miércoles, 6 de enero de 2010

RAFAEL CALDERA Y EL RELEVO GENERACIONAL, JORGE RAMOS GUERRA, PICAPEDRERO

El ciudadano Rafael Caldera Rodríguez, fue antes que todo, eso un ciudadano. Humanista, sociólogo, abogado, intelectual, escritor, virtudes labradas por si mismo con entereza y pasión, lo cual le ubica, entre los primeros grandes hombres de la Venezuela del siglo XX y los precedentes calificativos, enmarcaron su entrega para transitar por la política con un estilo propio, que no diríamos de su tiempo, porque no imperaba, es decir el, del demagogo o compra conciencias, como se estila ahora, porque estuvo formado y pertenecía a la escuela de valores y principios y por ello se respeto. Ahora, este breve reconocimiento al ex presidente fallecido, tiene por objeto precisar lo que a nuestro juicio, fue un grave error para un demócrata y para la democracia, el no haberle dado paso, a la generación que el mismo formó. Si uno revisa su larga vida política, encontraremos como su partido COPEI, fue creado a su imagen y semejanza, situación que lo corrobora sus reiteradas aspiraciones presidenciales sin ningún contra peso, salvo el impedimento constitucional que permitió la llegada al poder del doctor Luis Herrera Campins.

Si haber vamos, la primera presidencia de Caldera se logro por la tercera división de Acción Democrática e incluso, el escaso margen de ventaja sobre el doctor Gonzalo Barrios, que pudo discutirse en una dura prueba para la democracia a la que no quiso exponerla Barrios, le pudo haber propinado su ya cuarta derrota presidencial. En su insistencia, lo derroto Jaime Lusinchi y su ultima presidencia, sin duda fue hilvanada con fino olfato, propio de un político para quien las oportunidades solo las percibía él y su célebre discurso en el Congreso, a pocas horas de la intentona golpista de Hugo Chávez Frias, el 04 de febrero de 1992, le coloco en posición de ser el único líder civil respetable para interpretar el evidente deterioro político del país, mejor definido en palabras de Teodoro Petkoff en prologo al libro “De Carabobo a Punto Fijo” del mismo Caldera…”Los partidos políticos habían perdido sus perfiles ideológicos más originarios y sobrevivían en un pragmatismo descardo”. A partir de entonces, el juicio y renuncia del presidente Carlos Andrés Pérez le puso en bandeja de plata la segunda presidencia a Caldera, con la promesa de sobreseer la causa a los militares golpista, con miras a generar confianza en las Fuerzas Armadas y en la ciudadanía en general. Para esos propósitos, Caldera se desligó de COPEI y con ello destruyó su propia obra y poco le importo la formación muy calderista de dos ciudadanos, preparados por el mismo para gobernar el país: Eduardo Fernández y Oswaldo Álvarez Paz. Con el primero se había sometido a un proceso transparente cuya derrota no acepto “me retiro a mis cuarteles de invierno” fue la respuesta. Para 1983, logró la renuncia a la candidatura presidencial de Rafael Andrés Montes de Oca y en su última aspiración presidencial, Rafael caldera se llevó por delante a Oswaldo Álvarez Paz y con ello, se le cerró el paso a una generación que estaba de turno.

¿Qué razones motivaron al doctor Caldera a ello? En su beneficio pudo ser su experiencia y respetabilidad para la última vez, pero para 1983 ¿Por qué haberle negado apoyo a Rafael Andrés Montes de Oca y para 1988 a Eduardo Fernández? Y estas interrogantes nos las formulamos, al escuchar a pocas horas de su muerte, parte de un discurso suyo exhortando a los jóvenes a prepararse para servirle al país, cuando él, le negó el paso a toda una generación de jóvenes. No tuvo por lo tanto desprendimiento político Rafael Caldera, lo que motivara a que Gonzalo Barrios dijera que, en Venezuela no eran posible elecciones presidenciales sin Rafael Caldera.

Solo Rómulo Betancourt entendió la necesidad del relevo generacional y no debió ser fácil su ruptura con Luis Beltrán Prieto Figueroa ante Gonzalo Barrios el año 1967, compañeros de luchas, independientemente de las razones políticas del momento. El mismo empeño de la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, sobre las legítimas aspiraciones del doctor Octavio Lepage y luego las de Luis Alfaro Ucero, fracturaron al sistema democrático con un personalismo hoy institucionalizado en el presidente Hugo Chávez Frías y las odiosas reelecciones continuas que atentan contra la alterabilidad, verdadero oxigenante de la democracia.

Por lo antes expuesto Rafael Caldera fue el típico político venezolano aferrado al poder, como lo fueron en su tiempo Páez, los Monagas, Guzmán, Carlos Andrés Pérez y ahora Chávez, creyéndose imprescindibles para gobernar al país. Quién sabe, ¿qué hubiese ocurrido con las presidencias de Eduardo Fernández, Rafael Andrés Montes de Oca, Oswaldo Álvarez Paz y Octavio Lepage o Humberto Celli de la generación de 1958? Lo que corrobora el daño a cerrarle el paso a las llamadas generaciones emergentes, que no por edades, sino por sus propias capacidades y Caldera tenía en Fernández y Álvarez Paz, sus mejores sustitutos en principios y honestidad.

Desaparece pues de la escena pública el ex presidente Rafael Caldera, cuya vida política debe servir para tomar lo positivo que sin duda lo fue, en cuanto a su pasión a Venezuela siempre en paz y su testamentaria reflexión frente a la “autocracia ineficiente” debe llamarnos a todos, este año 2010, y concluye que "es preciso detener el retroceso político que sufrimos y poner remedio a la disgregación social". el personalismo, desmontar las reelecciones continuas, desmontado también el excesivo presidencialismo que tanto daño le ha hecho a la república, aprobándose una Ley de Partidos Políticos que obligue a su modernización y a cumplir el rol que les corresponde en una sociedad democrática, haciendo venezolana, aquella expresión de Rómulo Betancourt, …”Este país de todos, debemos hacerlo todos”

Jorge Ramos Guerra
ardive@gmail.com
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