Los socialismos, que llevan más de cincuenta años manejando el poder, entendido como control, nos han conducido progresivamente al desgaste de la ciudadanía y a la perdida de efectividad por parte de la sociedad para resolver los grandes problemas nacionales al frenar las capacidades creativas del ser humano.
Aunque parto del principio que los términos nacidos en la Revolución Francesa por una ubicación coyuntural en donde se colocaban los defensores de un planteamiento o de otro ya no tienen valor alguno; pues lo que debe valorarse son la eficiencia, la eficacia y la efectividad de una gestión y por ello creo en la clasificación de esquemas que no alcanzan objetivos de progreso y los que si lo logran; debo expresar, para el coloquio, que el izquierdismo acaparó la atención política durante décadas pues consiguió su objetivo de ensuciar a la derecha a través de un populismo demagógico atosigantemente vocinglero.
Me llevo tiempo aprehender la base filosófica de aquello en lo que creía que no es otra cosa que el republicanismo liberal como vía para el progreso de los pueblos; pero nunca vacile sobre los principios que marcaban mi actuación.
Entendemos el poder como el ejercicio de un interés que se transformará en acción o práctica. Solo la toma del poder garantiza que lo que pensamos pueda realizarse. Quien no tenga como objetivo alcanzar el poder para realizar sus proyectos actuara vanamente y sin destino.
Tener brillantes y magníficos programas o proyectos es altamente loable; pero si no contamos con los recursos para realizarlos estos se quedarán en quimeras irrealizadas. Y el único medio para realizar lo que pensamos en beneficio de nosotros mismos y de nuestra colectividad es el poder el cual, debidamente ejercido y gerenciado, nos permitirá darle valor agregado de obra realizada a lo que hemos proyectado.
Históricamente el poder es alcanzable mediante la fuerza siempre y cuando se cuenten con los recursos y las condiciones para ello. Pero también es lograble por razón de la participación ciudadana democrática, la divulgación de los principios y el logro de adhesiones que se convertirán en sufragios para ocupar posiciones de poder sean estas legislativas o ejecutivas.
Es obvio que no disponemos de los recursos para acceder al poder mediante la fuerza ni es ese el camino que procuramos y solo nos queda el poder ciudadano para lograrlo. Busquemos esa vía con las limitaciones que reconocemos empinándonos sobre ellas y venciéndolas para lograr una patria que viva en bienestar y en libertad con una democracia republicana liberal.
Aunque parto del principio que los términos nacidos en la Revolución Francesa por una ubicación coyuntural en donde se colocaban los defensores de un planteamiento o de otro ya no tienen valor alguno; pues lo que debe valorarse son la eficiencia, la eficacia y la efectividad de una gestión y por ello creo en la clasificación de esquemas que no alcanzan objetivos de progreso y los que si lo logran; debo expresar, para el coloquio, que el izquierdismo acaparó la atención política durante décadas pues consiguió su objetivo de ensuciar a la derecha a través de un populismo demagógico atosigantemente vocinglero.
Me llevo tiempo aprehender la base filosófica de aquello en lo que creía que no es otra cosa que el republicanismo liberal como vía para el progreso de los pueblos; pero nunca vacile sobre los principios que marcaban mi actuación.
Entendemos el poder como el ejercicio de un interés que se transformará en acción o práctica. Solo la toma del poder garantiza que lo que pensamos pueda realizarse. Quien no tenga como objetivo alcanzar el poder para realizar sus proyectos actuara vanamente y sin destino.
Tener brillantes y magníficos programas o proyectos es altamente loable; pero si no contamos con los recursos para realizarlos estos se quedarán en quimeras irrealizadas. Y el único medio para realizar lo que pensamos en beneficio de nosotros mismos y de nuestra colectividad es el poder el cual, debidamente ejercido y gerenciado, nos permitirá darle valor agregado de obra realizada a lo que hemos proyectado.
Históricamente el poder es alcanzable mediante la fuerza siempre y cuando se cuenten con los recursos y las condiciones para ello. Pero también es lograble por razón de la participación ciudadana democrática, la divulgación de los principios y el logro de adhesiones que se convertirán en sufragios para ocupar posiciones de poder sean estas legislativas o ejecutivas.
Es obvio que no disponemos de los recursos para acceder al poder mediante la fuerza ni es ese el camino que procuramos y solo nos queda el poder ciudadano para lograrlo. Busquemos esa vía con las limitaciones que reconocemos empinándonos sobre ellas y venciéndolas para lograr una patria que viva en bienestar y en libertad con una democracia republicana liberal.
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