Como todos los años desde 1901, en la primera quincena del mes de octubre la Fundación Nobel da a conocer los ganadores de sus celebérrimos Premios.
Ellos son seleccionados a través de un riguroso proceso llevado a cabo por comités específicos para las diversas disciplinas en que son otorgados.
La magnitud de la operación de búsqueda de candidatos, el secreto de la identidad de los postulantes y de los nominados, junto al exhaustivo trabajo de evaluación de los miembros de los comités de selección, garantizan unas decisiones bastante ajustadas a los objetivos establecidos por el fundador del Premio, el químico sueco Alberto Nobel. Él fue el descubridor de la dinamita y destinó la fortuna que ello le produjo a honrar y recompensar al inventor o descubridor de algún aspecto fundamental de los grandes campos del saber experimental; física, química, fisiología o medicina.
Junto a ellos, también se premia al actor social que le haya traído paz a la humanidad, habiéndose añadido desde el año 1969, un Premio en el área de las ciencias económicas que es financiado por el Banco Central de Suecia A pesar del cuidado de la Fundación Nobel en garantizar la mayor justicia en su premiación, de vez en cuando han tenido sus gazapos y omisiones. En el caso de los premios de ciencias, buena parte de las veces por razones de género. Aunque este año de los 13 galardonados 5 fueron del género femenino, apenas hay 40 laureadas de un total de 802 galardonados. Otro ejemplo muy comentado lo constituye Rosalind Franklin, codescubridora de la estructura del ADN y quien nunca recibió el galardón. También está el caso de Fred Hoyle y sus ayudantes, responsables de extraordinarios estudios sobre el origen de las estrellas. En el caso del Nobel de la Paz han ocurrido errores inexcusables, muy probablemente debido a la carga política que lo acompaña. Por ejemplo, nunca le fue otorgado a Gandhi, mientras que el de Barack Obama luce más como una apuesta a futuro antes que un reconocimiento por alguna ejecutoria.
Lo más significativo de la cohorte de los Nobel del 2009 fue una frase de Carol Greider, una bióloga aquejada de dislexia, quien al ser informada de su éxito dijo: "Estoy fascinada de que las ciencias básicas sean celebradas". Ella fue parte de un equipo humano liderizado por Elizabeth Blackburn, una emigrante de Tasmania al imperio y, juntas, por veinte años lidiaron con un problema que para un burócrata ignaro tropical, no tendría "pertinencia social".
Empero, como en otras tantas ocasiones en la historia de la ciencia, una investigación en biología fundamental resultó ser clave para develar una faceta desconocida de la naturaleza. En este caso, ellas revelaron el secreto de la regulación de la longevidad de las células y como éstas limitan sus procesos de multiplicación. Un hallazgo en ciencia básica que arroja luz sobre los mecanismos patológicos de enfermedades como el cáncer.
Lo que más llama la atención de los laureados con el Nobel es su edad. Si bien el Premio reconoce una trayectoria, el denominador común es que son gentes de la tercera edad que se mantienen extremadamente activos en el trabajo investigativo. A diferencia de lo que está ocurriendo en esta tierra de gracia, es impensable que al superior administrativo de alguno de los galardonados se le ocurriera reclamarle un horario de trabajo de 8 a 4, o mandarlo jubilado y de retiro a casita porque había cumplido 30 años partiéndose el lomo develando los grandes secretos de la naturaleza.
Jaime Requena
jrequena@unimet.edu.ve
Ellos son seleccionados a través de un riguroso proceso llevado a cabo por comités específicos para las diversas disciplinas en que son otorgados.
La magnitud de la operación de búsqueda de candidatos, el secreto de la identidad de los postulantes y de los nominados, junto al exhaustivo trabajo de evaluación de los miembros de los comités de selección, garantizan unas decisiones bastante ajustadas a los objetivos establecidos por el fundador del Premio, el químico sueco Alberto Nobel. Él fue el descubridor de la dinamita y destinó la fortuna que ello le produjo a honrar y recompensar al inventor o descubridor de algún aspecto fundamental de los grandes campos del saber experimental; física, química, fisiología o medicina.
Junto a ellos, también se premia al actor social que le haya traído paz a la humanidad, habiéndose añadido desde el año 1969, un Premio en el área de las ciencias económicas que es financiado por el Banco Central de Suecia A pesar del cuidado de la Fundación Nobel en garantizar la mayor justicia en su premiación, de vez en cuando han tenido sus gazapos y omisiones. En el caso de los premios de ciencias, buena parte de las veces por razones de género. Aunque este año de los 13 galardonados 5 fueron del género femenino, apenas hay 40 laureadas de un total de 802 galardonados. Otro ejemplo muy comentado lo constituye Rosalind Franklin, codescubridora de la estructura del ADN y quien nunca recibió el galardón. También está el caso de Fred Hoyle y sus ayudantes, responsables de extraordinarios estudios sobre el origen de las estrellas. En el caso del Nobel de la Paz han ocurrido errores inexcusables, muy probablemente debido a la carga política que lo acompaña. Por ejemplo, nunca le fue otorgado a Gandhi, mientras que el de Barack Obama luce más como una apuesta a futuro antes que un reconocimiento por alguna ejecutoria.
Lo más significativo de la cohorte de los Nobel del 2009 fue una frase de Carol Greider, una bióloga aquejada de dislexia, quien al ser informada de su éxito dijo: "Estoy fascinada de que las ciencias básicas sean celebradas". Ella fue parte de un equipo humano liderizado por Elizabeth Blackburn, una emigrante de Tasmania al imperio y, juntas, por veinte años lidiaron con un problema que para un burócrata ignaro tropical, no tendría "pertinencia social".
Empero, como en otras tantas ocasiones en la historia de la ciencia, una investigación en biología fundamental resultó ser clave para develar una faceta desconocida de la naturaleza. En este caso, ellas revelaron el secreto de la regulación de la longevidad de las células y como éstas limitan sus procesos de multiplicación. Un hallazgo en ciencia básica que arroja luz sobre los mecanismos patológicos de enfermedades como el cáncer.
Lo que más llama la atención de los laureados con el Nobel es su edad. Si bien el Premio reconoce una trayectoria, el denominador común es que son gentes de la tercera edad que se mantienen extremadamente activos en el trabajo investigativo. A diferencia de lo que está ocurriendo en esta tierra de gracia, es impensable que al superior administrativo de alguno de los galardonados se le ocurriera reclamarle un horario de trabajo de 8 a 4, o mandarlo jubilado y de retiro a casita porque había cumplido 30 años partiéndose el lomo develando los grandes secretos de la naturaleza.
Jaime Requena
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