Ante el anuncio del Consejo Nacional Electoral (CNE) de una fecha para la celebración de los comicios para la Asamblea Nacional el 26 de septiembre del 2010, todo sector organizado se ha sentido tentado de jugar en posición adelantada en una materia tan seria como lo es lo de presentar ante la opinión publica su propia lista de precandidatos al presunto cuerpo colegiado legislativo.
La composición de dicha Asamblea amerita un minucioso estudio del perfil de dichas candidaturas mucho mas allá de lo mediático pues lo que se nos avecina a los demócratas no es una simple confrontación de ideas para optimizar leyes sino una seria batalla para salvar la democracia amenazada por el autoritarismo.
Debe atenderse a las realidades regionales y a sus liderazgos naturales. A la fuerza de apoyo real que en seguidores tienen esos liderazgos. A la capacidad de contribuir a formar un verdadero ejercito para la defensa del voto.
El solo nombre, pese a su potencialidad sonora, no es credencial suficiente para tan importante e histórica representación. Es absolutamente necesario que cada nominación venga acompañada de significativos apoyos cualitativos y cuantitativos que respalden dicha aspiración de manera concreta y comprobable.
Importantes sectores nos han hecho saber sus aspiraciones en listas y de manera individual. A todos les hemos dicho que hay que esperar el minucioso estudio que están realizando comisiones experimentadas para normar tanto los acuerdos unitarios como las posibilidades de quienes crean pertinente medirse en primarias. Esas aspiraciones, que tenemos en especial resguardo, serán presentadas ante la Mesa de la Unidad Democrática en su debida oportunidad siempre y cuando se encuadren dentro del marco establecido por los altos intereses de la república.
En ese archivo de elegibles están constitucionalistas, expertos petroleros, economistas, hombres de empresa, educadores, ingenieros, ambientalistas, deportistas, expertos en salud y desarrollo social, comunicadores sociales y arquitectos. Ellos suman a sus respectivas especialidades una posición irreductible en pro de la Democracia, sin quiebres de ninguna naturaleza, y su conocimiento de las realidades políticas venezolanas.
No estaremos de acuerdo con evaluaciones subjetivas que generalmente funcionan más hormonalmente que con las neuronas que se apresuran a enunciar candidaturas que solo obedecen a particulares intereses o a corazonadas de quien, según su personalísimo criterio, cree estar descubriendo el agua tibia. Tampoco estamos de acuerdo que en tan delicada materia se juegue a la demagogia política fácil de corretear posiciones adelantadas sucumbiendo ante la tentación que enunciamos en el primer párrafo.
La composición de dicha Asamblea amerita un minucioso estudio del perfil de dichas candidaturas mucho mas allá de lo mediático pues lo que se nos avecina a los demócratas no es una simple confrontación de ideas para optimizar leyes sino una seria batalla para salvar la democracia amenazada por el autoritarismo.
Debe atenderse a las realidades regionales y a sus liderazgos naturales. A la fuerza de apoyo real que en seguidores tienen esos liderazgos. A la capacidad de contribuir a formar un verdadero ejercito para la defensa del voto.
El solo nombre, pese a su potencialidad sonora, no es credencial suficiente para tan importante e histórica representación. Es absolutamente necesario que cada nominación venga acompañada de significativos apoyos cualitativos y cuantitativos que respalden dicha aspiración de manera concreta y comprobable.
Importantes sectores nos han hecho saber sus aspiraciones en listas y de manera individual. A todos les hemos dicho que hay que esperar el minucioso estudio que están realizando comisiones experimentadas para normar tanto los acuerdos unitarios como las posibilidades de quienes crean pertinente medirse en primarias. Esas aspiraciones, que tenemos en especial resguardo, serán presentadas ante la Mesa de la Unidad Democrática en su debida oportunidad siempre y cuando se encuadren dentro del marco establecido por los altos intereses de la república.
En ese archivo de elegibles están constitucionalistas, expertos petroleros, economistas, hombres de empresa, educadores, ingenieros, ambientalistas, deportistas, expertos en salud y desarrollo social, comunicadores sociales y arquitectos. Ellos suman a sus respectivas especialidades una posición irreductible en pro de la Democracia, sin quiebres de ninguna naturaleza, y su conocimiento de las realidades políticas venezolanas.
No estaremos de acuerdo con evaluaciones subjetivas que generalmente funcionan más hormonalmente que con las neuronas que se apresuran a enunciar candidaturas que solo obedecen a particulares intereses o a corazonadas de quien, según su personalísimo criterio, cree estar descubriendo el agua tibia. Tampoco estamos de acuerdo que en tan delicada materia se juegue a la demagogia política fácil de corretear posiciones adelantadas sucumbiendo ante la tentación que enunciamos en el primer párrafo.
Carlos R. Padilla L.
carlos.padilla.carpa@gmail.com
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