A pocos días de las elecciones presidenciales, precupa el número de uruguayos dispuestos a jugar en la "ruleta Mujica", que puede transformarse en una peligrosa "ruleta rusa" colectiva, con piezas de la "ruleta chavista" y, quién sabe, de la antigua "ruleta tupamara"
1. El próximo 25 de octubre se realizará en el Uruguay la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Será también la primera de una maratón de siete elecciones presidenciales en América Latina en los próximos 12 meses, desde la pequeña Honduras hasta el gigante Brasil, cuyos resultados podrán definir el futuro del continente, que hoy está siendo bamboleado por el "eje del mal" chavista. Desde esa perspectiva, el resultado electoral del Uruguay posee particular importancia.
2. Según encuestas recientes, el porcentaje de indecisos alcanza el 10%, con tendencia ascendente; continuaría en primer lugar el candidato del izquierdista Frente Amplio, el ex guerrillero tupamaro José Mujica, con más del 40%, seguido por el ex presidente Luis Alberto Lacalle, del Partido Nacional, con el 30%, por Pedro Bordaberry, del Partido Colorado, con más del 10% y por otros candidatos menores.
3. Difícilmente el Sr. Mujica obtendría una mayoría absoluta en la primera vuelta y, en la segunda vuelta, podría predominar una coalición de centristas, de conservadores y hasta de izquierdistas moderados, liderada por el Dr. Lacalle.
4. La gran incógnita es hacia dónde se inclinarán los votos de los indecisos y cuál será el índice de abstenciones en esta primera vuelta. En ese sentido, es sintomático que el comando de la campaña electoral de las izquierda haya solicitado a su locuaz, contradictorio y caosfacético candidato que hable lo menos posible, para evitar que los incautos se sobresalten. El propio presidente del Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, miembro del Frente Amplio, llegó a recomendarle que, por lo menos hasta las elecciones, deje de decir "estupideces".
1. El próximo 25 de octubre se realizará en el Uruguay la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Será también la primera de una maratón de siete elecciones presidenciales en América Latina en los próximos 12 meses, desde la pequeña Honduras hasta el gigante Brasil, cuyos resultados podrán definir el futuro del continente, que hoy está siendo bamboleado por el "eje del mal" chavista. Desde esa perspectiva, el resultado electoral del Uruguay posee particular importancia.
2. Según encuestas recientes, el porcentaje de indecisos alcanza el 10%, con tendencia ascendente; continuaría en primer lugar el candidato del izquierdista Frente Amplio, el ex guerrillero tupamaro José Mujica, con más del 40%, seguido por el ex presidente Luis Alberto Lacalle, del Partido Nacional, con el 30%, por Pedro Bordaberry, del Partido Colorado, con más del 10% y por otros candidatos menores.
3. Difícilmente el Sr. Mujica obtendría una mayoría absoluta en la primera vuelta y, en la segunda vuelta, podría predominar una coalición de centristas, de conservadores y hasta de izquierdistas moderados, liderada por el Dr. Lacalle.
4. La gran incógnita es hacia dónde se inclinarán los votos de los indecisos y cuál será el índice de abstenciones en esta primera vuelta. En ese sentido, es sintomático que el comando de la campaña electoral de las izquierda haya solicitado a su locuaz, contradictorio y caosfacético candidato que hable lo menos posible, para evitar que los incautos se sobresalten. El propio presidente del Uruguay, Dr. Tabaré Vázquez, miembro del Frente Amplio, llegó a recomendarle que, por lo menos hasta las elecciones, deje de decir "estupideces".
5. Por tal motivo, el Sr. Mujica ha cancelado importantes entrevistas televisivas previamente concertadas, lo que le valió la crítica de medios periodísticos de peso que repentinamente fueron puestos de lado. También, en cierto sentido más importante, es la perplejidad de muchos uruguayos que se preguntan por qué a un candidato, en la hora decisiva de hablar y de explicar lo que piensa, sus mentores lo obligan a refugiarse en la discreción y, como si fuera posible pedirle peras al olmo, le preguntan por qué no se calla. Esa recomendación de silencio tal vez sea por el temor de que los uruguayos que todavía están indecisos oigan salir de la garganta de José Mujica, que a veces se presenta físicamente como un clone de la Abuelita del cuento de Caperucita, los gruñidos del viejo Lobo Feroz.
6. De cualquier manera, es precupante el número de uruguayos dispuestos a apostar en la "ruleta Mujica", que puede transformarse en una peligrosa "ruleta rusa" colectiva, con piezas de "ruleta chavista" y, quién sabe, de la antigua "ruleta tupamara".
Según escribió el 5 de octubre pp. la periodista catalana Pilar Rahola, columnista de "La Vanguardia", de Barcelona y especialista en derechos humanos, quien entrevistó personalmente a Mujica, se está en presencia de un "revolucionario de manual, endiosado, ególatra, iluminado, convencido de su autoproclamada misión salvadora, y sin problemas evidentes con la conjugación del verbo matar".
La periodista Rahola añade que el Sr. Mujica, "en su diccionario particular", practica una literal "reinvención del lenguaje": a los robos los llama "apropiaciones" y a los asesinatos, "ejecuciones". Según recuerda la Sra. Rahola de su contacto con el entrevistado, "estaba ante un hombre que seguía las reglas democráticas, pero que no creía en ellas". En ese sentido, cita al propio Mujica: "Participar en la democracia liberal no significa creer en ella".
Concluye la mencionada periodista: "Mujica no sólo no se arrepiente de ese pasado, ni ha desarrollado ningún atisbo de autocrítica, sino que lo glorifica como si fuera la crónica de un macabro éxito personal. Un currículum de violencia extrema, orgullosamente presentado por un candidato a presidente".
7. Por todo lo anterior, es preocupante que un número considerable de uruguayos parezca estar decidido a jugar en la "ruleta Mujica", que es más peligrosa que la "ruleta rusa", porque está en juego no solamente la vida de dos apostadores que sucesivamente van colocando un revólver en la sien y apretando el gatillo, con un tambor cargado con una bala letal, sino está en juego la vida de toda una nación.
8. Tampoco es de descartar que los crupiers que manejan actualmente la "ruleta chavista" tengan relación con los crupiers que lanzan la bola y distribuyen las fichas de la "ruleta Mujica".
El Uruguay siempre se distinguió por ser un país sensato, con sentido común y, talvez, por la fuerte influencia del positivismo de principios de siglo XX, bastante racionalista. Dispuesta a jugar en la "ruleta Mujica", casi la mitad del país estaría apostando en la irracionalidad inherente a tan peligroso juego. Es nuestro deseo que los uruguayos piensen dos veces antes de apostar en la "ruleta Mujica", porque corren el riesgo de que misteriosos crupiers revolucionarios lleven a esa pequeña gran nación, otrora la Suiza de América, a la bancarrota espiritual y material.
5. Como lo dijimos en anterior editorial sobre el Sr. Mujica, estas consideraciones no deben ser interpretadas como un ataque personal al candidato de las izquierdas, sino como un breve análisis político, sociológico y psicológico de un estilo diferente, pós-moderno, pós-revolucionario clásico, desestructurante del punto de vista mental y cultural de la pequeña gran nación rioplatense, encarnado en el actual candidato presidencial de las izquierdas. Delante del fracaso del comunismo clásico de convencer a los uruguayos por medio de argumentos, se trataría ahora simplemente de desengonzar y caotizar las estructuras psicológicas de un país cuya población el propio Mujica reconoce que continúa siendo "conservadora".
LUIS ALBERTO MONTERO,
monteroluisalberto @ hotmail.com
6. De cualquier manera, es precupante el número de uruguayos dispuestos a apostar en la "ruleta Mujica", que puede transformarse en una peligrosa "ruleta rusa" colectiva, con piezas de "ruleta chavista" y, quién sabe, de la antigua "ruleta tupamara".
Según escribió el 5 de octubre pp. la periodista catalana Pilar Rahola, columnista de "La Vanguardia", de Barcelona y especialista en derechos humanos, quien entrevistó personalmente a Mujica, se está en presencia de un "revolucionario de manual, endiosado, ególatra, iluminado, convencido de su autoproclamada misión salvadora, y sin problemas evidentes con la conjugación del verbo matar".
La periodista Rahola añade que el Sr. Mujica, "en su diccionario particular", practica una literal "reinvención del lenguaje": a los robos los llama "apropiaciones" y a los asesinatos, "ejecuciones". Según recuerda la Sra. Rahola de su contacto con el entrevistado, "estaba ante un hombre que seguía las reglas democráticas, pero que no creía en ellas". En ese sentido, cita al propio Mujica: "Participar en la democracia liberal no significa creer en ella".
Concluye la mencionada periodista: "Mujica no sólo no se arrepiente de ese pasado, ni ha desarrollado ningún atisbo de autocrítica, sino que lo glorifica como si fuera la crónica de un macabro éxito personal. Un currículum de violencia extrema, orgullosamente presentado por un candidato a presidente".
7. Por todo lo anterior, es preocupante que un número considerable de uruguayos parezca estar decidido a jugar en la "ruleta Mujica", que es más peligrosa que la "ruleta rusa", porque está en juego no solamente la vida de dos apostadores que sucesivamente van colocando un revólver en la sien y apretando el gatillo, con un tambor cargado con una bala letal, sino está en juego la vida de toda una nación.
8. Tampoco es de descartar que los crupiers que manejan actualmente la "ruleta chavista" tengan relación con los crupiers que lanzan la bola y distribuyen las fichas de la "ruleta Mujica".
El Uruguay siempre se distinguió por ser un país sensato, con sentido común y, talvez, por la fuerte influencia del positivismo de principios de siglo XX, bastante racionalista. Dispuesta a jugar en la "ruleta Mujica", casi la mitad del país estaría apostando en la irracionalidad inherente a tan peligroso juego. Es nuestro deseo que los uruguayos piensen dos veces antes de apostar en la "ruleta Mujica", porque corren el riesgo de que misteriosos crupiers revolucionarios lleven a esa pequeña gran nación, otrora la Suiza de América, a la bancarrota espiritual y material.
5. Como lo dijimos en anterior editorial sobre el Sr. Mujica, estas consideraciones no deben ser interpretadas como un ataque personal al candidato de las izquierdas, sino como un breve análisis político, sociológico y psicológico de un estilo diferente, pós-moderno, pós-revolucionario clásico, desestructurante del punto de vista mental y cultural de la pequeña gran nación rioplatense, encarnado en el actual candidato presidencial de las izquierdas. Delante del fracaso del comunismo clásico de convencer a los uruguayos por medio de argumentos, se trataría ahora simplemente de desengonzar y caotizar las estructuras psicológicas de un país cuya población el propio Mujica reconoce que continúa siendo "conservadora".
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