La Constituyente es una una mera trampa que cambiaría todos los escenarios
Estamos esperando. Tal vez nos anuncie algo importante en los próximos días. Siempre lo hace. Las temporadas vacacionales le funcionan. Hay quien, intentando adivinar, sugiere la posibilidad de una Constituyente (¿?). ¡Vaya usted a saber¡ De cualquier modo, si fuera el caso, es difícil que a ella lleguemos por intermedio de una votación popular del tipo que hemos conocido. Hace tiempo se inició un proceso de degradación del voto universal. Por el camino que vamos podrían terminar sufragando únicamente los militantes del PSUV, o como finalmente resulte bautizado el partido del gobierno después de la Quinta Internacional convocada para el mes de abril. El Estado comunal pudiera estrenarse con la iniciativa que Chávez se invente para eludir las parlamentarias. Por lo pronto, ya estamos advertidos. Luisa Estela Morales y el magistrado Francisco Carrasquero acaban de adelantar su sentencia contra la separación de poderes, cuya relación con el voto universal es indisoluble. ¿Cómo se elegiría un parlamento en estas condiciones? ¿No implica esta proclama un posible cambio radical en las reglas de juego?
Todos sabemos que las jornadas electorales serían un instrumento de la revolución mientras éstas pudieran ser controladas por el Comandante. Las encuestas señalan que casi un 70% desea que Chávez gobierne sólo hasta el 2012. En una democracia verdadera, ese porcentaje debería tener una clara expresión en 2010: ya sea en una Constituyente genuina, o en la escogencia de la AN. El postulado de la "colaboración de poderes" sugerido desde el TSJ podría imponer una transformación de la normativa electoral, con el propósito de armonizarla con el "nuevo orden" surgido del zarpazo. Sólo el principio de la separación de poderes admite que la totalidad de los venezolanos tengan derecho de emitir una opinión contraria a quienes encabezan las instituciones del Estado. Las elecciones estarían en riesgo de quedar reducidas a un privilegio de quienes militen en "el proceso" por la vía de los Consejos Comunales.
Visto así, la Constituyente no es una oportunidad, sino una mera trampa que cambiaría todos los escenarios para los cuales se ha venido preparando la resistencia democrática. Si Chávez aspirara a reemplazar las parlamentarias por cualquier otro tipo de medición, la Mesa Unitaria y todos los demás factores de la disidencia estarán obligados a responder con firmeza. Por eso el año nuevo se presenta como un gran desafío. Será cuesta arriba eludirlo. Ciertamente es preciso continuar la construcción de la unidad: la disidencia no puede darse el lujo de desconcentrarse. Pero también es obligante prepararse para ofrecer la respuesta adecuada a las artimañas con que Chávez intentará eludir el veredicto popular. ¿Podrá hacerlo? Depende de los venezolanos. A recobrar fuerzas en esta pausa navideña para los duros tiempos que se aproximan.
Estamos esperando. Tal vez nos anuncie algo importante en los próximos días. Siempre lo hace. Las temporadas vacacionales le funcionan. Hay quien, intentando adivinar, sugiere la posibilidad de una Constituyente (¿?). ¡Vaya usted a saber¡ De cualquier modo, si fuera el caso, es difícil que a ella lleguemos por intermedio de una votación popular del tipo que hemos conocido. Hace tiempo se inició un proceso de degradación del voto universal. Por el camino que vamos podrían terminar sufragando únicamente los militantes del PSUV, o como finalmente resulte bautizado el partido del gobierno después de la Quinta Internacional convocada para el mes de abril. El Estado comunal pudiera estrenarse con la iniciativa que Chávez se invente para eludir las parlamentarias. Por lo pronto, ya estamos advertidos. Luisa Estela Morales y el magistrado Francisco Carrasquero acaban de adelantar su sentencia contra la separación de poderes, cuya relación con el voto universal es indisoluble. ¿Cómo se elegiría un parlamento en estas condiciones? ¿No implica esta proclama un posible cambio radical en las reglas de juego?
Todos sabemos que las jornadas electorales serían un instrumento de la revolución mientras éstas pudieran ser controladas por el Comandante. Las encuestas señalan que casi un 70% desea que Chávez gobierne sólo hasta el 2012. En una democracia verdadera, ese porcentaje debería tener una clara expresión en 2010: ya sea en una Constituyente genuina, o en la escogencia de la AN. El postulado de la "colaboración de poderes" sugerido desde el TSJ podría imponer una transformación de la normativa electoral, con el propósito de armonizarla con el "nuevo orden" surgido del zarpazo. Sólo el principio de la separación de poderes admite que la totalidad de los venezolanos tengan derecho de emitir una opinión contraria a quienes encabezan las instituciones del Estado. Las elecciones estarían en riesgo de quedar reducidas a un privilegio de quienes militen en "el proceso" por la vía de los Consejos Comunales.
Visto así, la Constituyente no es una oportunidad, sino una mera trampa que cambiaría todos los escenarios para los cuales se ha venido preparando la resistencia democrática. Si Chávez aspirara a reemplazar las parlamentarias por cualquier otro tipo de medición, la Mesa Unitaria y todos los demás factores de la disidencia estarán obligados a responder con firmeza. Por eso el año nuevo se presenta como un gran desafío. Será cuesta arriba eludirlo. Ciertamente es preciso continuar la construcción de la unidad: la disidencia no puede darse el lujo de desconcentrarse. Pero también es obligante prepararse para ofrecer la respuesta adecuada a las artimañas con que Chávez intentará eludir el veredicto popular. ¿Podrá hacerlo? Depende de los venezolanos. A recobrar fuerzas en esta pausa navideña para los duros tiempos que se aproximan.
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