La producción en los campos venezolanos se ha ido a pique
Algo sumamente serio debe estarle ocurriendo al gobierno que se ve errático, cometiendo errores uno más grave que el otro. Está perdiendo la brújula aunque aparenta estar en control de la situación y apurando el paso. Pero, ¿hacia dónde? Al vacío. Lo que sucede es que la evaluación positiva del gobierno por parte de los venezolanos se ha deteriorado de manera apreciable a lo largo de 2009, según reflejan los mejores estudios de opinión. Así, de un nivel de confianza en el presidente Chávez de 48% en diciembre de 2009, el mismo ha caído hasta 35% en junio de 2009. Esto significa una pérdida considerable. Similarmente, la autodefinició n de la población como chavista que en diciembre de 2008 rondaba el 39%, al cerrar junio se ubica en 35%. En el mismo lapso la intención de voto a favor de Chávez bajó desde 54% hasta 43%, algo peligroso para su afán reeleccionista. Es probable que sabiendo de esa declinación del respaldo a Chávez, un líder con peso propio dentro de sus filas esté pensando en tomar el testigo. Y hay varios aspirando. Esto tiene que desesperar al Presidente. Adicionalmente, acerca de la valoración de la coyuntura nacional, quienes consideran que la situación está muy mala, mala o regular hacia mala, representan la mayoría del país con el 52%, respecto al 45% que estima que la situación es muy buena, buena o regular hacia buena.
Pero tal vez lo más grave de todo es que la tesis política fundamental del gobierno, el socialismo del siglo XXI, no tiene acogida en Venezuela, no obstante el despliegue propagandístico y demagógico del gobierno, que asocia la entrega de una lata de leche o un concierto de Dudamel con el socialismo. En efecto, el apoyo al socialismo del siglo XXI se sitúa en un escuálido 30% en junio de 2009, un poco menos que hace un año. A Chávez también lo aturde el hecho de que más de la mitad de los encuestados le atribuya la culpa de la problemática nacional y en menor medida a los efectos de la crisis internacional. Para ser franco, esos números desesperan a cualquiera. Pero con la desesperación vienen más traspiés. De esta forma, en medio de la escasez de azúcar, café y leche en polvo, el gobierno ha optado por perseverar en el error estatizando más empresas privadas y con ello aumentando el peso y la carga sobre unas menguadas y endeudadas finanzas públicas. Con ello lo que hace Chávez sin saberlo, es reforzar la creencia de la población de que es enemigo de la propiedad privada, como en efecto lo es, la cual es percibida muy favorablemente por los venezolanos con más de 70% de aceptación.
LA MANO QUE ARRUINA
A la falta de café en los establecimientos comerciales, la respuesta es militarista: la ocupación de las empresas que procesan el aromático grano. Lo más grave de todo es que en el año 2005 el gobierno anunció la batalla del café con el famoso Plan Café, con una inversión millonaria. Cuatro años después, la producción del grano ha caído significativamente y Venezuela por primera vez en su historia va a importar ese producto. En cuanto al azúcar, la realidad es dramática: después de haber ocupado los sembradíos con la Fuerza Armada y siguiendo las instrucciones del ministro Jaua de sustituir las plantaciones de caña del centro del país para sembrar quinchoncho, durante la zafra de 2008-2009 se espera una producción de 7.400.000 toneladas, cifra inferior a las 9.200.000 toneladas cultivadas en la zafra correspondiente a 2005-2006. Se trata de un milagro agrícola al revés. En el campo manufacturero ha sucedido algo similar: todo lo que toca la mano del Estado con sus incompetentes burócratas lo arruina. La producción de acero de Sidor se contrajo 20% en un año en tanto que las empresas del aluminio están arruinadas y su producción en declive. De forma similar, la producción de cemento, ahora un monopolio del Estado, ha bajado sensiblemente. En lo relativo a la electricidad, es visible el deterioro expresado en apagones que ya forman parte de un modo de vida, el hecho de vivir sin energía eléctrica varias horas a la semana, en un país que tiene las fuentes naturales más poderosas de América Latina para su generación, tanto hidroeléctricas como mediante combustibles. Es esta la administració n que quiere tomar en sus manos la elaboración del café.
Es evidente que todo lo antes descrito ha causado malestar, lo que se refleja en protestas cotidianas que ya son características de un país que está perdiendo la gobernabilidad. Por ello es que el gobierno ha acentuado la represión, tanto la legal como la del garrote. Esta última la vivieron en carne propia los pobladores de Curiepe y El Clavo al exigir que les restauraran su derecho a la salud que provee la Gobernación del estado Miranda. La agresión con alevosía contra un pueblo inerme fue la respuesta de un grupo minoritario de la Guardia Nacional. A los trabajadores de Guayana el Presidente les prometió que él en persona iría a dirigir el despido si la clase obrera activa la huelga como forma de lucha. Los buhoneros de Caracas tragaron gas y sufrieron el rigor de las peinillas socialistas de mano de la policía de Jorge Rodríguez. Ha sido esta secuencia de desaciertos lo que ha debilitado de forma apreciable al gobierno, no lo que dicen los medios. Éstos lo que hacen es medir la temperatura del descontento que cada vez crece más ante un gobierno que tuvo en sus manos la oportunidad de hacer un cambio verdadero y progresista en Venezuela y desbarató esa oportunidad al enajenarse a los dictados del líder eterno de La Habana, con una concepción de socialismo que hoy representa una chatarra ideológica.
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Algo sumamente serio debe estarle ocurriendo al gobierno que se ve errático, cometiendo errores uno más grave que el otro. Está perdiendo la brújula aunque aparenta estar en control de la situación y apurando el paso. Pero, ¿hacia dónde? Al vacío. Lo que sucede es que la evaluación positiva del gobierno por parte de los venezolanos se ha deteriorado de manera apreciable a lo largo de 2009, según reflejan los mejores estudios de opinión. Así, de un nivel de confianza en el presidente Chávez de 48% en diciembre de 2009, el mismo ha caído hasta 35% en junio de 2009. Esto significa una pérdida considerable. Similarmente, la autodefinició n de la población como chavista que en diciembre de 2008 rondaba el 39%, al cerrar junio se ubica en 35%. En el mismo lapso la intención de voto a favor de Chávez bajó desde 54% hasta 43%, algo peligroso para su afán reeleccionista. Es probable que sabiendo de esa declinación del respaldo a Chávez, un líder con peso propio dentro de sus filas esté pensando en tomar el testigo. Y hay varios aspirando. Esto tiene que desesperar al Presidente. Adicionalmente, acerca de la valoración de la coyuntura nacional, quienes consideran que la situación está muy mala, mala o regular hacia mala, representan la mayoría del país con el 52%, respecto al 45% que estima que la situación es muy buena, buena o regular hacia buena.
Pero tal vez lo más grave de todo es que la tesis política fundamental del gobierno, el socialismo del siglo XXI, no tiene acogida en Venezuela, no obstante el despliegue propagandístico y demagógico del gobierno, que asocia la entrega de una lata de leche o un concierto de Dudamel con el socialismo. En efecto, el apoyo al socialismo del siglo XXI se sitúa en un escuálido 30% en junio de 2009, un poco menos que hace un año. A Chávez también lo aturde el hecho de que más de la mitad de los encuestados le atribuya la culpa de la problemática nacional y en menor medida a los efectos de la crisis internacional. Para ser franco, esos números desesperan a cualquiera. Pero con la desesperación vienen más traspiés. De esta forma, en medio de la escasez de azúcar, café y leche en polvo, el gobierno ha optado por perseverar en el error estatizando más empresas privadas y con ello aumentando el peso y la carga sobre unas menguadas y endeudadas finanzas públicas. Con ello lo que hace Chávez sin saberlo, es reforzar la creencia de la población de que es enemigo de la propiedad privada, como en efecto lo es, la cual es percibida muy favorablemente por los venezolanos con más de 70% de aceptación.
LA MANO QUE ARRUINA
A la falta de café en los establecimientos comerciales, la respuesta es militarista: la ocupación de las empresas que procesan el aromático grano. Lo más grave de todo es que en el año 2005 el gobierno anunció la batalla del café con el famoso Plan Café, con una inversión millonaria. Cuatro años después, la producción del grano ha caído significativamente y Venezuela por primera vez en su historia va a importar ese producto. En cuanto al azúcar, la realidad es dramática: después de haber ocupado los sembradíos con la Fuerza Armada y siguiendo las instrucciones del ministro Jaua de sustituir las plantaciones de caña del centro del país para sembrar quinchoncho, durante la zafra de 2008-2009 se espera una producción de 7.400.000 toneladas, cifra inferior a las 9.200.000 toneladas cultivadas en la zafra correspondiente a 2005-2006. Se trata de un milagro agrícola al revés. En el campo manufacturero ha sucedido algo similar: todo lo que toca la mano del Estado con sus incompetentes burócratas lo arruina. La producción de acero de Sidor se contrajo 20% en un año en tanto que las empresas del aluminio están arruinadas y su producción en declive. De forma similar, la producción de cemento, ahora un monopolio del Estado, ha bajado sensiblemente. En lo relativo a la electricidad, es visible el deterioro expresado en apagones que ya forman parte de un modo de vida, el hecho de vivir sin energía eléctrica varias horas a la semana, en un país que tiene las fuentes naturales más poderosas de América Latina para su generación, tanto hidroeléctricas como mediante combustibles. Es esta la administració n que quiere tomar en sus manos la elaboración del café.
Es evidente que todo lo antes descrito ha causado malestar, lo que se refleja en protestas cotidianas que ya son características de un país que está perdiendo la gobernabilidad. Por ello es que el gobierno ha acentuado la represión, tanto la legal como la del garrote. Esta última la vivieron en carne propia los pobladores de Curiepe y El Clavo al exigir que les restauraran su derecho a la salud que provee la Gobernación del estado Miranda. La agresión con alevosía contra un pueblo inerme fue la respuesta de un grupo minoritario de la Guardia Nacional. A los trabajadores de Guayana el Presidente les prometió que él en persona iría a dirigir el despido si la clase obrera activa la huelga como forma de lucha. Los buhoneros de Caracas tragaron gas y sufrieron el rigor de las peinillas socialistas de mano de la policía de Jorge Rodríguez. Ha sido esta secuencia de desaciertos lo que ha debilitado de forma apreciable al gobierno, no lo que dicen los medios. Éstos lo que hacen es medir la temperatura del descontento que cada vez crece más ante un gobierno que tuvo en sus manos la oportunidad de hacer un cambio verdadero y progresista en Venezuela y desbarató esa oportunidad al enajenarse a los dictados del líder eterno de La Habana, con una concepción de socialismo que hoy representa una chatarra ideológica.
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