martes, 2 de marzo de 2010

INFORME LA CAMPIÑA, CASO PDVSA, DANIEL KLAUS, OCTUBRE 2009

I. La Palabrería Petrolera.

PDVSA no tiene dinero ni para construir ni para dar mantenimiento a las refinerías en suelo patrio pero ha prometido la construcción de una veintena de estos centros industriales por doquier.

No puede llamarse sino charlatanería los anuncios del gobierno de Hugo Chávez en torno a la hipotética, (o surrealista), construcción de refinerías en diversos países. En los últimos años Miraflores ha anunciado acuerdos con Brasil, Uruguay, Ecuador, Nicaragua, Jamaica, Dominica, Mauritania, China y más recientemente Siria, para llevar a cabo tales proyectos. Sin embargo, la
realidad es que no hay dinero con qué concretar estos fantasiosos planes.
La construcción de refinerías en el exterior, 26 si no nos fallan las cuentas, es un proyecto suigéneris de integración energética, en el cual Caracas pondría casi la totalidad de los recursos (petróleo, dólares, ingeniería, experticia) y los socios muy poco. Eso dice la teoría porque la práctica ha demostrado que no se ha avanzado.

Aparte de que tiene las finanzas comprometidas en numerosos proyectos “sociales” no petroleros, PDVSA enfrenta serios problemas en su propio aparato refinador. Tanto el Complejo Refinador Paraguaná, (CRP), la refinería El Palito, la refinería de Puerto La Cruz y el Complejo Mejorador de Jóse llevan más de dos años con graves problemas críticos en diversas unidades. La corrosión, la falta de mantenimiento, la falta de repuestos y el desorden laboral han obligarán al Gobierno a importar gasolina. Si no se toman medidas inmediatas caeremos al fondo del abismo. Dentro de poco estaremos importando totalmente los 500.000 barriles de gasolina que necesitamos para el consumo interno diario. No habrá producción de gasolina a nivel nacional por el deterioro de las instalaciones.

• Muchos de los técnicos de PDVSA, por temor a represalias, se hacen los locos cuando tienen que decirle al presidente Chávez que no siga mintiendo, que no hay dinero para proyectos imposibles y nada rentables, que no siga jugando con la ingenuidad o la ignorancia de miles de venezolanos.

PDVSA no tiene recursos para asumir tales compromisos. La estatal venezolana se está cayendo a pedazos por el despilfarro de sus dineros y el descuido de pozos e instalaciones refinadoras.

El proyecto del faraónico gasoducto suramericano nunca fue creído ni por los técnicos de PDVSA ni por los técnicos de PETROBRÀS. Venezuela ni siquiera tiene gas operativo para abastecer su mercado interno. Hasta hace poco le estamos comprando gas a Colombia. La situación es un polvorín que amenaza la estabilidad de la región. El gasoducto desde Anaco hasta Buenos Aires de 8.000 kilómetros de longitud, 60 pulgadas de diámetro y 3.000 libras de presión, necesitaría por lo menos de 40 mega estaciones de relevo a lo largo de su recorrido. PETROBRÀS optó por desistir muy “diplomáticamente” del proyecto propuesto por “el experto petrolero” Chávez, el cual ameritaba una suma multi millonaria de dólares y estabilidad geopolítica en la región que hoy se ha visto empañada por las rivalidades e insinuaciones militaristas entre vecinos enfrentados.

Otro tanto ha ocurrido con la Refinería de Pernambuco en la que el gigante brasileño y PDVSA no terminan de dar cuerpo a una idea que se ha ido disipando entre copas de champaña y discursos públicos de “integración energética”. PETROBRÀS es una empresa que observa con cautela la charlatanería venezolana, de hecho ha desistido de varios proyectos en esta “Tierra de Gracia” y funciona al estilo de las grandes transnacionales de la energía; si las cuentas no cuadran no procede.

Una de las refinerías más anunciadas por Caracas fue la de Nicaragua. Hace un par de meses, voceros petroleros anunciaron que tal proyecto no era viable “por los momentos”, lo que a juicio de entendidos fue una clara señal de la inviabilidad de esta instalación industrial, razonamiento que se aplicaría perfectamente a otras de la misma especie.

¿Sabía usted que construir refinerías no es negocio? Es más barato comprar gasolina que meterse en un paquete financiero para la construcción o reparación de refinerías, donde el petróleo es procesado para convertirlo en combustibles, lubricantes y otros derivados. Hay que verle la rentabilidad y sustentabilidad a este negocio a mediano y largo plazo. A Chávez le conviene vender crudo sin refinar para mantener el chorro de dólares estables y alimentar la chequera presidencial. El gobierno conoce este secreto y actúa en función de ello. Los venezolanos están engañados. Al gobierno le conviene vender crudo. Mientras más venda, mejor…

En los últimos años el interés de la industria petrolera y energética en general se ha volcado hacia las fuentes alternas o alternativas; las grandes empresas de energía están investigando y desarrollando fuentes que sustituyan al petróleo. En cuestión de 30 años a lo sumo, es muy probable que estemos ante una nueva fuente que desplazará a la gasolina. Y para ese momento, las refinerías comenzarán a convertirse en un montón de chatarras… en un parque temático de promesas fantasiosas.

II. PDVSA: La Primera Agencia de Festejos del País.

PDVSA se encarga de la instalación o distribución de baños, bolsas de comidas, botellas de agua, fajos de billetes, (dólares, bolívares y otras monedas), ambulancias, mover gente y paremos de contar, en cualquier evento de “interés del Estado” o de Miraflores. Una cosa es que, como siempre ha ocurrido en esta República en los desmanes, que las instituciones del Estado como PDVSA hayan favorecido al gobierno de turno o al partido instalado en el poder, para actividades proselitistas o manejos oscuros de los recursos petroleros, pero otra es la grosera e incomparable conversión de la estatal en una poderosa y siempre dispuesta gestora de festejos, súbitamente y sin previo aviso.

Nadie en su sano juicio, podría haber imaginado que una empresa como PDVSA se hubiera convertido, entre gritos y papelillos, franelas y refrescos, en una escandalosa, infatigable y multifacética agencia de festejos.

Los inmensos recursos sin control y la celebradera del Gobierno nacional hacen de la estatal una empresa singular en permanente improvisación. En los informes oficiales de la estatal no aparece el concepto “gastos por festejos”, pero esta suma es enorme, se pierde en el firmamento o entre los subterfugios de “inversión social”, “misiones”, “apoyo a programas sociales” o “apoyo al Ejecutivo Nacional”. Nada más cada uno de los Aló Presidente que realizan en cualquier área de actividad petrolera puede costar entre 2 y 5 millones de BsF.

El problema mayúsculo radica en que el rol de agencia de festejos no constituye una eventualidad, digamos que una cita muy ocasional, un suceso inesperado. No, es una constante, es decir, una de sus rutinas empresariales, (aparte de producir petróleo, refinarlo y venderlo), ahora se suman comprar y vender caraotas, gallinas, pollos, carne de res, vacas, azúcar, papas, lavadoras, neveras, celulares, bombillos, computadoras, plantas eléctricas para donaciones a Latinoamérica y el Caribe, pagar la logística, las corbatas, los interiores, las habitaciones y el paltó de cuanto mandatario, personero y funcionario nacional o de otros países habido y por haber. PDVSA es la primera agencia de festejos del Estado, ¿qué duda cabe?

Es la que organiza el encuentro entre nuestros hermanos africanos y los de UNASUR, la que construye las obras citadinas que son responsabilidad de las alcaldías; la que monta marchas rojas rojitas en Madrid y la que pone los tequeños en el cumpleaños de los ministros.

Que PDVSA sea la agencia de festejos del Estado por excelencia se explica por varias razones:
La primera son los inmensos recursos financieros que dispone sin mayores controles, en comparación con los ministerios ineficaces, los cuales tienen mayores problemas para manejar los centavos de todos los venezolanos; en segundo lugar, por su buena experiencia logística, (construida en la IV República); en tercer lugar, por la presencia de altos funcionarios políticos ineptos que no han sabido distinguir hasta dónde llegan las responsabilidades de la empresa tanto con el Estado como con país; y en cuarto lugar, por la influencia del proselitismo político orquestado desde Miraflores.

Un buen gerente es aquel que aunque no cumplió con su cuota de producción petrolera esperada en un mes, sin embargo inscribió 2 mil almas en las filas del PSUV en tiempo récord. Hoy día un buen gerente no es aquel que produce petróleo en forma más eficiente, sino aquel que está en capacidad de sacar unos barriles y al mismo tiempo organizar las fiestas patronales de la vecindad, el mitin del candidato del PSUV, las patrullas electorales o el listado de votantes de PDVSA que debe tener en sus manos el Consejo Nacional Electoral. Después de todo, en un ambiente como el que ha reinado en el sector petrolero, donde ha habido buenos precios y una política de recortes de producción ordenada por el Ejecutivo Nacional, sacar petróleo puede esperar. A la par de que se están colocando en cargos gerenciales a cuadros del PSUV sin ninguna educación y experiencia técnica, alguno de ellos obtusos ignorantes, medio analfabetas, desordenados y hasta resentidos sociales.

Esto último amerita un pequeño comentario que seguramente no será del agrado de muchos revolucionarios: PDVSA es el hazme reír de las empresas petroleras del mundo, muy a pesar de todo el petróleo al que tiene acceso y muy a pesar de toda la propaganda cantinflérica que desarrolla con la guinda de la “soberanía nacional”.

En esto del festejo hay otro factor que no puede desconocerse: El Síndrome de la Contingencia.

De alguna manera la actitud de contingencia en el personal de la “Nueva PDVSA” a raíz del paro de 2002-2003 no ha sido superada del todo. El comportamiento de urgencia, propio de la contingencia, está vivito y coleando. Siempre se está en contingencia, es decir, preparados para improvisar o improvisando en la preparación de algo. Ello, sumado al también exacerbado espíritu de creatividad que reina en el Gobierno nacional, potencia aun más el rol de agencia defestejos asumido, que arropa a un gentío en la corporación. Adicionalmente, de la “contingencia” nace la “Adjudicación Directa”, la evasión de la Ley de Contrataciones Públicas, la designación a dedo de quienes ejecutaran las obras y por supuesto el Imperio de la Corrupción. En efecto, dentro de la corporación son muchos los que quieren montar su kiosco en la calle, sacar a relucir las franelas rojas, los pitos, las bolsas de comida, los baños itinerantes, los kilos de papel higiénico; un gentío quiere estar en la movida, haciendo bulla.

Un último factor en la consagración de la agencia de festejos es el espíritu de celebración y activismo electorero propio de quien desea mantenerse en el poder como sea. Hablamos de ejercer el poder por el poder, lo que ha exigido una permanente acción de agitación de masas y propaganda política, así como una constante celebración de las conquistas logradas, (más de una
docena de elecciones nacionales o regionales ganadas, con los reales de PDVSA al frente). Y ese espíritu de celebración se concreta en una desmedida e infinita actitud de festejo, en una Fiesta Inolvidable insuperable en los anales de la historia patria.

Una empresa que antes era discreta hasta los tuétanos en su proceder, ahora se la ve en cualquier plaza, con sus infalibles voceros autorizados o no, diciendo cualquier cosa, cualquier disparate, como aquello de “odiar” a la oligarquía o “defender” a diestra y siniestra a los trabajadores de la industria que puertas adentro maltrata y engaña a través de políticas que desmejoran sus beneficios sociales o amenazas veladas.

III. Malestar entre los trabajadores de PDVSA

“Quien no esté contento con su sueldo o con las condiciones de la empresa que se marche porque en la calle hay bastantes desempleados”, advierten las autoridades de PDVSA.

La merma en los salarios y demás beneficios viene colocando a los trabajadores de la industria muy por debajo de los que se desempeñan en otros entes del Estado, donde no ha habido desmejoras ni discursos “socialistas”.

Desde hace años no hay evaluaciones de desempeño de personal y a los profesionales de la “vieja escuela” los jubilan por “sospechosos”. Analfabetas y resentidos sociales que asumen cargos de gerencia, lo que unido al desorden en la empresa, ha creado un clima laboral patético, donde la consigna es sobrevivir.

Existe un profundo malestar entre los trabajadores de PDVSA no sólo entre los que pertenecen a la denominada Nomina Mayor, aquella que agrupa profesionales, gerentes y técnicos, sino en la
Nómina Contractual que reúne a obreros y otros empleados que actualmente esperan discutir el
contrato colectivo con la estatal.

Se supone que las elecciones sindicales internas en la estatal despejarían muchas dudas en torno
a la discusión del contrato colectivo, la cual incluye salarios y beneficios generales. Pero las primeras declaraciones de los vencedores de la contienda, nos referimos a Vanguardia Obrera Socialista, financiada por PDVSA y bajo las órdenes de Rafael Ramírez, añadieron más leña al fogón.

Según Vanguardia Obrera Socialista el salario es un tema “secundario”; esto quiere decir que no
es prioridad mejorar los salarios en la Nómina Menor, pues habría otras medidas compensatorias, (la denominada “socialización del salario”). Si triunfa esta tesis, tampoco habrá nivelación salarial para la Nómina Mayor, que viene sufriendo desmejoras desde hace dos años.
La Nómina Mayor está molesta y si no ha hablado es por el profundo temor que tiene en torno a
las amenazas veladas de algunos jerarcas de la corporación, comenzando por el propio Rafael Ramírez, quien ha expresado: “…el trabajador o gerente que no esté contento con su sueldo o con las condiciones de la empresa que se marche, porque en la calle hay bastante gente desempleada que quiere ingresar a PDVSA…”

Este es un problema que viene acumulándose desde hace años, cuando se hicieron las últimas evaluaciones para la promoción de grupo, (nivel y salario), pero las mismas fueron mal implementadas y al final no se cumplieron. Y si esto fuera poco, los bonos anuales que se pagaban, equivalente a más de dos mensualidades, fueron eliminados drásticamente.

Esta merma en los beneficios socioeconómicos de los trabajadores se deriva de las falsas premisas alimentadas por el propio Gobierno: La primera de ellas señala que los trabajadores de
la Nueva PDVSA no pueden ganar sueldos jugosos, como se supone ocurría en la vieja empresa.
En dos platos: “no pueden ser privilegiados”. Según la predica oficial, los trabajadores de la Vieja
PDVSA ganaban sueldos millonarios, los más altos del país, y gozaban de infinitos privilegios, pero en realidad antes del paro e incluso a la llegada de Chávez al poder, sus beneficios socioeconómicos habían sufrido una importante merma, (caso de las dobles prestaciones sociales
eliminadas por Luis Giusti, en el segundo gobierno de Caldera). De modo que cuando surge la denominada Nueva PDVSA (2003), ya los trabajadores del Banco Central de Venezuela, el SENIAT y otros entes oficiales superaban en diversos aspectos, (utilidades, bonos de productividad), a los afamados petroleros.

A decir de la cúpula de la estatal, se supone que el trabajador de la Nueva PDVSA no debe gozar
de atractivos beneficios socioeconómicos porque estamos en tiempos de “socialismo”, en los que
un buen salario es pecaminoso, como también lo es disfrutar de un seguro médico privadodecente. Entre los miembros de la directiva hay quienes no quieren que los trabajadores acudan a una clínica privada sino a los CDI o Barrio Adentro y el Seguro Social. Habría que preguntarle si ellos harían lo mismo en caso de emergencia.

La crisis económica mundial encajó como anillo al dedo para justificar la ya progresiva merma en
los beneficios de los trabajadores de Nómina Mayor. Como supuestamente estamos en tiempos de socialismo, las expectativas monetarias de los trabajadores no tienen sentido; son una desviación respecto al “deber ser socialista”. Pero con la crisis, hay que ser “más socialistas”, es decir, conformarse…

Ocho meses atrás se giraron instrucciones para que los gerentes y directivos se rebajaran los sueldos, dando cumplimiento a la política de “austeridad” que sigue la empresa ante la nueva realidad económica mundial y ante el “deber ser” socialista. Algunos no aceptaron y prefirieron jubilarse. Pero, ¿Qué pasa con los demás ministerios y entes del Estado?

Ramírez intentó dar el ejemplo diciendo que se había recortado varias veces su sueldo, que ganaba 13 mil 500 bolívares. Nadie se comió ese cuento; todo el mundo sabe que tiene sus dólares en el exterior y que sus familiares y amigotes están haciendo de las suyas con proveedores o contratistas escogidos a dedo, sin licitación.

Por otra parte, ¿cómo es que una empresa que dice ser socialista desmejorara adrede y progresivamente las condiciones de sus trabajadores? ¿Acaso se puede comprar la cesta básica o pagar el colegio de los hijos con discursos y lemas socialistas?
En las últimas semanas han surgido rumores en torno a la disminución de las utilidades en un futuro no muy lejano, así como a la posible eliminación de la jubilación costeada por PDVSA. De ser así, se supone que los trabajadores serían jubilados por el Seguro Social y no por PDVSA, cuya fortaleza financiera es un aval para quienes se retiran después de 20 o 30 años de servicio.

Aunado a todo esto, la política de PDVSA, en los últimos dos años, también se ha propuesto jubilar a todo profesional o gerente con 15, 20 o más años dentro de la empresa, porque es sospechoso de ser “escuálido”, argumento que pretende cubrir otras razones: son competencia para los grupos de recién llegados e incapaces que controlan los directivos rojo rojitos.

La dirección de Recursos Humanos está en manos de Darío Merchán, médico de profesión allegado a Ramírez que no tiene la menor idea de lo que es la gerencia en esta área. A Merchán se debe parte de la desastrosa situación laboral. No hay que engañarse: Hoy día Recursos Humanos es una especie de jarrón chino. Nadie sabe para qué existe.

La política de Recursos Humanos en materia de formación es lapidaria: los trabajadores de la industria no podrán recibir cursos en instituciones consideradas “escuálidas”, como la Universidad Central de Venezuela, el IESA, o hacer cursos de idiomas en el exterior “capitalista”.

Pueden formarse en Cuba, la Universidad Bolivariana y otras instituciones allegadas al perfil ideológico del gobierno. Solamente hay algunas excepciones como son el Instituto Francés del Petróleo, reconocido en todo el mundo.

Como consecuencia de esta situación, muchos profesionales y técnicos siguen abandonando la
industria. Aparte de los 18.000 despedidos en 2002/2003. El personal se está yendo al exterior a otras empresas donde aparte de existir mejores y legítimas condiciones socioeconómicas, hay
mayor respeto por los trabajadores.

La empresa está perdiendo su mano de obra capacitada, pero además se está convirtiendo en un
gigantesco ministerio. En 2003, los nuevos jerarcas de la corporación acusaron a los gerentes de la vieja PDVSA de mantener una nómina abultada, lo que incidía en el precio del barril. En ese entonces PDVSA contaba con cerca de 20 mil trabajadores y sumando 18 mil se fueron con el paro hacían unos 40.000 empleados. Hoy día la nómina ronda los 100 mil trabajadores. Eso explica parte de los inmensos problemas financieros, administrativos y burocráticos cuya desproporcionada dimensión no podríamos reflejar en estas líneas.

Finalmente, la falta de diálogo y sinceridad con los trabajadores, propia del fascismo y no de un
pretendido socialismo, contribuye al patético clima laboral. La jerarquía de la empresa no escucha, impone lo que se le viene en gana, no le interesa conocer el ambiente laboral reinante, ni mejorarlo. La consigna de las autoridades es: “Que se la calen”. Y la de los trabajadores: “SOBREVIVIR”.


Informe La Campiña: VIERNES, 16 DE OCTUBRE DE 2009, Este informe fue elaborado por Daniel Klaus, analista petrolero, zuliano de nacimiento, pero de ascendencia holandesa. En el presente trabajo, Klaus aborda descarnadamente la realidad de nuestra industria de crudos.
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1 comentario:

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