En el anuncio de su primer gabinete, el presidente electo Sebastián Piñera ha mostrado más debilidades que fortalezas. Al reproducir un perfil de ministros que se parece mucho al suyo propio, Piñera señala un camino arriesgado para su cuatrienio. La eficiencia y la buena gestión parecen ser más importantes para el nuevo presidente que la habilidad política o la capacidad de reflejar y reproducir la diversidad de Chile. Al confiar su éxito a una buena capacidad gerencial, Piñera parece haberse olvidado de hacer la transición de empresario a Presidente de la República.
La última vez que un derechista fue electo democráticamente presidente en Chile, se refirió a su administración como el gobierno de los gerentes. Pero a tres años de iniciar su gestión, el presidente Jorge Alessandri (1958-64) debió reformar profundamente su modelo e incorporar al centrista Partido Radical al gabinete para poder superar la derrota electoral en las parlamentarias de mitad de sexenio. Hoy, el nuevo presidente de derecha parece encaminado a repetir el error de su predecesor. El gabinete de Piñera es altamente técnico, con impecables credenciales académicas y una destacada experiencia profesional y empresarial. Pero hay más gerentes que políticos y hay mucha más experiencia acumulada en el sector privado que en el sector público.
Entre los 22 ministros, hay cuatro con posgrados en economía o negocios en la Universidad de Chicago (Alfredo Moreno en RREE, Juan Fontaine en Economía, Cristian Larroulet en Presidencia y Joaquín Lavín en Educación).
Hay 6 doctores (4 en economía). Además, hay otros 5 con posgrados en el extranjero. En términos académicos, este gabinete es probablemente el de más credenciales en la historia de Chile. Pero es también uno de los que menos experiencia política acumulada tiene. Muchos de los ministros jamás han ejercido en puestos de gobierno. De hecho, de los 22 ministros, sólo 4 militan en RN y otros 4 en la UDI, los dos partidos de derecha. Los otros 14 son independientes, aunque muchos son cercanos a los partidos de derecha. La edad promedio es 49 años. La mitad de los ministros tiene menos de 51 años. Sólo hay un ministro mayor de 60 años (el ex ministro de los gobiernos de la Concertación y ex DC Jaime Ravinet, 63, que fue nombrado en Defensa). De las seis mujeres en el gabinete, la mayor es Magdalena Matte, de 59 años, que está casada con el Senador UDI Hernán Larraín.
Si bien el ex candidato presidencial y recientemente derrotado candidato al Senado Joaquín Lavín ocupa el puesto clave de Educación, la mayoría de los ministros tiene poco conocimiento de cómo funciona el aparato de Estado.
Como en campaña prometió que el suyo sería un gobierno eficiente y centrado en la gestión, Piñera parece confirmar que no buscará grandes reformas políticas o institucionales sino que se abocará mejorar el rendimiento del gobierno con buenos gerentes con experiencia en el sector privado.
Entre los principales nombres del gabinete, destaca el Ministro del Interior y jefe de gabinete Rodrigo Hinzpeter. Cercano a Piñera, y jefe de la campaña presidencial, Hinzpeter es abogado con una reciente historia de militancia RN, siempre manteniendo posiciones moderadas. Si bien posee poca experiencia para ser el jefe político del gobierno, y su desempeño como abogado en práctica privada lo hace cercano a las empresas hidroeléctricas, su cercanía y lealtad con el presidente electo le permitieron llegar al puesto más importante e influyente del gabinete. Hinzpeter deberá compartir los ministerios políticos en el Palacio de La Moneda con Cristian Larroulet, nombrado en la Secretaría General de la Presidencia. Cercano a la UDI y economista de Chicago, Larroulet ha sido presidente del Instituto Libertad y Desarrollo, un influyente think-tank que defiende políticas libremercadistas y que asesora a los parlamentarios de la UDI. Larroulet buscará ejercer influencia más allá de su rol de encargado de las relaciones con el congreso y de la agenda legislativa. Larroulet querrá influir en la agenda y no sólo apresurar su avance en el Congreso. El tercer ministerio político, Secretaría General de Gobierno, lo ocupará Ena Von Baer, periodista y cientista política con experiencia en televisión. Después de su frustrado intento por llegar al Senado, Von Baer será una vocera del gobierno que probablemente no influya en las decisiones políticas a la par de Hinzpeter o Larroulet.
En Hacienda fue nombrado el economista doctorado en Harvard y asesor de empresas Felipe Larraín. A diferencia de sus predecesores concertacionistas -Andrés Velasco con Bachelet o Nicolás Eyzaguirre con Ricardo Lagos- Larrain tendrá menos influencia en el gobierno porque Piñera manejará los temas fiscales directamente. De hecho, Larraín logró ese nombramiento por privilegiar un perfil bajo y poco confrontacional.
En Economía, Juan Andrés Fontaine, máster en economía de Chicago y asesor de empresas, buscará subir el perfil de ese ministerio que ha caído en importancia. Mucho menos dócil que Larraín, Fontaine resistirá menos la injerencia de Piñera en cuestiones que competen a su cartera. De haber conflicto en el equipo económico, Larraín será fiel a Piñera mientras que Fontaine mostrará más independencia.
En Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno privilegiará las cuestiones comerciales y económicas. MBA de Chicago y ex líder empresarial, este director de empresas conoce mejor a sus colegas empresarios de otros países que a los líderes políticos. Se entenderá mucho mejor con los hombres de negocios del extranjero que con presidentes. La animadversión de mandatarios que desprecian a los empresarios no se hará esperar. Moreno tiene buenos contactos en Perú, Argentina y Colombia, pero siempre su llegada es mejor con empresarios que políticos.
El resto del gabinete se compone de más empresarios, gerentes y académicos que políticos. La gran excepción es Joaquín Lavín, que asumirá la compleja cartera de Educación, caracterizada por permanentes conflictos y donde el presidente Piñera ha prometido mejoras sustanciales en la calidad de la educación que reciben los niños, especialmente los de menores ingresos.
Lavín, que deberá vender su participación como dueño de una universidad privada, deberá lucirse para intentar consolidarse como una carta presidencial en 2013. Después de sus frustrados intentos por conseguir la presidencia en 1999 y 2005, Lavín cayó derrotado en la elección senatorial de 2009. Aunque algunos sospechan que Piñera lo puso en un ministerio especialmente difícil para quemarlo, hubiera sido más fácil dejarlo fuera del gabinete. Al incorporarlo, Piñera pone a trabajar a Lavín a su favor. Si tiene éxito en su gestión, podrá ser candidato presidencial, pero primero beneficiará a Piñera. Salvo Lavín, el gabinete está notablemente carente de potenciales candidatos presidenciales.
El titular de agricultura, José Antonio Galilea, también posee experiencia, pero su nombramiento refleja una concesión sectorial más que un interés por modernizar e introducir más competencia al sector. En Vivienda, Transportes, Obras Públicas, Salud, Justicia, Minería y Cultura, los nombrados han tenido relación directa con el sector privado que lidia con esos sectores. Si el gobierno no se asegura de evitar potenciales conflictos de interés y los ministros no evitan convertirse en representantes de sus intereses sectoriales ante la presidencia, estos nombramientos tendrán más costos que beneficios. El Ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Felipé Morandé es un economista doctorado en Minnesota que actualmente ejerce como decano de la facultad de economía de la Universidad de Chile y que ha sido asesor de empresas, incluidas empresas telefónicas. Su nombramiento subraya la preocupación de que el gobierno pudiera terminar siendo más pro-empresas y pro-negocios que pro-mercado.
En Defensa, al nombrar a Jaime Ravinet, Piñera cumplió su promesa de incorporar dirigentes de la Concertación. Siendo el ministro de más edad, Ravinet (63 años) estará encargado de empujar la modernización del gasto en defensa y de la anacrónica ley que asigna automáticamente el 10% de las ventas de CODELCO a la compra de armas.
En Bienes Nacionales, un ministerio de poca importancia, Piñera nombró a una leal militante de RN. Ese fue el único nombramiento donde primó más la militancia partidista que la experiencia en el sector. En Planificación, Energía y Medio Ambiente, Piñera nombró académicos expertos en sus temas respectivos. Finalmente, en Trabajo, Piñera nombró a una ejecutiva del Metro de Santiago, con escasa experiencia política pero altos conocimientos técnicos. En Sernam, el nombramiento de una ejecutiva con experiencia gerencial sorprendió y subrayó el interés de Piñera por mejorar la gestión de la administración pública en todos los niveles.
Si bien el gabinete demuestra un intento por marcar un mensaje claro de renovación y recambio-y e despejan dudas respecto a un posible retorno de la derecha pinochetista-la excesiva confianza en las habilidades técnicas y profesionales, un sesgo hacia la experiencia en el sector privado y una representación excesiva de miembros de la elite tradicional (17 de los 22 ministros son ex alumnos de la Pontificia Universidad Católica) auguran algunos problemas para este primer gabinete donde sobran los pergaminos académicos. Si bien la plantilla de ministros constituiría un equipo impresionante para liderar una gran empresa, la tarea de dirigir el Estado a menudo implica desafíos más políticos que de gestión administrativa. La poca presencia de presidenciables también anticipa problemas para una coalición que debe buscar perfilarse más allá de un solo cuatrienio. Ya que el presidente electo parece haber confiado más en su experiencia empresarial que en su carrera como político, podemos anticipar que este gabinete mostrará excelencia en su gestión y eficiencia. Pero también debemos prepararnos para que un gobierno que sufrirá excesivos tropezones causados por la inexperiencia de este equipo en lidiar con la siempre compleja e imprevisible coyuntura política.
Fuente: CILA, febrero 10, 2010.
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La última vez que un derechista fue electo democráticamente presidente en Chile, se refirió a su administración como el gobierno de los gerentes. Pero a tres años de iniciar su gestión, el presidente Jorge Alessandri (1958-64) debió reformar profundamente su modelo e incorporar al centrista Partido Radical al gabinete para poder superar la derrota electoral en las parlamentarias de mitad de sexenio. Hoy, el nuevo presidente de derecha parece encaminado a repetir el error de su predecesor. El gabinete de Piñera es altamente técnico, con impecables credenciales académicas y una destacada experiencia profesional y empresarial. Pero hay más gerentes que políticos y hay mucha más experiencia acumulada en el sector privado que en el sector público.
Entre los 22 ministros, hay cuatro con posgrados en economía o negocios en la Universidad de Chicago (Alfredo Moreno en RREE, Juan Fontaine en Economía, Cristian Larroulet en Presidencia y Joaquín Lavín en Educación).
Hay 6 doctores (4 en economía). Además, hay otros 5 con posgrados en el extranjero. En términos académicos, este gabinete es probablemente el de más credenciales en la historia de Chile. Pero es también uno de los que menos experiencia política acumulada tiene. Muchos de los ministros jamás han ejercido en puestos de gobierno. De hecho, de los 22 ministros, sólo 4 militan en RN y otros 4 en la UDI, los dos partidos de derecha. Los otros 14 son independientes, aunque muchos son cercanos a los partidos de derecha. La edad promedio es 49 años. La mitad de los ministros tiene menos de 51 años. Sólo hay un ministro mayor de 60 años (el ex ministro de los gobiernos de la Concertación y ex DC Jaime Ravinet, 63, que fue nombrado en Defensa). De las seis mujeres en el gabinete, la mayor es Magdalena Matte, de 59 años, que está casada con el Senador UDI Hernán Larraín.
Si bien el ex candidato presidencial y recientemente derrotado candidato al Senado Joaquín Lavín ocupa el puesto clave de Educación, la mayoría de los ministros tiene poco conocimiento de cómo funciona el aparato de Estado.
Como en campaña prometió que el suyo sería un gobierno eficiente y centrado en la gestión, Piñera parece confirmar que no buscará grandes reformas políticas o institucionales sino que se abocará mejorar el rendimiento del gobierno con buenos gerentes con experiencia en el sector privado.
Entre los principales nombres del gabinete, destaca el Ministro del Interior y jefe de gabinete Rodrigo Hinzpeter. Cercano a Piñera, y jefe de la campaña presidencial, Hinzpeter es abogado con una reciente historia de militancia RN, siempre manteniendo posiciones moderadas. Si bien posee poca experiencia para ser el jefe político del gobierno, y su desempeño como abogado en práctica privada lo hace cercano a las empresas hidroeléctricas, su cercanía y lealtad con el presidente electo le permitieron llegar al puesto más importante e influyente del gabinete. Hinzpeter deberá compartir los ministerios políticos en el Palacio de La Moneda con Cristian Larroulet, nombrado en la Secretaría General de la Presidencia. Cercano a la UDI y economista de Chicago, Larroulet ha sido presidente del Instituto Libertad y Desarrollo, un influyente think-tank que defiende políticas libremercadistas y que asesora a los parlamentarios de la UDI. Larroulet buscará ejercer influencia más allá de su rol de encargado de las relaciones con el congreso y de la agenda legislativa. Larroulet querrá influir en la agenda y no sólo apresurar su avance en el Congreso. El tercer ministerio político, Secretaría General de Gobierno, lo ocupará Ena Von Baer, periodista y cientista política con experiencia en televisión. Después de su frustrado intento por llegar al Senado, Von Baer será una vocera del gobierno que probablemente no influya en las decisiones políticas a la par de Hinzpeter o Larroulet.
En Hacienda fue nombrado el economista doctorado en Harvard y asesor de empresas Felipe Larraín. A diferencia de sus predecesores concertacionistas -Andrés Velasco con Bachelet o Nicolás Eyzaguirre con Ricardo Lagos- Larrain tendrá menos influencia en el gobierno porque Piñera manejará los temas fiscales directamente. De hecho, Larraín logró ese nombramiento por privilegiar un perfil bajo y poco confrontacional.
En Economía, Juan Andrés Fontaine, máster en economía de Chicago y asesor de empresas, buscará subir el perfil de ese ministerio que ha caído en importancia. Mucho menos dócil que Larraín, Fontaine resistirá menos la injerencia de Piñera en cuestiones que competen a su cartera. De haber conflicto en el equipo económico, Larraín será fiel a Piñera mientras que Fontaine mostrará más independencia.
En Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno privilegiará las cuestiones comerciales y económicas. MBA de Chicago y ex líder empresarial, este director de empresas conoce mejor a sus colegas empresarios de otros países que a los líderes políticos. Se entenderá mucho mejor con los hombres de negocios del extranjero que con presidentes. La animadversión de mandatarios que desprecian a los empresarios no se hará esperar. Moreno tiene buenos contactos en Perú, Argentina y Colombia, pero siempre su llegada es mejor con empresarios que políticos.
El resto del gabinete se compone de más empresarios, gerentes y académicos que políticos. La gran excepción es Joaquín Lavín, que asumirá la compleja cartera de Educación, caracterizada por permanentes conflictos y donde el presidente Piñera ha prometido mejoras sustanciales en la calidad de la educación que reciben los niños, especialmente los de menores ingresos.
Lavín, que deberá vender su participación como dueño de una universidad privada, deberá lucirse para intentar consolidarse como una carta presidencial en 2013. Después de sus frustrados intentos por conseguir la presidencia en 1999 y 2005, Lavín cayó derrotado en la elección senatorial de 2009. Aunque algunos sospechan que Piñera lo puso en un ministerio especialmente difícil para quemarlo, hubiera sido más fácil dejarlo fuera del gabinete. Al incorporarlo, Piñera pone a trabajar a Lavín a su favor. Si tiene éxito en su gestión, podrá ser candidato presidencial, pero primero beneficiará a Piñera. Salvo Lavín, el gabinete está notablemente carente de potenciales candidatos presidenciales.
El titular de agricultura, José Antonio Galilea, también posee experiencia, pero su nombramiento refleja una concesión sectorial más que un interés por modernizar e introducir más competencia al sector. En Vivienda, Transportes, Obras Públicas, Salud, Justicia, Minería y Cultura, los nombrados han tenido relación directa con el sector privado que lidia con esos sectores. Si el gobierno no se asegura de evitar potenciales conflictos de interés y los ministros no evitan convertirse en representantes de sus intereses sectoriales ante la presidencia, estos nombramientos tendrán más costos que beneficios. El Ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Felipé Morandé es un economista doctorado en Minnesota que actualmente ejerce como decano de la facultad de economía de la Universidad de Chile y que ha sido asesor de empresas, incluidas empresas telefónicas. Su nombramiento subraya la preocupación de que el gobierno pudiera terminar siendo más pro-empresas y pro-negocios que pro-mercado.
En Defensa, al nombrar a Jaime Ravinet, Piñera cumplió su promesa de incorporar dirigentes de la Concertación. Siendo el ministro de más edad, Ravinet (63 años) estará encargado de empujar la modernización del gasto en defensa y de la anacrónica ley que asigna automáticamente el 10% de las ventas de CODELCO a la compra de armas.
En Bienes Nacionales, un ministerio de poca importancia, Piñera nombró a una leal militante de RN. Ese fue el único nombramiento donde primó más la militancia partidista que la experiencia en el sector. En Planificación, Energía y Medio Ambiente, Piñera nombró académicos expertos en sus temas respectivos. Finalmente, en Trabajo, Piñera nombró a una ejecutiva del Metro de Santiago, con escasa experiencia política pero altos conocimientos técnicos. En Sernam, el nombramiento de una ejecutiva con experiencia gerencial sorprendió y subrayó el interés de Piñera por mejorar la gestión de la administración pública en todos los niveles.
Si bien el gabinete demuestra un intento por marcar un mensaje claro de renovación y recambio-y e despejan dudas respecto a un posible retorno de la derecha pinochetista-la excesiva confianza en las habilidades técnicas y profesionales, un sesgo hacia la experiencia en el sector privado y una representación excesiva de miembros de la elite tradicional (17 de los 22 ministros son ex alumnos de la Pontificia Universidad Católica) auguran algunos problemas para este primer gabinete donde sobran los pergaminos académicos. Si bien la plantilla de ministros constituiría un equipo impresionante para liderar una gran empresa, la tarea de dirigir el Estado a menudo implica desafíos más políticos que de gestión administrativa. La poca presencia de presidenciables también anticipa problemas para una coalición que debe buscar perfilarse más allá de un solo cuatrienio. Ya que el presidente electo parece haber confiado más en su experiencia empresarial que en su carrera como político, podemos anticipar que este gabinete mostrará excelencia en su gestión y eficiencia. Pero también debemos prepararnos para que un gobierno que sufrirá excesivos tropezones causados por la inexperiencia de este equipo en lidiar con la siempre compleja e imprevisible coyuntura política.
Fuente: CILA, febrero 10, 2010.
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