día siguiente hay que olvidar todo lo demás, no apartarse un milímetro de la decisión de votar y ganar. Sin importar las trampas y los abusos de los chavistas, sin importar las provocaciones. Sin importar las posibles fallas que pueda haber en nuestro lado. Lo único importante de aquí a allá es ganar. Y ganar con gran ventaja, como gané yo aquella carrera que, si hubiese seguido las ideas de los demás, tendría que haber perdido. Hay que cerrar los ojos y concentrarse, sin distraerse. Sin ver otra cosa que la victoria, sin oír otra cosa que la voz que nos dice que vamos a ganar. Porque vamos a ganar, y ellos lo saben.
Hoy, sesenta años después, pienso que es lo que debemos hacer todos los venezolanos que creemos en la democracia y queremos que salgan del poder los que tanto han dañado al pueblo venezolano y a Venezuela en general: hay que concentrarse, reconcentrarse, en vencer en las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010. Hasta el día siguiente hay que olvidar todo lo demás, no apartarse un milímetro de la decisión de votar y ganar. Sin importar las trampas y los abusos de los chavistas, sin importar las provocaciones. Sin importar las posibles fallas que pueda haber en nuestro lado. Lo único importante de aquí a allá es ganar. Y ganar con gran ventaja, como gané yo aquella carrera que, si hubiese seguido las ideas de los demás, tendría que haber perdido. Hay que cerrar los ojos y concentrarse, sin distraerse. Sin ver otra cosa que la victoria, sin oír otra cosa que la voz que nos dice que vamos a ganar. Porque vamos a ganar, y ellos lo saben.
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