Luego de casi once años, en el que hemos transitado esta nueva etapa de nuestro sistema político, tenemos la posibilidad cierta de contextualizar lo que se pretende vender como el Socialismo del Siglo XXI. Algo más que una consigna electoral y un discurso.
Para comenzar debemos ponernos de acuerdo en lo que entendemos por socialismo, o por lo menos una visión compartida de lo que pretenden los diferentes autores sea el socialismo, y partiendo de allí, tratar de describir lo que podemos entender por el SSXXI y qué es lo que nos plantea con relación a los trabajadores y su forma organizativa, y ahondar sobre lo que pretende hacer con el movimiento sindical venezolano.
Me voy a basar en los conceptos que un excelente investigador en las ciencias sociales, como lo es el Doctor Miguel Van der Dijs, politólogo ligado al gobierno, el cual ha ocupado altos cargos en la administración pública en estos últimos años, estudioso como es, se dio a la tarea de teorizar sobre el Sistema Político Venezolano y el SSXXI, por cierto unos de los pocos que lo ha hecho desde la visión científica y que comparte lo que algunos también han dado en llamar “el proceso”.
Como todos los conceptos en las ciencias sociales, el socialismo no posee uno único, muy por el contrario nos encontramos con diversas explicaciones de lo que podemos entender como socialismo, pero en lo que la mayoría de los autores coinciden y en especial en el investigador Van der Dijs, es que hay diferentes sistemas de carácter socialistas, pero estos los podemos agrupar en dos bien definidos. Uno que lo enmarca en lo que se ha denominado el socialismo democrático, que en términos generales, corresponde a lo que se ha conocido como los Estados Sociales de Derecho, sistemas que van desde los Estados de carácter liberal hasta los Estados que ejercen un mayor control sobre el mercado en función de lo social, y otro grupo que se ha denominado como socialismo real, que podemos ejemplarizar con lo que significó la Unión Soviética, y lo que en la actualidad representa el Estado socialista de Cuba.
Gobiernos que asumen el control total de la economía, y por ende priva el Estado sobre el individuo, éste último se disuelve o desvanece en la sociedad, perdiendo sus derechos como individualidad, lo que conlleva a una superioridad de lo colectivo sobre lo particular.
Entonces podemos concluir que el “socialismo es aquel sistema que coloca lo social por encima de lo individual para lograr el pleno disfrute de los derechos humanos, que conduzca a la mayor suma de felicidad posible para sus ciudadanos. (Van der Dijs, 2009.25)
Ahora el investigador nos dice que al contrario de lo que ha significado el socialismo, en cualquiera de las dos visiones que hemos descrito, el SSXXI debe ser una construcción original para Venezuela, que conduzca al logro de esa felicidad posible para todos los venezolanos.
Orientando la acción del Estado al logro en la satisfacer las necesidades básicas de la población, donde todos los factores que conforman la sociedad orienten sus políticas hacia ese objetivo, de allí que el SSXXI se asocie directamente con la idea de solidaridad social.
Ahora, veamos en lo que se refiere a la posición que les toca jugar a los trabajadores en el contexto del socialismo. Nos dice Marx (1973), que lo único que distingue a unos de otros tipos de sociedad, es lo que él denomina la sociedad de la esclavitud del trabajo asalariado, siendo esta la forma en que este trabajo excedente le es arrancado al productor inmediato, al obrero.
Esto es, en palabras del investigador del cual he basado mi ensayo, lo que hay que corregir, para que el trabajador en el SSXXI no sea despojado de su trabajo por aquel que usurpa ese excedente, que en definitiva es el que genera la riqueza. La forma, en parte, para lograr este objetivo, es que el Estado asuma la mayor cantidad de medios de producción para que esta riqueza o plusvalía del trabajo sea repartida de forma igualitaria entre todos los ciudadanos con el fin último de lograr la mayor cantidad de felicidad posible para los venezolanos, frase muy trillada por los partidarios al régimen.
Para ello es necesario tener un movimiento sindical convencido de las bondades de lo que representa el nuevo modelo de Estado que esta en construcción y elaboración.
Desde sus inicios, el actual régimen, ha tenido claro que un enemigo a vencer es el sindicalismo critico y contestatario, al cual la democracia enseñó a exigir mejoras en las condiciones de vida de sus trabajadores, y esto lo fue alcanzando el movimiento sindical con sus luchas a favor de sus reivindicaciones, tanto en lo social, como en lo político, mediante mecanismos reivindicativos, entre ellos la contratación colectiva y los diferentes mecanismos de presión, por cierto uno muy desprestigiado en la actualidad, como lo es el derecho constitucional a la huelga.
El gobierno diseñó todo un plan para desplazar a la dirigencia sindical que no fuese afín con el pensamiento de nuevo corte socialista. De allí que la primera acción que realiza para tratar de tomar las diferentes instancias sindicales fue la convocatoria a un referéndum consultivo sindical, para preguntar a la sociedad en su conjunto si estaba de acuerdo con relegitimar a todas las autoridades sindicales, hecho que se cumplió en diciembre del año 1999, cuando se llevo a cabo este referéndum, y siendo afirmativo su resultado, se obligó a toda la dirigencia sindical del país a ir a procesos electorales para renovar sus directivas sindicales, entre ellas la más connotada, la elección de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), que para el año 2001 se vio obligada a realizar sus elecciones de forma directa y por la base con la participación de todos y cada uno de sus afiliados. Recordemos que estas elecciones eran de segundo y tercer grado, algo que había sido criticado por muchos dirigentes sindicales, que las consideraban de ser poco democráticas, en ese momento me tocó la responsabilidad de ser el presidente de la comisión electoral nacional de la CTV, situación que me obligó a conocer con detalle lo que allí ocurrió.
Recordemos que el gobierno participó en este proceso electoral, siendo su candidato el profesor Aristóbulo Isturiz, el cual fue derrotado por el trabajador petrolero, Carlos Ortega, por cierto hoy en el exilio.
El gobierno aprovechando los ruidos que generó algunas acciones que se catalogaron como fraudulentas, desestimó este proceso y decidió no incorporarse a la conducción de la central obrera, ya que obtuvieron un representación en su junta directiva, pero no la presidencia, que era su objetivo.
Vemos en lo anterior dos acciones orientadas a controlar el movimiento sindical, pero el fracaso los obligo a replantearse otra estrategia para lograr el fin perseguido, que no era otro que controlar al movimiento sindical.
De allí comienza la creación y la construcción de un sindicalismo plegado al gobierno, en gran parte construido desde el mismo Ministerio del Trabajo, el cual generó toda una política de conformación de sindicatos paralelos, lo que llevo a duplicar en menos de cuatro años el número de sindicatos registrados ante el ministerio del trabajo, conformando así todo un movimiento sindical con el objetivo de la creación de una central sindical que representara los intereses del propio gobierno, de allí nace la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), con el objetivo de desplazar, tanto nacionalmente como internacionalmente, a la CTV, asumiendo esta nueva central el control de todas las discusiones referente a las reivindicaciones que estaban pendientes de los trabajadores con el Estado.
Esto da en muy poco tiempo al traste, las luchas internas y la inacción en la conquista de verdaderas reivindicaciones laborales para la masa trabajadora, deshace este nuevo intento en la creación del movimiento sindical gobiernero. Luego un nuevo intento, que aún se encuentra en construcción, la creación de la Central Socialista de Trabajadores, la cual nace con más ímpetu y con lineamientos más claros, una central al servicio del pensamiento del SSXXI, en donde los trabajadores deben entender, que primero está el proceso que sus intereses particulares.
El mismo presidente de la república se encarga de aclararles a los trabajadores venezolanos cuál es su rol, eso tan bochornoso de tener reivindicaciones que estén por encima de las de algún otro trabajador, es inmoral. Tener un HCM, o la asignación de útiles escolares para sus hijos, o el pago de su educación, entre otras, es una situación que no se puede catalogar de socialista, muy por el contrario, cualquier acción de tipo sindical en búsqueda de mejoras en lo económico y lo social, es vista como acciones contrarrevolucionarias.
Acciones que deben ser desterradas de la actividad sindical, ya que los trabajadores en el estado socialista deben deponer sus aspiraciones individuales para lograr la igualación en las condiciones de trabajo, ningún “privilegio” es aceptado, muy por el contrario debe ser combatido por el resto de los trabajadores.
Como podemos observar, ha sido una constante para el régimen, su interés en dominar al movimiento sindical venezolano, y de esta forma ponerlo al servicio de lo que se ha denominado el SSXXI, en donde los trabajadores deben deponer cualquier aspiración individual para favorecer las aspiraciones colectivas, que por cierto son dictadas y decididas por el conductor único de las políticas de Estado.
Con un discurso, que por cierto ha sido efectivo a lo largo de estos últimos años, con el cual se nos vende la idea de que todo aquello que se hace es para mejorar las condiciones trabajo de la gran mayoría de los trabajadores. Acompañadas con frases como la no exclusión, la superación de la pobreza, que los recursos que con que cuenta el gobierno son para el bien común y para el logro del bienestar general, y por ello no es aceptable desviar recursos a favor de un grupo de trabajadores, que tienen aspiraciones que no se enmarcan en los objetivos revolucionarios, donde estos trabajadores son vistos como enemigos del proceso.
Toda esta política que viene impulsando el gobierno desde las esferas del poder, utilizando todos los recursos del Estado para ello, ha dado como resultado la desmejora en la calidad de vida de los trabajadores venezolanos, y ha disminuido de gran manera la capacidad de lucha del movimiento sindical venezolano.
Por ello el SSXXI tiene clara cuál debe ser la postura de los trabajadores, simplemente ponerse al servicio de la revolución, y entender que los sacrificios que hay que hacer para la superación de los males sociales que agobian a los venezolanos deben venir de parte de la clase trabajadora.
Daniel Santolo
danielsantolo@gmail.com
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