domingo, 24 de enero de 2010

EL PROPIO 23 DE ENERO, CHARITO ROJAS, NOTITARDE / ND

Enero 20, 2010Ahora sí es verdad que el régimen tiene el agua al cuello: obligado a devaluar el bolívar con el alto costo político que ello representa y en medio de la más severa crisis hidroeléctrica que haya vivido jamás Venezuela.

Aunque el país sigue ingresando una importante cifra de petrodólares, éstos no le alcanzan para cumplir con los compromisos adquiridos con el ALBA, con Petrocaribe y con todos los sátrapas con quienes se ha liado para hacer un frente anti Estados Unidos. No le alcanzan para mantener a Cuba, para sostener al paupérrimo Evo y al indigente Ortega. No le alcanzan para financiar el tren de funcionarios destacados en decenas de países para promover el incongruente “socialismo del siglo XXI”, para gastar en Cumbres, Encuentros y contra cumbres mundiales, para comprar con dinero del pueblo venezolano votos y voluntades en organismos internacionales.
opinan los foristas

Devaluó porque necesita sacos de dinero para pagar a las patrullas socialistas, para construir apresuradamente viviendas (cuyos beneficiarios tal vez no entienden que no son suyas pues no pueden venderlas ni tratarlas como propiedad privada), para pagar el contingente de cubanos que están organizando toda la información que requiere el régimen para controlar a cada uno de los venezolanos, para pagar gigantografías que muestren al Mesías de la Revolución, Salvador del Planeta, Experto en Todo y Unico designado no sabemos por quien para gobernar eternamente a este pobre país. También necesita mucho billete para comprar franelas rojas, gorras rojas, banderas rojas, pancartas rojas, cortinas rojas, tarimas rojas y todo lo que se requiera para una campaña electoral arrolladora, sólo financiable con recursos provenientes de una mega devaluación.

Tuvo que devaluar porque los petrodólares mermaron a más del 50% y ya la industria venezolana ha sido masacrada por las leyes de la revolución, por los impuestos de la revolución, por los lacayos de la revolución. No hay producción nacional y el gobierno tiene que importar azúcar porque se apoderó de los centrales azucareros y de los campos de caña y los extinguió; debe importar café, porque nacionalizó las torrefactoras y ya no hay café; debe importar todo porque los campos están yermos, las industrias paradas y el comercio cerrado por Indepabis.
Cómo necesitará efectivo, que ni siquiera se detuvo a considerar lo terrible del momento, con el país sumido en las tinieblas y la paralización por los apagones eléctricos; con un exasperante racionamiento de agua, terminando una Navidad con extremas dificultades económicas.

El Comandante debió explicar en su Memoria y Cuenta en el Congreso cuál fue la inversión en sistemas eléctricos, cuantos generadores puso en acción, cuantos embalses construyó, cuantas casa se levantaron, cuantos colegios, cuantos hospitales fueron equipados. El discursito en contra del imperio, la expresiones groseras y belicistas hacia Colombia, la culpabilización del tal “Niño”, cansa y luce camorrero e irresponsable. Para colmo, cree que somos estúpidos.

Yo le haría varias preguntas sencillas para que las responda sin insultos ni mentiras: ¿Por qué con el mayor ingreso de America Latina, Venezuela no ha incrementado, ni siquiera mantenido, su infraestructura? ¿Por qué con tantos petrodólares no hemos construido autopistas, hospitales, escuelas, embalses y centrales eléctricas? ¿Por qué con más de 950.000 millones de dólares ingresados en más de una década no hemos acabado con la pobreza? ¿Por qué si somos una superpotencia energética”, como él dice, no tenemos energía? ¿Por qué tenemos la inflación más alta de América y la segunda del mundo? ¿Por qué devaluar el Bolívar Fuerte, “la más fuerte moneda del mundo” si tenemos el respaldo de “las reservas más grandes del mundo”? ¿Por qué el imperio, cuyo sistema financiero colapsó, cerraron decenas de bancos y aseguradoras, no devaluó el dólar?

La respuesta está en las manos ineptas e irresponsables que guían el país. La respuesta está en un gobernante que gasta nuestro dinero en instaurar una revolución porque no le importan las necesidades del pueblo. Sacrificar una democracia para privilegiar una dictadura ya lo han intentado otros y más temprano que tarde, han fracasado. La respuesta es simple y se la dio Laureano Vallenilla Lanz a Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958: “General, vámonos, porque no se puede gobernar con la mitad del país en contra”. Dicen que en realidad lo que dijo el entonces Ministro del Interior fue: “Huyamos, porque pescuezo no retoña”.

charito@movistar.net.
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