La mafia cubana
La lucha de Chávez contra grupos mafiosos creados bajo su amparo, liderados por algunos de sus colaboradores, ha dejado un vacío que lo llena rápidamente la mafia cubana que cogobierna Venezuela. Este es el proceso más vergonzoso de entrega de la soberanía nacional a un gobierno extranjero por parte de uno venezolano, aun teniendo en cuenta a antecesores tan cipayos como los generales Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez.
La admiración patológica por Fidel Castro es una fuerza inicial para esta toma del Estado venezolano por parte del Partido Comunista de Cuba; pero el proceso ha adquirido una complejidad que desafía el análisis. La vinculación de Chávez con el saurio tropical tuvo un propósito político muy claro, pues como militar golpista que poseía todas las características del militarismo latinoamericano clásico, necesitaba alguna legitimidad revolucionaria que no se la daba su sangriento golpe. Las torpezas de Rafael Caldera en el trato con Cuba, la audacia de Chávez y la necesidad de Fidel Castro de clavarle unas banderillas de fuego en la giba al entonces presidente venezolano, hicieron que comenzaran los amapuches cubanos hacia el líder del 4-F. Al recibir la bendición de Fidel creyó despojarse del mote de golpista que lo emparentaba con el gorilaje latinoamericano.
Las Mafias. Muchos celebran hoy la pulverización de un grupo de asaltantes del tesoro público. Las razones parecen obvias: un gobierno que se desliza en picada, sin luz, sin agua, con muertos a granel, y con los ciudadanos raspándose los bolsillos para comprar lo que no pueden, confrontado con que bajo su protección se amasan gigantescas, repentinas y ostentosas riquezas, parecía como demasiado hasta para la moral plástica de los jefes cubanos. Circunstancias que, sin duda, conducían a un estallido de gigantescas proporciones en el corto plazo, tanto en el sector financiero, como en la economía en su conjunto. Ante el tsunami que venía, según Jorge Giordani, producido por el propio régimen, Chávez -bajo la diestra mano de sus distantes mentores- procede a cortarse un brazo para que la gangrena no se lo coma de un solo bocado, en un movimiento que coloca en situación de completa minusvalía a los que eran poderosos segundones. No sólo el Jesse fue mandado, como Felipe Pérez Roque -el ex canciller cubano-, a barrer la cocina, sino que todos los demás ex favoritos se encuentran en la unidad de cuidados intensivos de la satrapía bolivariana.
Hasta aquí esto se sabe y ha sido documentado por la neurastenia presidencial expuesta a diario en vivo y directo. Lo que no es tan obvio es que habiendo sido liquidado el segundo nivel político del Gobierno, que más o menos cumplía las funciones de altavoz y pretendía dar una sensación de equipo, ahora Chávez queda solo, solito, en la loma, con lo cual la colonización cubana alcanza una nueva cota en el país. Chávez está ahora -sin su grupo más o menos patético de criollos que lo ha acompañado en su bochinche- en manos de los cubanos que, en la práctica, conducen lo que queda de Venezuela.
Como aquí se ha referido varias veces, la ausencia de las viejas instituciones, sin que las nuevas se hayan creado como no sea más que en el rol de mascarada disfuncional, ha dejado al Estado venezolano a merced de las mafias boliburguesas, las cuales no son más que tejidos de empresarios de maletín y funcionarios que manejan el tesoro nacional. En ese marco se han insertado los cubanos, para dirigir actividades comerciales, para triangular operaciones y quedarse con las ganancias en el camino, para controlar las llaves de paso de los flujos de recursos hacia y desde Venezuela, para tomar el manejo de la identificación, la inteligencia policial y militar, trozos de la FAN, y otras colonizaciones igualmente depravadas. Lo que ahora ocurre es una vuelta más del torniquete; Chávez, aislado de sus sargentos, queda en manos de la dirección cubana. A falta de un buró político serio en su enfermizo PSUV, se recuesta en el isleño que se le ofrece, generoso, sólo que para subyugarlo a tiempo completo.
El Paraestado. No se trata de la ideología. A quien menos conviene que Venezuela se parezca a Cuba, arruinada y prostituida, es a los cubanos. Ellos quieren que Venezuela continúe siendo la vaca lechera que le venda petróleo a EEUU y se llene de dólares para ellos llevarse la gran tajada; no quieren la ruina sino el control. Lo que ahora parece estar en marcha es el dominio sobre los jirones del Estado venezolano por parte del Estado cubano, que es una maquinaria fundada en dos instituciones sólidas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Partido Comunista, los cuales constituyen el verdadero estado mayor de la juerga bolivariana.
¿Liberación Nacional? Piénsese en la hipótesis que sigue: durante un trecho de la historia mundial las revueltas de los pueblos adquirieron un tono anticolonial frente a metrópolis voraces; las contiendas tuvieron diversos contenidos pero siempre bajo la forma de luchas por la liberación nacional. Es posible que el retorno a la democracia en Venezuela también asuma la forma de una batalla por la liberación nacional del siglo XXI, lo que significaría enfrentar de manera decidida el rol infamante que los gobernantes cubanos cumplen en Venezuela. Ellos saben que algo de eso se mueve en este país y tratan de disimularlo.
Mientras los chavistas se desgañitan porque algún líder opositor va a Washington o a Madrid a reunirse con algún dirigente democrático del mundo, y se le acusa de traidor a la patria, su jefe ha entregado el país a un gobierno extranjero como ocurrió con los cónsules gringos en Cuba que sus habitantes padecieron desde 1898 durante décadas de protectorado norteamericano.
La ocupación cubana no se da a través del control por arriba de las instituciones -inexistentes o muy débiles-, salvo en los casos de ministros o viceministros cubanos que despachan en -y desde- Venezuela, sino a través del control mafioso, con grupitos aquí y allá que manejan a burócratas, administradores y generales.
No es de dudar que en la loquera, en los momentos de exaltación maníaca, el de allá y el de acá, hablen de crear un solo país y un solo Estado, pero mientras pergeñan estos delirios, aquellos expertos en sobrevivencia controlan, se mastican y se viven a este atribulado país.
En un reciente evento sobre Cuba-EEUU un representante de la posición oficial cubana, cuestionado sobre el papel de Chávez, se desentendió y dijo más o menos "¿Chávez? Chávez es un Presidente más con el que tenemos relaciones como con cualquier otro", mientras no contestaba las afirmaciones de panelistas que sostenían que cuando los cubanos se presentaban en la escena internacional con el venezolano, se desprestigiaban.
Lo que ayer EEUU hizo con Cuba lo hace hoy Cuba con Venezuela. Las manos del régimen cubano tienen que salir de aquí, no porque sean comunistas -al fin y al cabo es su problema- sino por colonialistas.
Carlos Blanco
http://www.tiempodepalabra.com/
La lucha de Chávez contra grupos mafiosos creados bajo su amparo, liderados por algunos de sus colaboradores, ha dejado un vacío que lo llena rápidamente la mafia cubana que cogobierna Venezuela. Este es el proceso más vergonzoso de entrega de la soberanía nacional a un gobierno extranjero por parte de uno venezolano, aun teniendo en cuenta a antecesores tan cipayos como los generales Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez.
La admiración patológica por Fidel Castro es una fuerza inicial para esta toma del Estado venezolano por parte del Partido Comunista de Cuba; pero el proceso ha adquirido una complejidad que desafía el análisis. La vinculación de Chávez con el saurio tropical tuvo un propósito político muy claro, pues como militar golpista que poseía todas las características del militarismo latinoamericano clásico, necesitaba alguna legitimidad revolucionaria que no se la daba su sangriento golpe. Las torpezas de Rafael Caldera en el trato con Cuba, la audacia de Chávez y la necesidad de Fidel Castro de clavarle unas banderillas de fuego en la giba al entonces presidente venezolano, hicieron que comenzaran los amapuches cubanos hacia el líder del 4-F. Al recibir la bendición de Fidel creyó despojarse del mote de golpista que lo emparentaba con el gorilaje latinoamericano.
Las Mafias. Muchos celebran hoy la pulverización de un grupo de asaltantes del tesoro público. Las razones parecen obvias: un gobierno que se desliza en picada, sin luz, sin agua, con muertos a granel, y con los ciudadanos raspándose los bolsillos para comprar lo que no pueden, confrontado con que bajo su protección se amasan gigantescas, repentinas y ostentosas riquezas, parecía como demasiado hasta para la moral plástica de los jefes cubanos. Circunstancias que, sin duda, conducían a un estallido de gigantescas proporciones en el corto plazo, tanto en el sector financiero, como en la economía en su conjunto. Ante el tsunami que venía, según Jorge Giordani, producido por el propio régimen, Chávez -bajo la diestra mano de sus distantes mentores- procede a cortarse un brazo para que la gangrena no se lo coma de un solo bocado, en un movimiento que coloca en situación de completa minusvalía a los que eran poderosos segundones. No sólo el Jesse fue mandado, como Felipe Pérez Roque -el ex canciller cubano-, a barrer la cocina, sino que todos los demás ex favoritos se encuentran en la unidad de cuidados intensivos de la satrapía bolivariana.
Hasta aquí esto se sabe y ha sido documentado por la neurastenia presidencial expuesta a diario en vivo y directo. Lo que no es tan obvio es que habiendo sido liquidado el segundo nivel político del Gobierno, que más o menos cumplía las funciones de altavoz y pretendía dar una sensación de equipo, ahora Chávez queda solo, solito, en la loma, con lo cual la colonización cubana alcanza una nueva cota en el país. Chávez está ahora -sin su grupo más o menos patético de criollos que lo ha acompañado en su bochinche- en manos de los cubanos que, en la práctica, conducen lo que queda de Venezuela.
Como aquí se ha referido varias veces, la ausencia de las viejas instituciones, sin que las nuevas se hayan creado como no sea más que en el rol de mascarada disfuncional, ha dejado al Estado venezolano a merced de las mafias boliburguesas, las cuales no son más que tejidos de empresarios de maletín y funcionarios que manejan el tesoro nacional. En ese marco se han insertado los cubanos, para dirigir actividades comerciales, para triangular operaciones y quedarse con las ganancias en el camino, para controlar las llaves de paso de los flujos de recursos hacia y desde Venezuela, para tomar el manejo de la identificación, la inteligencia policial y militar, trozos de la FAN, y otras colonizaciones igualmente depravadas. Lo que ahora ocurre es una vuelta más del torniquete; Chávez, aislado de sus sargentos, queda en manos de la dirección cubana. A falta de un buró político serio en su enfermizo PSUV, se recuesta en el isleño que se le ofrece, generoso, sólo que para subyugarlo a tiempo completo.
El Paraestado. No se trata de la ideología. A quien menos conviene que Venezuela se parezca a Cuba, arruinada y prostituida, es a los cubanos. Ellos quieren que Venezuela continúe siendo la vaca lechera que le venda petróleo a EEUU y se llene de dólares para ellos llevarse la gran tajada; no quieren la ruina sino el control. Lo que ahora parece estar en marcha es el dominio sobre los jirones del Estado venezolano por parte del Estado cubano, que es una maquinaria fundada en dos instituciones sólidas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Partido Comunista, los cuales constituyen el verdadero estado mayor de la juerga bolivariana.
¿Liberación Nacional? Piénsese en la hipótesis que sigue: durante un trecho de la historia mundial las revueltas de los pueblos adquirieron un tono anticolonial frente a metrópolis voraces; las contiendas tuvieron diversos contenidos pero siempre bajo la forma de luchas por la liberación nacional. Es posible que el retorno a la democracia en Venezuela también asuma la forma de una batalla por la liberación nacional del siglo XXI, lo que significaría enfrentar de manera decidida el rol infamante que los gobernantes cubanos cumplen en Venezuela. Ellos saben que algo de eso se mueve en este país y tratan de disimularlo.
Mientras los chavistas se desgañitan porque algún líder opositor va a Washington o a Madrid a reunirse con algún dirigente democrático del mundo, y se le acusa de traidor a la patria, su jefe ha entregado el país a un gobierno extranjero como ocurrió con los cónsules gringos en Cuba que sus habitantes padecieron desde 1898 durante décadas de protectorado norteamericano.
La ocupación cubana no se da a través del control por arriba de las instituciones -inexistentes o muy débiles-, salvo en los casos de ministros o viceministros cubanos que despachan en -y desde- Venezuela, sino a través del control mafioso, con grupitos aquí y allá que manejan a burócratas, administradores y generales.
No es de dudar que en la loquera, en los momentos de exaltación maníaca, el de allá y el de acá, hablen de crear un solo país y un solo Estado, pero mientras pergeñan estos delirios, aquellos expertos en sobrevivencia controlan, se mastican y se viven a este atribulado país.
En un reciente evento sobre Cuba-EEUU un representante de la posición oficial cubana, cuestionado sobre el papel de Chávez, se desentendió y dijo más o menos "¿Chávez? Chávez es un Presidente más con el que tenemos relaciones como con cualquier otro", mientras no contestaba las afirmaciones de panelistas que sostenían que cuando los cubanos se presentaban en la escena internacional con el venezolano, se desprestigiaban.
Lo que ayer EEUU hizo con Cuba lo hace hoy Cuba con Venezuela. Las manos del régimen cubano tienen que salir de aquí, no porque sean comunistas -al fin y al cabo es su problema- sino por colonialistas.
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