Democracia no es la panacea de todos los males. Es apenas una forma de Gobierno, que nos permite elegir a los gobernantes por el voto popular mayoritario. El filósofo Karl Popper la definió como una manera incruenta de destituir y reemplazar a los elencos políticos que han probado su ineptitud, y por ello preferible a la revolución, por lo general sangrienta. Pero la democracia en sí misma no garantiza la mayor aptitud de los elencos ulteriores.
“La voz del pueblo es la voz de Dios”, decían los corifeos de los Césares romanos populistas, que a la plebe daban “pan y circo” para ganarse el aplauso servil de la “turba multa” (latín: muchedumbre inquieta o agitada).
Pero la voz del pueblo no es la voz de Dios. La Biblia dice que Dios habla por boca de sus profetas, no del pueblo. Y que a los profetas enviados por Dios, el pueblo por lo corriente les rechaza, les escarnece, les apedrea y crucifica.
La Biblia no propone el gobierno democrático sino el gobierno limitado, que puede o no ser democrático. Gobierno limitado significa dedicado sólo a tres funciones: defensa y seguridad; administración de justicia; realización y mantenimiento de obras públicas. Y que sus poderes también están estrictamente limitados a las facultades y atribuciones necesarias para cumplir esas funciones. Y que sus gastos y sus impuestos también se limitan a los necesarios para las mismas. (Por si le interesa, mi libro “Las leyes malas” contiene el estudio bíblico sobre el Gobierno).
¿Es la democracia le mejor forma de Gobierno, o al menos “la menos mala”? Para responder esa tenemos que compararla con las otras opciones.
Con distintos nombres entre hebreos, griegos y romanos, casi todos los pueblos de la Antigüedad distinguieron tres formas “puras” de Gobierno: Monarquía, Aristocracia y Democracia, según gobernase respectivamente un Rey, una elite de antiguos patricios o sus descendientes -distinguidos por sus virtudes-, o un conjunto de funcionarios elegidos por la masa del pueblo.
Sin embargo estas formas “extremas” tendían a degenerar en otras formas “impuras” o corruptas -de gobiernos abusivos- llamadas Tiranía, Oligarquía y Demagogia, según gobernase abusivamente un déspota hereditario, una casta cerrada de nobles privilegiados, o un partido de elocuentes mentirosos, vividores del erario fiscal. (Demagogia significa “adular al pueblo”, y la democracia ateniense tenía un recurso para evitar que los hábiles oradores se ganaran el favor popular con discursos aduladores: el “Ostracismo” o pena de destierro, la cual votaban escribiendo en caparazones de ostras o cerámicas por la condena o absolución).
Los antiguos desconfiaban de las formas puras o extremas por ser la causa del “ciclo político”. Era ese un círculo vicioso, descrito por Polibio (210-125 a.C.), escritor griego romanizado:
-- Comienza el ciclo v. gr. cuando la democracia degenera en Demagogia, y se introduce caos, desorden, anarquía y abusos; y el pueblo reclama entonces un caudillo.
“La voz del pueblo es la voz de Dios”, decían los corifeos de los Césares romanos populistas, que a la plebe daban “pan y circo” para ganarse el aplauso servil de la “turba multa” (latín: muchedumbre inquieta o agitada).
Pero la voz del pueblo no es la voz de Dios. La Biblia dice que Dios habla por boca de sus profetas, no del pueblo. Y que a los profetas enviados por Dios, el pueblo por lo corriente les rechaza, les escarnece, les apedrea y crucifica.
La Biblia no propone el gobierno democrático sino el gobierno limitado, que puede o no ser democrático. Gobierno limitado significa dedicado sólo a tres funciones: defensa y seguridad; administración de justicia; realización y mantenimiento de obras públicas. Y que sus poderes también están estrictamente limitados a las facultades y atribuciones necesarias para cumplir esas funciones. Y que sus gastos y sus impuestos también se limitan a los necesarios para las mismas. (Por si le interesa, mi libro “Las leyes malas” contiene el estudio bíblico sobre el Gobierno).
¿Es la democracia le mejor forma de Gobierno, o al menos “la menos mala”? Para responder esa tenemos que compararla con las otras opciones.
Con distintos nombres entre hebreos, griegos y romanos, casi todos los pueblos de la Antigüedad distinguieron tres formas “puras” de Gobierno: Monarquía, Aristocracia y Democracia, según gobernase respectivamente un Rey, una elite de antiguos patricios o sus descendientes -distinguidos por sus virtudes-, o un conjunto de funcionarios elegidos por la masa del pueblo.
Sin embargo estas formas “extremas” tendían a degenerar en otras formas “impuras” o corruptas -de gobiernos abusivos- llamadas Tiranía, Oligarquía y Demagogia, según gobernase abusivamente un déspota hereditario, una casta cerrada de nobles privilegiados, o un partido de elocuentes mentirosos, vividores del erario fiscal. (Demagogia significa “adular al pueblo”, y la democracia ateniense tenía un recurso para evitar que los hábiles oradores se ganaran el favor popular con discursos aduladores: el “Ostracismo” o pena de destierro, la cual votaban escribiendo en caparazones de ostras o cerámicas por la condena o absolución).
Los antiguos desconfiaban de las formas puras o extremas por ser la causa del “ciclo político”. Era ese un círculo vicioso, descrito por Polibio (210-125 a.C.), escritor griego romanizado:
-- Comienza el ciclo v. gr. cuando la democracia degenera en Demagogia, y se introduce caos, desorden, anarquía y abusos; y el pueblo reclama entonces un caudillo.
-- Y así de la democracia se pasa (o retorna) a la monarquía, tal vez con otro nombre, p. ej. dictadura. Pero temprano o tarde el jefe abusa, y se hace tirano. Ante la apatía popular, reacciona una minoría selecta, y se establece (o restablece) el orden, y una aristocracia.
-- Pero ese grupito tarde o pronto abusa del poder e impone privilegios a título de derechos, y se hace una oligarquía. Entonces hay una revolución, retorna la democracia, y sigue el ciclo. ¿Como en América latina…?
Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) y otros autores clásicos vieron la solución en una forma “mixta”: la República. Sus diferentes instituciones seguían cada una los distintos principios de Gobierno: los cónsules, la pauta monárquica; el senado, el principio aristocrático; y la asamblea, la democracia. La idea era el equilibrio de estos poderes; los “frenos y contrapesos” constitucionales.
Así p. ej. el Gobierno en la Constitución de EEUU (1776) no fue pensado como Democracia, sino como República, combinando los tres tipos de poderes:
-- Monarquía -aunque no hereditaria- en instituciones como el Presidente y el Vice;
-- Aristocracia, en cuerpos gubernativos muy selectos por su composición y elección: Corte Suprema de Justicia y Alto Mando militar, magistraturas a las cuales no se accede mediante elecciones democráticas en EEUU ni en país alguno. Y el Senado o Cámara Alta, elegida por sufragio indirecto, y no por voto popular o de base.
-- Y Democracia, en instituciones como la Cámara Baja, de elección popular y directa, e igualmente Legislaturas y Gobernadores de muchos Estados.
Esta forma de Gobierno civil fue copiada del Gobierno “pactual” de la mayoría de las iglesias locales en las colonias americanas, con el Pastor, el Consejo Presbiterial, y los miembros de la congregación, conforme a una Constitución escrita (“Covenant” o Pacto).
Después, en los ss. XIX y XX, con la imposición de la democracia como único régimen legítimo, la expresión “República” pasó a designar el tipo de democracia “liberal” -palabra en uso desde la Constitución española de 1812- en la que ninguna mayoría puede ir en contra de institutos y reglas que consagran ciertos principios y garantías básicas del Gobierno limitado: las libertades individuales, el Estado de derecho, con separación de poderes o independencia de los jueces, el federalismo y la autonomía municipal.
A la gente se le hace creer que la democracia es “algo más que el voto”, lo cual no es verdad. Democracia es el voto. Y punto. Cuando si se pregunta “¿qué más?”, se suelen esas enumerar tales libertades y garantías y otras similares. Pero en realidad esos no son rasgos propios de la democracia sino de la República. ¿Las vemos en el artículo que sigue?
ALBERTO MANSUETI ENVIADO A NUESTROS CORREOS RECOMENDANDO PUBLICACION
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