Es posible afirmar que en unos 20 años, este siglo no será estadounidense, ni europeo, sino asiático. Lo que se debate es si la futura potencia mundial será la China o la India. Por el momento no hay dudas de que China lleva la delantera.
Aplicando un modo diferente de transformación, China y la India se convertirán en países superiores, en la economía del futuro. El crecimiento económico de China se caracteriza por la movilización del capital y del trabajo, la inversión extranjera, la manufactura a gran escala, y el papel jugado por la intervención del estado. La economía de la India se halla liderada más por los sectores de ingeniería y servicios, el capital privado, modos de comercialización que hacen énfasis en productos de alta calidad, en servicios de bajo costo, y de manufacturas en pequeña escala. La sociedad globalizada y sus líderes deberán comprender las ventajas competitivas y las dinámicas internas a ambos, China e India, así como la importancia de entender los riesgos tales como la corrupción, la polución, y los efectos de la pujante industrialización, y la débil aplicación de las leyes, en la resolución de conflictos comerciales y del trabajo. Otros factores de mucha importancia son el cambio repentino en los componentes financieros, en el sistema educativo, y en la agenda social que apoya y sostiene el crecimiento avanzado de estos mercados
En los últimos 25 años China ha instrumentado un programa de reformas económicas, una combinación de políticas gubernamentales y de iniciativa privada a niveles locales con el empleo de trabajo eficiente y barato en el marco de una economía abierta al comercio internacional que atrae ingentes inversiones extranjeras e importación de tecnologías.
En 2006 se invirtieron en China 60.300 millones de dólares contra 4.600 millones en India. El grado de alfabetización chino es de 90,9%, contra el 60% en India. Este país ha logrado en los últimos años un respetable aumento del promedio de productividad -4,1%- pero las China lo ha superado con 8,7%. En los últimos 15 años el grado de ocupación en el sector de servicios se ha triplicado en China, mientras en India ha aumentado en 20%.
Los partidarios de India tienen una diversa visión. Destacan la ventaja de contar con empresas que han estado integradas en la economía mundial desde los tiempos de la colonización británica, como lo demuestran las ofertas de adquisición de MIttal Steel por Arcenor y de Tata Steel por Corus. La India viene inmediatamente después de China en cuanto a crecimiento y aunque la mayoría de su población tiene bajo nivel educativo, tiene el mayor número de ingenieros y científicos en el mundo y es el mayor centro de tercerización de informática y de servicios telemáticos.
Según los pro chinos la emergencia de India está siendo sobredimensionada con la intención de que sirva de contrapeso al inevitable ascenso de China al sitial de primera potencia mundial hacia el 2025.
La expansión china provoca temores. En 1975 el Producto Interno Bruto de India superaba al de China en 9%, hoy el PIB indio es sólo el 40% del chino. La China se ha convertido en un motor fundamental de la economía planetaria, que cada año recicla su superávit comercial de 124.000 millones de dólares con Estados Unidos mediante compra de bonos del Tesoro estadounidense. Está acelerando el proceso de urbanización y se estima que 400 millones de campesinos se trasladarán a las ciudades antes del 2020 pasando del actual 41,8% al 75% de urbanización. En los países occidentales una trasformación semejante llevó tres siglos.
La actitud china consiste en minimizar su proyección global. En conversaciones privadas los dirigentes chinos sostienen que sólo cuando su país consiga resolver sus problemas internos, no antes del 2025, podrá ocuparse de los asuntos internacionales.
Aquí surge un tema capital: si la mágica fecha del 2025 tiene fundamento, significa que la China está destinada a jugar un rol de potencia mundial en cualquier caso y más allá de sus intenciones. Recordemos que en función de su crecimiento Pequín requiere cantidades inmensas de materias primas y particularmente de petróleo, del que importa 70% de los 5,5 millones diarios de barriles que consume. Se estima que esa cantidad se duplicará en los próximos años y que esto llevará a un choque de intereses con Estados Unidos, sumamente sensible en materia de petróleo.
En conversaciones privadas el Presidente Hu Jintao prevé que con el ritmo actual de endeudamiento hacia China, no es plausible que hacia el año 2025 Estados Unidos pueda tener alguna capacidad de presionar a Pequín y agrega que no es realista la hipótesis de un conflicto militar que, opina, Washington no podría vencer. Además de la inmensa cantidad de bonos norteamericanos que podría vender, Pequín podría convertir a euros los 680.000 millones de dólares de sus reservas, doblegando la economía estadounidense. Los dirigentes de Washington sostienen que esa hipótesis es absurda pues debido a la interdependencia entre los dos países, la crisis golpearía igualmente a China. Hu Jintao comenta que esa tesis es aceptable mientras Washington se comporte correctamente, pero que si opta por enfrentar a China, una maniobra monetaria le resultaría menos costosa que una guerra.
En su visita a New Delhi Hu Jintao aseveró que “el camino que emprendimos y el ritmo de nuestro desarrollo tienen grandes implicancias para la paz y el desarrollo de Asia y del mundo. India y China tienen un interés común en que avancen el multi polarismo y la democratización de las relaciones internacionales". Para los observadores es llamativo que la única vez que Hu Jintao ha hablado de multi polarismo y la democratización de las relaciones internacionales haya sido en referencia a los intereses comunes de India y China.
El proceso de acercamiento entre India y la República Popular China, a partir de la visita de Hu Jintao al Primer Ministro Indio Manmohan Singh en noviembre de 2006, tras una década sin promoción de las relaciones bilaterales a ese nivel, y la declaración conjunta resultante de ese encuentro, reavivaron las hipótesis sobre la emergencia de un nuevo eje de poder en Asia, que jugará un rol determinante en las relaciones internacionales en el siglo XXI: el eje Ch+India.
A partir de la Estrategia de las Diez Puntas, trazada a lo largo de los cuarenta y ocho puntos que contiene la Declaración Conjunta, ambos países plasmaron el compromiso de reforzar la asociación estratégica y cooperativa en pos de un mejoramiento cuantitativo y cualitativo de las relaciones bilaterales.
¿Puede esto aludir al comienzo de una nueva entidad geopolítica donde más de 2.000 millones de personas integrarían un bloque sin precedentes en la historia? ¿Por qué luchar entre ellos (y por cuenta de otros) cuando aliándose el resto del mundo se vuelve irrelevante? La India tiene los mismos problemas de China en relación a la energía y las materias primas: o los encaran juntos o un enfrentamiento será ineludible, con o sin maniobras externas.
¿Cómo será el ordenamiento planetario en el 2025? ¿Multipolar, con China e India potencias mundiales o sólo China al timón? No lo sabemos pero es importante destacar que en cualquier caso se tratará de una hegemonía diferente a la norteamericana, afirmada sobre sus propios valores y estilo de vida. No es concebible que China pretenda imponer su propio modelo político, su cocina, su música y su modo de vestir en todo el mundo. En la historia china ha sido proverbial la falta de interés por la vida más allá de sus propias fronteras.
El crecimiento comparativo de China e India, ha sido y será objeto de numerosos artículos y libros, sin que haya unanimidad sobre cuál de las dos será el más importante a largo plazo. Algunos ven que la veloz expansión de China, sobre todo en el sector industrial, será imparable en las próximas décadas: la ventaja existente ya es demasiado grande como para que el diferencial pueda cubrirse en toda una generación. Los dos países presentan notables diferencias tanto en el campo político y económico como social, demográfico o territorial, pero también intereses y estrategias económicas y geopolíticas comunes:
1. Los dos gigantes asiáticos son los que más energía consumen, por encima de EE UU y de la UE, hecho que explica su interés común -y su esfuerzo inversor- en materia de energía nuclear civil.
2. En relación a la investigación y el desarrollo -y el futuro en este campo es el presente- China e India gradúan conjuntamente consideradas 500.000 ingenieros cada año, frente a los 60.000 de EE UU. Parecida proporción presentan los científicos.
Si la geografía del poder, del dominio y la influencia durante buena parte del siglo XX estuvo ubicada en el norte del Atlántico, y más específicamente en los EEUU, todos los actuales indicios hacen prever que estas variables geopolíticas se están desplazando hacia el Asia, y en un futuro bastante cercano se focalizaran en dos naciones: China e India. Ch+India, para utilizar el afortunado neologismo del economista indio Jairan Ramesh.
Es inédito en la moderna historia de la humanidad el simultáneo despegue económico de dos naciones de semejante potencial demográfico y de recursos que, sin duda alguna, dominarán el panorama económico, y quizás político, del siglo XXI. El dinamismo y vitalidad de ambas economías y su colosal potencial demográfico, que demandará cada vez mayores cantidades de energía, ponen a ambos países en rumbo de colisión con los EEUU y Europa, en la medida en que las fuentes de abastecimiento energético se hagan cada vez más escasas y la competencia por apoderarse de ellas cada vez más violenta.
Chinos e hindús se están posicionando en el tablero mundial del ajedrez geo energético, con una visión y planificación estratégica a mediano y largo plazo que les permitan sustentar sus aspiraciones de grandes potencias mundiales sin los sobresaltos que les impondrían la carencia de suministros energéticos seguros y confiables. Este tipo de planificación es muy coherente con los escenarios energéticos que se vivirán en los próximos veinte años cuando apenas quedarán en el mundo un puñado de países con capacidad exportadora de hidrocarburos y en donde el precio de estos, por alto que llegue a ser, será irrelevante frente a la desesperada necesidad de suministros hidrocarburíferos que sobrevendrá.
China consume actualmente alrededor de siete millones de barriles de petróleo al día (aun muy lejos de los 20 que consumen los EEUU), de los cuales importa más del 50% y su consumo no deja de crecer aceleradamente. India produce hoy cerca de 700.000 barriles diarios de petróleo pero consume 3.100.000 barriles por día, lo que se traduce en un déficit de 2.400.000 barriles diarios. China e India consumen en forma conjunta más energía primaria (no sólo petróleo) que los EEUU y también que la Unión Europea. Entre 1990 y el 2005 el consumo de energía primaria de China e India, en proporción al total mundial, pasó del 10.8% al 18.4%. En consumo de carbón, su peso conjunto aumentó del 28.5% al 44.2%, mientras que en consumo de petróleo creció del 5.8% al 11.5%. Sin embargo, aun hoy, China consume por habitante 4 veces menos energía primaria que Japón y Alemania, 4.3 veces menos que Francia y 7.9 veces menos que los EEUU
El desarrollo económico de China e India es una oportunidad para un país como Venezuela ya que podrá incrementar sus exportaciones a esos 2 países. Al ser Ch+India la “fábrica del mundo” está demandando día a día más energía y Venezuela debe jugar un papel muy importante en la venta de esas materias primas a los dos países asiáticos. Pero, al mismo tiempo, especializarse en exportaciones de materias primas es una amenaza ya que históricamente los países que hacen esto tienen una menor inversión en investigación y desarrollo lo que detiene su crecimiento y los hace más dependientes de países, como históricamente le ha suvedido a Venezuela con Estados Unidos y Europa, que le demandan materias primas pero producen y le exportan bienes de alto valor añadido.
La recesión mundial le está ofreciendo a China la oportunidad de firmar contratos de suministro a futuro en condiciones muy favorables. En un momento de crisis en los mercados financieros, la enorme liquidez monetaria de China le otorga un poder de compra prácticamente ilimitado, no sólo sobre concesiones y derechos en distintos países del mundo, sino también de empresas petroleras cuyas acciones por efecto de la recesión están en precios muy bajos. Consciente de esta situación, la administración nacional de la energía de China le ha asignado a la National Offshore Oil Corporation (CNOC), a la China National Petroleum Corporation (CNPC) y a Sinopec casi dos billones de dólares para obtener concesiones, compañías y contratos de suministro a lo largo y ancho del mundo. Los dirigentes y geoestrategas chinos apuestan por un control directo de sus fuentes de hidrocarburos en el exterior, y tienen los recursos financieros para lograrlo.
El crecimiento y la expansión de Chindia es una oportunidad para obtener divisas mediante la venta de petróleo, minerales y materias primas a Chindia y canalizar esos ingresos provenientes de los países asiáticos para generar inversiones en infraestructuras, desarrollo educativo, investigación y desarrollo y fortalecer las instituciones y combatir la corrupción.
América Latina es, conjuntamente con África, la gran apuesta mundial de los planificadores energéticos tanto chinos como indios, en el juego mundial del petróleo. Venezuela, el gran productor suramericano, es la ficha de mayor valor en esta parte del juego. En febrero de este año el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías y el vicepresidente chino Xi Jinping, en visita oficial de este último a Caracas, firmaron múltiples acuerdos de cooperación entre los que se destaca uno entre la estatal petrolera venezolana (PDVSA) y Chinaoil para colocar en mercados chinos entre 80.000 y 200.000 nuevos barriles de crudo venezolano.
En abril de este año el presidente venezolano visitó Beijing (sexta visita en 10 años) y firmó acuerdos que elevarán, en el transcurso del próximo año, a un millón de barriles diarios la cantidad de petróleo que Venezuela vende a China. Esa cantidad estaba planificada para ser alcanzada en el año 2013, pero ambos gobiernos decidieron acelerar los plazos.
La noticia de estos acuerdos no puede haber dejado de causar inquietud y preocupación en Washington y es probable que los gestos de acercamiento que el presidente Barak Obama ha tenido para con el presidente Chávez estén relacionados con esa noticia.
En resumen los países latinoamericanos tienen que pasar de exportar materias primas (el caso extremo es Venezuela que basa sus ingresos en el petróleo) a ser países desarrolladores de tecnología, servicios y bienes industriales ¿Lo lograrán? ¿Disminuirá cada vez más la relevancia económica de América Latina por su dependencia de la exportación de materias primas? ¿Perjudican o benefician las exportaciones industriales de Ch+India a algunos países de América Latina como, por ejemplo, Venezuela? Ante la presencia de recursos escasos ¿En qué debe invertir el Gobierno de Venezuela para aumentar su ventaja competitiva? ¿En infraestructura o en tecnología? ¿Son complementarias o sustitutivas las exportaciones de Ch+India con las de nuestro país?
No es suficiente, para los intereses de Venezuela con que el Presidente Chávez haya viajado 10 veces a China para promover una relación económica; es necesaria una estrategia de largo aliento que involucre, además de la consolidación de la venta segura de energía por parte de Venezuela a Ch+India, el compromiso de reinversión tecnológica y soporte financiero de los gigantes asiáticos convertidos en ese enigmático Titán de dos cabezas que descuella su poderío en el sol naciente del presente milenio.
Andres Simon Moreno Arreche
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